A LA CARA: Desenmascarando el anonimato

A la cara nos muestra una situación tan cercana como utópica, pero que seguro que más de uno y más de dos nos hemos planteado, porque las redes sociales igual que permiten el anonimato, incitan a descubrir quiénes están detrás de tal cuenta o de determinado tuit en concreto.

En efecto, Internet ha llegado a nuestras vidas para facilitarnos muchas cosas, pero todo lo bueno tiene su cara amarga y donde unos encuentran ayudas otros tratan de beneficiarse de aquello a lo que puedan sacarle rendimiento.

En las redes sociales pasa lo mismo. Después del auge de facebook, que mezclaba la puesta al día de los actos más señalados por la persona que quisiera mostrarse a sus amigos, y a los nuevos que surgieran a raíz de su exposición pública, llega twitter, la red de la silueta azul del pajarito como logo, para ofrecer la oportunidad de contar, en pocos caracteres, lo que nos parece lo que sea, desde una película, hasta un programa de televisión o la última ocurrencia de nuestro personaje más odiado.

Y twitter ha ido degenerando hacia esa vía, la de odiar a lo bestia, la de la polarización extrema, la de despellejar, con opiniones de diversa índole, a todo famoso que dijera o hiciera lo que fuera. Cada día es un reto para quien tiene miles de seguidores. Y se aprovecha como si estuvieras en la jungla.

La pregunta que surge a raíz de quienes escriben estas cosas, algunas de ellas realmente salvajes y dignas de que, a base de denuncias de otras cuentas, se cierre la que ha generado la polémica durante un correctivo breve período de tiempo, es quién está realmente detrás de ese nombre raro con avatar irreconocible. Si será un bot (cuentas falsas creadas para subir de tono polémicas y llegar con facilidad al Trending Topic) o si se trata de un usuario con nombre y apellidos verdaderos pero ocultados para mantener el anonimato en la red y esquivar las represalias en el tú a tú.

A la cara- Presentadora y espectador en el momento del encuentro
Presentadora y espectador en el momento del encuentro

A la cara, cortometraje escrito por Belén Sánchez-Arévalo y dirigido por Javier Marco, se pregunta qué pasaría si esa máscara anónima se cayera y el famoso insultado se enfrentara con quien vierte sobre él las vísceras que surgen de su ira a través del teclado del móvil.

Menuda situación. Nunca pensaste que eso pudiera pasar y de repente te encuentras con la presentadora de moda en tu casa, pidiéndote que le digas a la cara el insulto que trataste de que resultara anónimo. Y mil veces retuiteado, claro.

Trece minutos de cortometraje en los que Belén y Javier exponen algo tan insólito como práctico. Por qué no. Por qué no poner un espejo frente a quien ha escrito barbaridades y hacerle darse cuenta de que unas líneas pueden ser verdaderamente ofensivas.

A la cara incluso plantea otro dilema de las redes sociales: la fama. No solo se puede alcanzar siendo un presentador muy conocido, también a base de que tus tuits se vuelvan virales. Es el mundo en el que vivimos, en el que no podemos soportar no ser tuitstars.

El reconocimiento es la mayor enfermedad que nos ha traído tanta inmediatez, y cada uno lo busca como puede. Unos lanzando spoilers del último capítulo de la serie de moda (ya lo he visto, soy más guay que los demás) y otros escribiendo burradas sobre el tema más candente. El caso es estar ahí, ser alguien. Aunque te cueste unfollows, pero ya has creado la polémica.

A la cara nos habla directamente de quiénes somos, de la mediocridad en la que estamos instalados y de que no asumimos que ser una persona anónima, de esas que no llama la atención ni hace daño a nadie, es también muy complicado. Porque nos damos cuenta de que hay quien sí triunfa escribiendo tuits absurdos cuando quien más lo desea no es capaz de hacerse viral ni esforzándose en escribir un tuit de calidad.

A la cara es una muestra ejemplar de a qué atenerse cuando vayamos a herir a alguien. Todos somos personas, los que triunfan y los que no, y querer triunfar a base de machacar al otro no es un buen camino. Lo sabemos, pero cuando nos lo dicen con contundencia supone una lección imborrable.

A la cara. Manolo Solo (Tarde para la ira), es el tuitero anónimo
Manolo Solo (Tarde para la ira), es el tuitero anónimo

A la cara ha sido nominado al Goya en la categoría de Mejor Cortometraje de Ficción, y es un candidato sobresaliente al premio.

Sus dos intérpretes, Sonia Almarcha y Manolo Solo (Ganador del Goya al Mejor Actor Revelación por Tarde para la ira), están colosales en sus papeles de humillada y humillador que se cambian las tornas. El cartel del corto (la foto destacada de este artículo) ya dice mucho de la situación en la que se van a ver envueltos. Con educación pero sin miramientos. Si uno no los tuvo en un momento dado, no tiene que haberlos en ningún otro. Las cosas o se afrontan o no se hacen. Menudo mensaje para el día a día.

Y precisamente esa moraleja es la que hace grande a A la cara. No solo la historia, ni su puesta en escena, llena de tensión, de furia interna. Su enseñanza, lo que uno extrae de la idea que ha llevado a realizarlo, es un logro mayúsculo.

Mitad thriller mitad western urbano, los dos personajes se tantean hasta encontrar el lugar donde el tiroteo sea más rápido y, si es posible, donde no haya heridos. Pero cuando has decidido ir hasta el final, hay que mantener la intención. Las cosas o se afrontan o no se hacen. Esta enseñanza sirve para los dos lados de la barrera.

A la cara es un despertador. Un verdadero estimulante para hacerte saber dónde estás y si quieres mantenerte ahí. Las redes sociales pueden parecer un juego, pero no lo son. Hay que tener mucho cuidado con lo que se hace con ellas. Si hay famosos que han tenido que borrar sus cuentas por insultos y vejaciones, por qué va a ser una herramienta inocente. No lo es. Y tenemos que agradecerle a A la cara que nos haya recordado que ser anónimo también es un puesto valioso en la vida, al menos te evita problemas, que ya es bastante ventaja.

A la cara está disponible en Movistar+ y en la plataforma Floxolé.

Silvia García Jerez

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