De charla con Santos-Areta

EL CRACK CERO

El divertimento de un clásico Garci, que sigue siendo maestro 

Carlos Santos saluda a LaCronosfera

José Luis Garci es un clásico. Siempre lo ha sido y nunca ha podido evitarlo. 

Ya desde joven, haciendo ese cine de cierta mirada al pasado que no ha abandonando en toda su carrera, con esas historias de corte clásico que dirige tal cual, como también cuando siendo un director con Óscar incluido -y por un título como Volver a empezar-, resultaba igual de académico apareciendo entre el humo de sus pitillos, enseñándonos la Historia del Cine en La 2. 

Ahora, con los años, cuando parece que toca recordar tiempos pretéritos, regresa a las pantallas con un filme en blanco y negro, como los clásicos, que es un clásico propio, empezando además esa trilogía -la de El crack– que cierra parte de la historia de nuestro cine. 

Y añadiéndole ‘cero’ al mítico título -apostando a la nada, o por el círculo perfecto-, Garci vuelve a su esencia y nos da una lección de más, que como buen maestro, es todo un divertimento. 

Cuando en los años ’80 surgió El crack, Garci hizo historia en las taquillas y el imaginario popular con un buen detective, cercano y justiciero, en tiempos de quinquis en las pantallas y calles. 

El éxito fue grande y llegó una segunda entrega cuando el director ya había ganado el dorado premio de Hollywood -el primero para el cine español-, consiguiendo el status internacional con el el regreso de un exiliado a su país y el reencuentro con su primer amor para Volver a empezar. Pero la crítica y sobre todo, el público, prefería ese homenaje a las películas de serie B y cine negro con un Bogart cañí, sin sombrero y tabaco humeante. 

Conocíamos entonces a Areta, Germán Areta, con la fisonomía y mirada de Alfredo Landa creando a ese investigador privado que pasa de la gabardina a la chupa de cuero entre parkings, caletearías y boites, en una España en plena Transición. Caminando siempre por una Gran Vía madrileña -que es ya también de El crack-, tan nostálgica como urbanita, donde ubica su agencia. 

Y Landa siendo Areta se convierte en uno de esos detectives que no existen ni han existido, pero que son tan de verdad en novelas y filmes que hasta marcan un estereotipo (tan auténtico que los reales parecen de mentira, si no llegan a unos tópicos). Además Landa, alejándose de ese apellidismo que implicaba otro tipo cine y el final de una época, regaló al personaje su segundo nombre familiar, ya que ese Areta aparece en la partida de nacimiento del actor y gustó tanto a Garci, que lo tomó para su Germán, formando ambos a ese tipo, como de vecino del quinto, que ha creado adiccióy escuela. 

El crack y El crack II fueron clásicos inmediatos por partida doble. Y hoy en día, siguen siendo de las mejores cintas del género detectivescocon una influencia latente en muchas de las películas del cine negro patrio -llegando a inspirar el personaje de Leiva, en No habrá paz para los malvados de Urbizu-. 

Han pasado casi 40 años y pocos esperaban que El Crack pudiera volver. 

Parece ser que Garci intentó hacer una tercera parte en los años ’90 con ETA como telón de fondo, pero eran los años del plomo y había que tomar distancia. 

No volvió a la idea hasta 2009 -consultada incluso a la viuda de Landa- y ahí se quedó… Madurando en el tiempo, como persiguiendo el aroma adecuado para una despedida hasta encontrar la alquimia perfecta; esa última que es precuela de todo, y esencia de Garci y Areta. 

El crack cero concentra los detalles de la saga en todo aquello que le gusta al director -el boxeo, el mus, el billar, los chascarrillos de bar, el tabaco… -, volviendo a su Gran Vía -sin color, pero recuperando los mismos planos que él mismo rodó-, cuando todo era más en blanco y negro, y el humo tendía a gris. 

Un humo que envuelve la cinta desde esos créditos iniciales de foto fija, muy de casting de película antigua, para saber quién es quién… 

Y en El crack cero, Carlos Santos es Areta. Desde el principio. 

