JURADO Nº2: Entre la culpa y la duda

Jurado Nº2 es el último estreno de Clint Eastwood. Lo que no sabemos es si será su última película. Tiene 94 años y, que se sepa, sigue en activo. No parece que vaya a retirarse. Hace poco supimos que actualmente se encuentra leyendo guiones para decidir cuál será su próximo proyecto y, de encontrar uno que le satisfaga, tampoco sabemos si las compañías de seguros le van a permitir llevarlo a cabo. Así que, por lo pronto, disfrutemos del acontecimiento que significa tener en cartel el último trabajo de una leyenda del cine como él.

En él, en éste trabajo, Clint, gracias al primer guión firmado por Jonathan A. Abrams, nos presenta a un inminente padre de familia, Justin Kemp (Nicholas Hoult) que es elegido para ser jurado popular en un caso, aparentemente, claro de asesinato. Será el Jurado número 2 de cuantos se seleccionen para juzgar a un hombre que en una noche lluviosa tuvo una discusión con su novia en un bar. Todos los presentes pudieron ver lo violento que se puso. La chica salió de allí y muchos de los presentes siguieron los pasos de la pareja a pesar del diluvio. Ella decidió irse andando a su casa y poco después apareció muerta en un barranco por el que pasa un enorme caudal de agua, y por cuya carretera hay peligro de que los ciervos sobresalten a los conductores. Un cartel avisa de la prudencia que es necesario tener en ese punto.

Justin, debido a problemas personales y con un pasado de alcoholismo grave, da la casualidad de que es uno de los testigos de dicha discusión. Y también sale de allí directo a su coche, en pleno aguacero. Y pasa por esa carretera en la que los ciervos son un peligro. Pero no recuerda qué pasó. Ni qué hizo. Y tampoco tiene claro que deba contar lo que sabe por si es acusado de algo que no tiene claro que cometió, pero también piensa que el hombre al que están juzgando tan alegremente es inocente. Y va a tratar de exponérselo a sus compañeros de jurado. Sin incriminarse demasiado. Al fin y al cabo, él no sabe si es realmente culpable.

Nicholas Hoult, en primer plano, es el protagonista de la película, el jurado que le da su título. Jurado nº2
Nicholas Hoult, en primer plano, es el protagonista de la película, el jurado que le da su título

Jurado Nº2 es un drama judicial, sí, pero sobre todo un drama acerca de cómo funciona la justicia y de hasta qué punto las personas somos capaces de condenar a alguien a partir de prejuicios, de pocos datos que no profundicen demasiado en el caso que se analiza. Y nos describe un dilema moral que en realidad plantea al espectador. Qué haría cada uno en su caso. ¿Dirías lo que sabes a pesar de lo que pueda suponer o seguirías callado? Es algo muy complejo. Más de lo que parece. Y cada persona es un mundo para responder a esta cuestión.

Pero sí que es verdad que, más allá de la pregunta puesta sobre la mesa, la película hay que juzgarla también. Como cine, no como dilema moral. Y como cine es evidente que Clint Eastwood hace de él un film clásico, porque, afortunadamente, no sabe rodar de otra manera, pero el clasicismo no lo es todo a la hora de evaluar un resultado global. Es, aunque no sea poco, un estilo de trabajo. Y lo cierto es que Jurado Nº2 se alarga demasiado, se hace reiterativa. Tantos flashback para volver al momento de los hechos o eso de pasar físicamente por el lugar para que el jurado pueda evaluar personalmente lo que todos saben que allí ocurrió, porque en el juicio se ha contado, es ya excesivo. Es llevar el drama al nivel de exhibicionismo para, en cualquier caso, seguir en el lugar en el que estábamos antes. Es de imaginar que no es fácil situarse en la piel del personaje protagonista, pero, al menos tal y como se desarrolla el caso en esta película, no nos va a hacer empatizar más con su causa de lo que ya logró la exposición de la misma.

Nicholas Hoult está fabuloso. El Hank McCoy de X-Men: Días del futuro pasado o X-Men: Apocalipsis, e intérprete, el Harley de La favorita o el Tyler de El menú, focaliza aquí todas las miradas. Es el protagonista absoluto dentro de un reparto que incluso cuenta con nombres de la talla de Tony Collette, J. K. Simmons o Kiefer Sutherland. Pero es de Hoult de quien procede el dilema, que hace nuestro también, porque su personaje es el espejo del espectador, el que le pregunta si le parece bien lo que está haciendo y el que sufre las consecuencias de su continua indecisión. El problema es que con el excesivo metraje de la película sus continuas caras vacilantes acaban agotando y haciéndole aparentar que siempre tiene el mismo registro. Pero no es culpa suya. Al menos ésta no.

Jurado Nº2 debe verse como tal y juzgarse como un trabajo más de su director. Nos alegra que haya vuelto, que estrene película, le salga mejor o peor. Es un grande pero no siempre se puede acertar. Clint ha ido fluctuando a lo largo de los años, dándonos joyas como Space Cowboys, Million Dollar Baby, Gran Torino o Richard Jewell, y errando con Más allá de la vida, Mula o Cry Macho, por citar algunas sólo de este siglo, y aunque es cierto que el cine de juicios se le da muy bien, y ahí está la olvidada y extraordinaria Sully, con Tom Hanks de protagonista, para apoyar esta afirmación, no llega aquí al mismo nivel.

No es que Jurado Nº2 sea mala, ni mucho menos, pero es una cinta menor con buenos momentos y muchos otros menos memorables que no brilla igual que otros títulos fabulosos de su filmografía. Es recomendable, por supuesto, porque es de Clint Eastwood y se le debe un respeto y porque Clint lleva a cabo un cine clásico que está desapareciendo de las salas en pos de otro menos sutil y reposado, tanto en forma como en fondo, pero aún así no estamos ante uno de sus grandes trabajos. Es, simplemente, una película interesante realizada con mucho oficio. Pero podría haber sido mejor. Debía haberlo sido. Queríamos que lo hubiera sido.

Silvia García Jerez

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