LA ISLA DE BERGMAN: La magia del lugar perfecto
La isla de Bergman es una gozada. Una gran película envuelta en un aura mágica que nos sumerge en la obra del director sueco Ingmar Bergman de la manera más original y fascinante posible.
Cuenta la historia de Tony (Tim Roth) y Chris (Vicky Krieps), una pareja de cineastas que buscan inspiración y se ubican temporalmente en la isla de Färo para escribir sus respectivas obras. Pretenden que el lugar les sirva de ayuda, ya que fue allí donde Berman vivió sus últimos años y realizó algunos de sus títulos más famosos, y los dos, sobre todo Tony, adoran a Bergman como el gran creador que fue.
Todo va bien para Tony. Farö funciona y no para de escribir mientras se sumerge, de nuevo, en la filmografía de Bergman, repasando sus películas y haciendo un tour que lo llevará a las localizaciones de las mismas, así como a las historias que las acompañan. Pero para Chris no es igual. Está atascada y no sabe cómo contar la que le ronda, que no es otra que la de su primer amor, que casualmente, en la isla, resurge en su mente.
La realidad y la ficción se van a dar la mano en esta historia en la que todo fluye, en la que los personajes entran y salen de la misma mezclando ambos universos. Y como espectadores vamos a poder distinguir perfectamente cuándo estamos ante lo real y cuándo la ficción se interpone para darle a la película la fabulosa dimensión que tiene.
La isla de Bergman es un claro homenaje a la figura y obra del cineasta, y está tan bien contada por la directora, Mia Hansen-Love, que quien no esté familiarizado con la filmografía de Ingmar va a sentir una enorme curiosidad por descubrirla (y digo curiosidad porque la admiración hacia la obra de alguien siempre la despierta, pero la película deja claro que su carrera no estaba precisamente plagada de comedias), y quien la conozca va a admirar mucho más el resultado de la que nos ocupa.
Pero además del homenaje al director de Persona, La isla de Bergman es un canto a la libertad. La de cada uno, haciendo, en todo momento, los personajes lo que quieren sin recibir reprimendas de la pareja y contándoselo todo sin que la mentira entre en la ecuación de lo ocurrido. Una auténtica gozada. Tanto es así que parece parte de la ficción en la que la libertad creativa como artista, segunda libertad a la que me refería al comienzo del párrafo, queda expuesta de una manera maravillosa.
Cuando vemos el cuadro completo, los mimbres de la ficción entrometiéndose en la realidad para darle vida a la imaginación, comprendemos que estamos ante una película única. No es la primera vez que se hace algo así pero sí una de las veces en las que gracias a su elegancia y a su naturalidad podemos disfrutar más de este tipo de narrativa.
En La isla de Bergman vamos a conocer a dos parejas, las interpretadas por Tim Roth y Vicky Krieps y por Mia Wasikowska y Anders Danielsen Lie, cuatro nombres que a los amantes del cine les sugerirán un reparto excelso, incluyendo a este último, protagonista de la maravillosa La peor persona del mundo. Los cuatro suponen un motivo más que suficiente para acercarse a esta película, pero es que una vez vista los vamos a admirar mucho más, porque sus trabajos son deliciosos: su forma de llevarlos a cabo, el talento que tienen para traspasar la pantalla con sus inquietudes y sus dilemas, todo en sus interpretaciones resulta sublime. Y no son perfectos, son como podamos ser cualquiera de nosotros, algo que aunque no lo parezca, el cine no está muy acostumbrado a mostrar. Y se le agradece cuando lo hace.
La isla de Bergman es un regalo para todos los espectadores. Solo tienen que ir buscando buen cine en la cartelera y esta será una de las mejores opciones, una película mágica que recomendar. Y recordar.
Silvia García Jerez