Trascendiendo al tópico de la gabardina, los cigarrillos y la petaca, Santos puede con el cliché, defendiendo unas frases memorables con voz propia. Y aguantando con su mirada esos guiños cinematográficos a los otros Cracks, escapa airoso de la sombra de su predecesor -que bien alargada era-. 

Entregado al personaje y carente de imitación, Santos termina siendo tan honesto como Areta, re-creándose en ese tipo sagaz y conciso que mantiene la calma y distancia hasta que una injusticia le hace dar de guantazos, sin perder las formas. 

Son tiempos del Sepu y de Galerías Preciados, de la Fanta y la Miranda, mientras un joven Areta con nikis ajustados y una primera gabardina, mantiene una oficina de investigaciones privadas(estrenando un cartel en vertical, ya que en las siguientes estará sobre la puerta), tras dejar la Policía, donde le llamaban Piojo

Un día cualquiera, le llega un caso diferente, sin sentido; resolver un suicidio. 

Y a partir de ese cero, comienza este crack

A través de unas puertas entreabiertas a lo Hitchcock y casi sin darnos cuenta, vamos metiéndonos en las conversaciones de bares y barberías, charlas por teléfono, y peculiares interrogatorios en boutiques y casas de postín, a la par que Areta realiza su trabajo. Mientras, el romance y el humor van colándose junto a la inolvidable música de Jesús Gluck -tan bonita como siempre-, que acompañó la investigación sobre un secuestro a una menor en el primer crack y una trama de manipulación en las farmacéuticas, en su segunda entrega. 

Una melodía que no podía faltar tampoco en este caso, con el Franquismo a punto de morir, donde la delincuencia es de partidas de cartas clandestinas, amores inapropiados y amantes consentidas, que nos transportan a aquel entonces, tan irreal como verdadero. 

Plagada de personajes que podrían tener una historia propia, Santos se rodea de un ramillete de mujeres como destiladas de otra época -desde esa miss moneypenny a la española con la buenísima Luisa Gavasa, a esas más en tono femme fatal como Macarena Gómez, Cayetana Guillén Cuervo y Patricia Vico, que seducen desde la impostura-, destacando el lado más tierno de Areta en su relación con María Cantuel, quien enamora con su precioso papel. 

Pero también están ahí los hombres, fumando como descosidos, sin copia de sus alter-egos de anteriores Cracks; encontrándonos con Luis Varela como Rocky (el barbero aficionado al boxeo) y con Ramón Langa, recuperando ese papel de villano que recuerda al exquisito Arturo Fernándezde El crack IIMientras Pedro Casablanc -siempre estupendo- encarna a don Ricardo, el Abuelo,ex jefe del Piojo, que originalmente fue interpretado por José Bódalo -con aquella imborrable escena en una cafetería de Callao, que casi parecía un cuadro de Hopper a la madrileña-. 

Y si aquellos dejaron huella, qué decir de Miguel Rellán, quien con su Moro cambió su carrera; con ese Sancho Panza de las calles que tanto necesita el quijotesco Areta. Esta vez, en la piel de Miguel Ángel Muñoz con cierta picardía y un spanglish de aquellos años, compartiendo tanto ese primer encuentro de ambos que cambiará sus vidas para siempre, como ese primer reencuentro que condicionará todo el devenir en El crack cero

Un combinado perfecto de actrices y actores, que propiciará el acercamiento no sólo del público fiel de Garci, clásico como él, sino también del más joven, atraído quizá por intérpretes más conocidos de la pequeña pantalla, pudiendo descubrir además esas otras dos entregas que son parte de la Historia del Cine Español. 

Vean, pues, El crack cerosin prejuicios, y en pantalla grande, por favor, como antiguamente… 

Se les quedará un buen aroma de Areta, de cuando se estrenaba como detective y le regalaban petacas para reafirmar el mito, o cuando al final, escuchando jazz, confirma el clásico con una vuelta más al personaje, con esta última vuelta de Areta. 

ENTREVISTAMOS A CARLOS SANTOS, quien no para de asumir riesgos en su carrera y acumular triunfos. 

La última vez que nos vimos fue por Lo dejo cuando quiera y durante la divertida entrevista, ya nos anunciaba que la siguiente promoción seria algo más seria. 

