MARÍA (y los demás)
Bárbara María
Conocerse implica aceptar nuestro reflejo en los demás, aparte del propio, reconociéndose o no también en los otros, aunque éstos puedan ser el infierno. Los demás condicionan nuestra identidad, queramos o no. Y aunque al final todos estamos solos frente al espejo, los otros nos completan con su mirada. Si además con la familia topamos, la imagen proyectada tienden a determinar nuestra existencia, nos guste o no; incluso cuando entre los ojos más cercanos, nadie te reconoce ante encrucijada de seguir o no ciertas pautas, normalmente motivadas por los demás.
Maria se encuentra en uno de esos momentos donde no se ve en ningún espejo, aún siendo reflejo de una generación de jóvenes mujeres que han heredado roles tradicionales de cuidadoras, sin apenas posibilidad de alcanzar las otras metas que se supone deberían haber conseguido. María ha querido ser escritora desde la universidad y aunque trabaja en una librería, todavía no ha publicado su primera novela, siempre a punto. Con treinta-y-tantos, sin novio oficial y apostando por un amante que no lo hace por ella, es experta en posponer sus planes y preocuparse por los demás; cual don y maldición, como razón de ser y también excusa.
Locuaz, sincera y algo dramática, María intenta hacerlo todo y hacerlo bien; hasta sonar la flauta con la ensaya en su cuarto de la casa familiar. Porque María sigue viviendo con su padre, enfermo de cáncer, tras la muerte de su madre; desde entonces se ocupa de él, mientras los dos hermanos tienen ya su vida hecha, emparejados y casi a la espera de descendencia. Pero de repente, su padre mejora y nada parece funcionar. A Maria ya nadie la necesita y los demás no dejan de aconsejarla cómo vivir, mientras cuentan sus planes sin contar con ella. Y aunque todos aún dependen de ella, María descubre que nadie es imprescindible; debe entonces, tomar sus propias decisiones en ese mundo adulto donde todos tiene sus crisis, pero ella es la catarsis.
Porque Maria es el centro y los demás quedan entre paréntesis (como en el título) Todo es Maria y María es Bárbara Lennie; apabullante en esta cuidada y agridulce historia de madurez; un cercano y sencillo retrato de familia, muy bien trazado por Nely Reguera, en su debut en la dirección.
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Reguera no es novata en el cine y en éste, su primer largo, deja ver algunas de las maneras de Tres días con la familia, donde fue ayudante de dirección. También aparecen las neuras de la protagonista, más como referentes culturales contemporáneos a lo Girls y Sex and the city, que como verdaderas enfermedades mentales; algo que ya había tratado en sus estupendos cortos previos, donde también aparecen las relaciones familiares.
Repite con sus actores fetiche de esos anteriores trabajos; José Ángel Egido interpreta al padre recuperado e ilusionado con un nuevo matrimonio y Pablo Derqui es el hermano ácido, que junto a Vito Sanz, el hermano pequeño, forman el perfecto reparto masculino para esa Bárbara-María que empatiza en cada plano, en esa fina línea entre la loca de la casa y la más cabal; que igual se pone histérica cuando le vacían su armario -sin avisar-, que está pendiente de que los demás disfruten en la playa -aún deseando a alguien ahogar-.
Ella que siempre ha estado disponible, advierte que no todos lo están para ella. Y de pronto, se le va a pasar el arroz que cocina de siempre para la familia y además, el de la maternidad. Y aunque parece que se ha olvidado de si misma, María lo intenta a su manera, temperamental, con selfies vestida de novia, o gritando que no quiere calmarse, sólo ayuda; en un personaje lleno de sutilezas que crece a cada instante y nos seduce en su intensidad, con secuencias memorables como las presentaciones de los libros, siendo la última, de premio. Magnífica.
Y no entro en el debate de un cine femenino porque una buena película no tiene género, pero es verdad que con María (y los demás), las mujeres sonreirán más.
Narrada con humor y ternura, el film cargado de detalles, alcanza una empatía brutal no sólo con Maria, también con los demás y sus miedos e ilusiones; desde las amigas de la infancia a las otras mujeres de la familia, pasando por el amante, coherente hasta en su rechazo. Porque en esta sobresaliente cinta de Nely Reguera, igualmente asistimos a las liberaciones y reafirmaciones de cada y a cualquier edad, cumpliendo o no con sus proyectos; ya sea una boda, un nuevo restaurante, una novela… O que la flauta suene.
No olvidemos que ahora le toca a ella, a esa Maria que empieza corriendo por los demás y termina corriendo por ella misma…
Y ustedes corran, corran, para no perdérsela.
Mariló C. Calvo