MISIÓN IMPOSIBLE: SENTENCIA MORTAL – Parte I
Misión Imposible regresa a la gran pantalla. Los cines vuelven a recibir al agente Ethan Hunt, que ha protagonizado Misión: Imposible durante siete entregas. Ésta que nos llega ahora, Sentencia Mortal, es la primera parte de la que se estrenará dentro de un año: ya está rodada pero le queda la larga postproducción que siempre necesitan estas películas. Por lo tanto, la octava está en camino y ahora nos vamos a quedar a la mitad de la historia, a la espera de su conclusión en 2024.
Tom Cruise no sólo es su protagonista, está tan entregado a la saga que también la produce y es su máximo exponente. Cruise y Hunt ya son uno, y eso que antes de comenzar la película que dio origen a todo, la dirigida por Brian de Palma en 1996, Tom era actor de un solo personaje por película. Nunca repetía, siempre buscaba algo nuevo que ofrecer al público. Pero la adaptación de la serie, porque Misión: Imposible viene de la mítica serie de televisión emitida por la cadena CBS entre 1966 y 1973, enganchó al intérprete de Rain Man y desde entonces no ha querido soltar el personaje.
También al comienzo, Cruise se propuso que cada entrega la dirigiera un nombre diferente para que cada uno de ellos le imprimiera a la saga su propia personalidad, pero cuando le tocó el turno a Nación secreta y entró Christopher McQuarrie a dirigirla, Cruise ya no quiso que nadie más se encargara de ellas. Ya había trabajado con él en Jack Reacher, dos años antes, por lo que la estrecha colaboración entre ambos no se ciñe únicamente a la saga del agente Hunt. Esta es la tercera entrega, tras Fallout, que estrenan juntos y la del año que viene también la firma el director.
En Misión Imposible: Sentencia Mortal vamos a encontrarnos un argumento muy nimio, poca cosa: enfrentar al equipo del FMI (Fuerza de Misión Imposible), con Ethan Hunt a la cabeza pero siempre bien rodeado de los imprescindibles Luther Stickwell (Ving Rhames) y Benji Dunn (Simon Pegg), con La Entidad, una Inteligencia Artificial a la que sólo se puede controlar a través de una llave que consta de dos partes… que lógicamente no están juntas. Hay que encontrar la que falta antes de que lo haga Gabriel (Esai Morales), el villano de la función que nos ocupa. Y es que esa IA es autoconsciente y va evolucionando de manera que ninguna información que encontremos en la red llegue a ser fiable. Los tiempos que corren inspirando la ficción del cine de Hollywood.
Porque ya no es ficción y Tom Cruise lo sabe, y quiere poner el foco en este peligro. Lo hace a través del espectáculo, al que le da una prioridad absoluta. Así que primero plantea la Misión: Imposible de esta ocasión, desactivar una inteligencia artificial que puede controlar el mundo, y aprovecha la base del film para envolver el mensaje con la película más apabullante del momento en cuanto a secuencias de acción se refiere.
Es un despliegue de producción descomunal con secuencias impresionantes como la del aeropuerto o la del tren. Sobre todo la del tren, porque la del aeropuerto está diseñada en torno a una coreografía más vista, más habitual en el cine de espías, pero hay que saber hacerla, eso sí, para que funcione. Y lo cierto es que aunque hayamos visto en redes sociales cómo Tom Cruise se lanza al vacío con paracaídas, haciendo él mismo las escenas que debería rodar un especialista, ese salto alucinante se queda corto comparado con lo que veremos después. Es decir, ese salto imposible es parte del alto listón con el que Cruise mantiene el nivel de espectáculo que nos da durante las cerca de tres horas que la película dura.
Acción, tecnología, persecuciones… y mucho humor. Misión Imposible: Sentencia Mortal – Parte I tiene grandes momentos en los que el humor está presente, y no sólo gracias a la intervención de Simon Pegg como actor secundario, toda una leyenda de la comedia en Inglaterra y uno de los artífices de la ‘trilogía del cucurucho’ que comenzó con la memorable Zombies Party en el año 2004. Y se agradece que el humor del que hace gala esta entrega no sea de brocha gorda sino elegante, ese que es más difícil de componer y una gozada mayor disfrutar.
Y también cuenta no sólo con los intérpretes de siempre, hay una incorporación estelar al reparto que es todo un acierto: Haley Atwell, actriz inglesa conocida por series como Black Mirror o Agentes de S.H.I.E.L.D., que en la gran pantalla se ha metido en la piel de Peggy Carter en Ant-Man o Vengadores: End Game. Aquí tiene el personaje más rico de cuantos vamos a ver en la historia. Una ladrona lista y rápida que va a formar parte activa del renovado, con ella, equipo del FMI.
Si el año pasado a Tom Cruise buena parte de la industria le dio las gracias por salvar los cines con Top Gun: Maverick, secuela de la película que lo lanzó a la fama en los años 80, ya que decidió esperar a que se pudiera volver a las salas tras sus cierres por la Covid-19 en lugar de que se viera en una plataforma, como muchas producciones optaron por hacer, este año lo tiene más complicado para lograr una buena taquilla. Donde el año pasado prácticamente sólo la suya podía encontrarse como elección posible en las carteleras, en éste el nivel de estrenos vuelve a ser como antes de la pandemia, pero los espectadores no están respondiendo de la misma forma.
Pero Cruise dirige este film a los nuevos espectadores, la generación pegada a las redes sociales, y les ofrece un espectáculo mayúsculo ante el que es muy difícil apartar la vista ni siquiera para mirar el móvil. La adrenalina que desprende cada secuencia, la acción sin límites, pero sobre todo la tensión del último tramo, esa inmejorable y hitchcockiana secuencia del tren, es tan apoteósica que es de imaginar que muchos olvidarán sus teléfonos por un rato y se centrarán en los peligros que corre, nunca mejor dicho, el protagonista de esta aventura.
Recordemos que en diciembre de 2020, con la Covid-19 haciendo estragos, se filtró un audio de Tom Cruise, enfadadísimo y con razón, gritándole a quienes se habían saltado el protocolo sanitario y estaban sin mascarillas en el rodaje. Algo así podía desbaratar la producción de una película, parando su rodaje por la enfermedad varias semanas, o provocando algo peor, y Cruise, productor de la cinta, amenazó con echar a todo el que no cumpliera con las normas. Como era lógico. Ahora nos llega el resultado de aquel rodaje y comprobamos la majestuosidad del resultado. Por salud, lo primero, y por el bien de la película a continuación, sabemos que Tom hizo lo adecuado. Es el turno del espectador para agradecerle hasta qué punto se involucra en las producciones que lleva a cabo, y recibirá, como compensación por pasar por taquilla, una de las películas más apoteósicas del verano.
Silvia García Jerez