Llegado el momento, nos hemos encontrado con él para charlar de su Areta, que bien podría utilizar ahora como su segundo apellido: Santos-Areta… Suena bien, ¿verdad? Y es que El crack cero no es una película más en su filmografía, sino que forma parte de su vida, de su ADN más cinematográfico. 

Gabardina y tabaco. Recuerdo que tras hacer de Roldán, comentabas que terminaste harto de la dichosa prenda. Y la última vez que nos vimos, fumabas con vaporizador.

¿Cómo has llevado esa vuelta agabán y nicotina?

CARLOS SANTOS: Bueno, son casos distintos (ríe)… Está la gabardina de Roldán y la botarga que me ponían, más los 10 kilos que engordé, durante un rodaje en verano que fue bastante incómodo. Pero aquí, al contrario, hemos rodado en invierno y he adelgazado un poco, estoy más delgadillo. Y respecto al tabaco, la verdad es que el que se fuma en la película es casi aire, así que lo he llevado con mucha tranquilidad. Además, cuando te metes en un personaje cuyas señas de entidad son esa gabardina y el tabaco, esto ayuda mucho a creerte lo que estás haciendo y a meterte en su mundo, en su mente. 

Eres un gran cinéfilo y por edad, sería extraño que no hubieras visto los anteriores Crack. Me figuro que lorevisarías, pero ¿cómo se hace para verlos, sabiendo uno que va a hacer un papel tan mítico? ¿Cómo te enfrentaste a ese visionado? ¿Las viste sólo?  

C. SANTOS: Efectivamente había visto los dos Cracks. Pero las revisé una vez más, cuando me confirmaron para la película. Las vi sólo y como un espectador, simplemente viendo qué me transmitía el tono de la película y el tono de Areta. Viendo qué sensaciones me producía el personaje y cómo las podría incorporar en este nuevo Crack para intentar, además, estar a la altura del fantástico personaje que hace Landa, pero sin ánimo de copiar. Empapándome un poco más de este mundo que me constaba -y me consta- tiene una legión de seguidores. Y es que estamos hablando de un icono de nuestra escena, y de una figura referente para las películas de cine negro en este país. 

Areta y Adela

Me gusta mucho la escena en la trastienda de la perfumería. Es la esencia de Areta, quizás, al ser el más joven en la ficción y quien lo interpreta. También el más romántico, soñador… 

C. SANTOS: Pues coincido contigo. También me gusta mucho esa secuencia; la presentación de Adela, María Cantuel. Un plano secuencia donde, efectivamente, se muestra una Areta muy diferente al que habíamos visto en las otras dos, mostrándonos una cara del personaje que todavía no habíamos visto; un Areta que tiene sueños, que es un romántico empedernido y encuentra en una mujer inteligente, una mujer con personalidad y culta, la compañía perfecta. Está esa frase en otra secuencia: ‘eres lo más cercano a mí que conozco’, que me gustaba mucho porque creo que le define muy bien. Me gusta mucho ese lado del personaje que aparece sólo en las secuencias con María, que disfruté muchísimo, la verdad, porque eran probablemente las escenas en las que me podía soltar y relajar un poco más, mostrando esa cara más humana del personaje que creo que le da una dimensión diferente. Claro que también ocurre en los otros dos Crack, tanto en las escenas con María Casanova, como con la niña en El Crack, dibujando un personaje aún más completo y mostrando una cara que no enseña cuando está metido en su trabajo, en sus investigaciones… Evidentemente es un personaje muy rocoso, en ese sentido, a quien le cuesta expresar sus sentimientos, aunque por supuesto, tiene su corazón y un corazón bastante grande. 

Ha habido más de un crítico que ha señalado esto, también, con mucho acierto. Es verdad que aquí vemos un Areta más joven, que ya ha dejado la policía, aunque todavía no le han pasado muchas cosas. En esta precuela se enfrenta a otros momentos que son los que dibujarán aún más ese carácter, desde la presentación de Areta entre amigos y jugando al mús -con una secuencia en medio, con ese otro lado de Areta, defendiendo a una chica de un maltratador-. mientras que en El Crack conocíamos a Areta, con Landa comiendo sólo y a deshoras, en un restaurante de mala muerte. Creo que el carácter se moldea en las tres películas y al verlasseguidas, empezando por El Crack cero, hay una continuidad fantástica en la evolución del personaje, que creo está muy lograda.  

