El lindo don Diego o el postureo en el Barroco

La obra que nos presenta Arcón de Olid, El lindo don Diego, es una comedia de enredo en la que el postureo en el Barroco se hace presente.

Selfies, posturitas imposibles, filtros. Todos tenemos amigos o conocidos que viven por y para las redes sociales. No se relacionan con los demás cara a cara o, si lo hacen, comprueban cada dos por tres su aspecto en el móvil.

También suelen ser personas que sólo buscan en una relación su propia imagen, su propio reflejo. Buscan una personaque  los complemente mejor, no para ser mejor persona (como diría Jack Nicholson) si no como un aderezo.

Pues, una vez más, no hay nada nuevo bajo el sol.

Agustín Moreto en el siglo XVII ya conocía a este tipo de persona/personaje. Un vanidoso, frívolo, pedante, egoísta y engreído (parece la canción de Rocío Jurado), que finalmente se queda solo mirándose al espejo, intentando componer una cara de satisfacción y orgullo ante el ridículo y mofa de los otros.

Don Diego es cualquiera de esas personas de Instagram que viven únicamente para su imagen. Son los Narcisos que acaban ahogados en el río, enamorados de su reflejo.

Esto es lo que nos trae la compañía de teatro Arcón de Olid. Este grupo de actores, dirigidos por Juan Casado, presenta en Valladolid el clásico de Moreto que, después llevará por diferentes ciudades de Castilla y León.

Es un montaje de una obra del Barroco español con sus trajes, su maquillaje y sus maneras, que nos traslada a los corrales de comedia del XVII.

El lindo don Diego es una de esas obras de enredo. Nobles y criados que juegan a cambiar sus papeles para liar siempre al más tonto, al más vanidoso.

Todos los actores están fantásticos. Aunque destacan en la función los personajes de Mosquito (Amancio Gil), Beatriz (Elena Benito), la criada compinche de Mosquito. Y, Don Diego (Juan Casado) muy verosímil en su personaje.

Y, como dijo Lope de Vega, al final todo debe terminar bien: el amor triunfa, el figurón sale escaldado y el público vuelve a casa con una sonrisa. A diferencia de lo que ocurre en el mundo real, se ha hecho justicia y el equilibrio se ha restaurado.

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