Gran trabajo contenciónpero también creo que hay un buen trabajo de voz. Además, teniendo esas frases memorables en el guión (los libros abriganeres lo más parecido a mí que conozco), que hay que saber decirlas. ¿Cuál es tu favorita? 

C. SANTOS: Muchas gracias por los piropos, pues era importante para que el personaje. No sólo por su presencia, en cuanto a la contención y a la economía de gestos, sino que fuera rotundo, que llegase a imponer con su presencia a pesar de medir 1’70 -como mido yo- y de ser ‘un pequeñín’, como me dice Jacobo Dicenta… También era importante la voz; clara, concisa, pausada, que se entendiera bien en todo momento y sin ningún arrebato. Luego, efectivamente, eso venía acompañado por unos textos y unos diálogos que daba gloria bendita poder decirlos. Jamás pensé que podría decir en una película, frases del tipo que tú me nombras; los libros abrigan, eres lo más eres lo más parecido a mí que conozco, y tantas otras que hay, que me apasionaba decirlo. Esas que mencionas son de mis favoritas, sin duda, pero hay otra que me encanta también por su sencillez; la de ‘Lo que pasa es que todo eso que me estás contando, a mí, me da igual’. Y otra que decía: ‘Mi cara no se parece nada a mí.’ Qué maravilla, ¿no? Y es que decir ese tipo de frases, definen el género negro. Yo nunca pensé que tendría la oportunidad de decir algo así delante de una cámara y menos, de una cámara que maneja José Luis Garci. 

Carlos Santos es Areta

¿Qué personaje te ha convertido en Areta? ¿Sabes cuál fue el papel que convenció a Garci?

C. SANTOS: Me había visto en El hombre de las mil caras, pero ha reconocido que también haciendo el tontaina en Los hombres de Paco, ‘aquello que hacías de Povedilla’, me dice. Y cuando oí decir Povedilla a José Luis Garci, me entró una emoción muy simpática (ríe). Jose es un gran consumidor de cine y había visto que un cómico como Landa, quien tenía un pasado conocido fundamentalmente por la comedia, podía hacer de repente, otras cosas, y en ese sentido, creo que le recordé un poco a Landa, aunque también me había visto en la de Uribe y en También la lluvia de Bollaín, que su momento fueron películas muy nombradas. Así que supongo que conocía mi trayectoria, pero vamos, que me hizo mucha gracia descubrir que también había visto algo de Los hombres de Paco

Ya formabas parte del Cine Español, pero ahora eres parte de nuestra Historia del cine ¿Cómo fue esa llamada de Garci y el primer encuentro con él? 

Efectivamente, uno tiene la sensación de participar, de culminar esta trilogía con un personaje icónico, como Germán Areta, que es historia de nuestro cine. Claro que uno siente que participa, que está formando parte de ella, pero siempre con todo el respeto y humildad, y teniendo clarísimo que fue Alfredo Landa quien inmortalizó la figura… Cuando me llamaron para ofrecer este personaje, me pasaron el guión y me dijeron que Garci quería conocer, que si estaba libre para incorporarme a la película y pensé que igual querría conocer a dos o tres actores más, que estarían propuestos. Así que me fui a Nickelodeon, a su despacho, y me recibió con “Hombre, si está aquí el Señor Areta. Pase, pase usted, Don Germán (ríe). Con lo cual, como diría el amigo Pepe Sacristán, ahí se me cayeron los palos del sombrajo y me quedé un poco en shock, como diciendo, “O sea, que es ¡ya!”. Creo que fue el casting más breve de mi historia (ríe).Y así fue la primera vez que vi a Jose, que ya tenía casi todo hecho, como los bocetos de arte. Me decía: ‘Mira, así va a ser tu despacho, así tu casa, y estos dibujos son para el posible cartel…’ Y no sólo me regaló el personaje en esa primera charla, sino que antes de despedirse me dice:’Se me olvidaba; tengo un regalo para ti’. Así que salí con el personaje debajo del brazo y además, un libro, el primer libro de los muchos que ha ido regalando durante el rodaje a todo el equipo, porque Jose es un tipo super generoso. 

¿Llegaste a conocer a Landa? 

C. SANTOS: Pues sí, sí que le conocí. A Landa me lo presentó Pepe Sacristán, porque Alfredo Landa y su mujer vinieron al teatro, a ver una función que hacíamos juntos, que se llamaba AlmacenadosFue un tipo encantador. Me felicitó efusivamente al finalizar la función y luego nos fuimos a cenar.  Recuerdo que pasamos un rato estupendo, la verdad… Y hay otro detalle que me emociona mucho, cuando el día del pre-estreno de El Crack cero conocí a sus hijos, quienes me buscaron por todo el cine para darme un abrazo y felicitarme. Te puedo asegurar que fue un momento, después de toda la tensión de los días previos al estreno, con las promos, junket, etc…, que cuando me presentaron a Alfredo, el hijo de Alfredo Landa, y veo además a sus dos hermanas, ahí me rompí. Estaba muy emocionado porque quisieran saludarme y que además, me estuvieran felicitando de esa manera tan sincera. Le pedí disculpas porque casi, no podía ni mirarle a la cara. Y fue un momento de los que me llevaré en la memoria, para siempre. 

¿Compartes gustos con el director y el personaje: ese boxeo, el mus, el jazz

Comparto con José Luis muchísimas cosas, sobre todo, lo que tiene que ver con el cine. Ten en cuenta que aprendí a ver cine, a entender el cine y a descubrí muchísimas películas que, a día de hoy, siguen formando parte de mis 12 ó 15 películas favoritas, gracias a él, gracias a ese maravilloso programa que era Qué grande es el cine. Y a esa corte de invitados como Eduardo Torres-Dulce, Juan Miguel Lamet, Juan Cobos, Luis Alberto de Cuenca… Hemos hablado muchísimo de cine, por supuesto, y me ha sorprendido que muchas películas que me fascinan y que nunca hubiera pensado que le gustarían, le gustan a Garci. Resulta que es un tipo tremendamente moderno -aunque haga gala de lo contrario, o pretenda hacerlo- y está muy al día del cine que se hace. Te sorprendería saber qué películas le gustan de las últimas que se han hecho… Y aunque el boxeo, como tal, no es de mis pasiones, soy un gran amante de Rocky (se ríe). En cuanto al mus, aprendí a jugarlo hace años, pero se me había olvidado y lo hemos refrescado en el rodaje. Así que compartimos muchas cosas. Luego, me ha descubierto otras. Y hasta me ha preparado mi primer Dry Martini -porque le dije que hasta que él no me hiciera uno, no lo iba a probar-. Y así fue… 

Estar con Garci, desde luego, es meterte dentro de su mundo y de su universo, porque te contagia la pasión por todo lo que le gusta. Y te lo contagia en una charla informal con una cerveza delante, o un buen Dry Martini. 

¿Cómo trabajaste la relación con Moro (Miguel Ángel Muñoz) y ese spanglish adelantado a la época? 

Ya en los otros Crack, Miguel Rellán utilizaba el spanglish en muchas ocasiones (ríe). Y siempre han funcionado esos dúos de personajes, con actores como Mel Gibson y Danny Glover, Nick Nolte y Eddie Murphy… Pero para mí, creo que fue la primera vez que oí en una película española el okey makey ese tipo de expresiones, que son tan genuinas de El Moro -tanto el de Muñoz, como de Rellán-, que siguen fascinándome. 

¿Qué escena te resultó más difícil?  Quizás, lo que piensa Areta en el plano final…  

Ese plano estaba perfectamente trabajado. Todo lo que quería significar está muy bien descrito en el guión, con lo cual , o hacía falta condimentarlo demasiado, simplemente sentir. En ese último plano más que pensar, era sentir. Un último plano, un plano secuencia maravilloso, que me regala Jose para terminar la película, con ese momento en el que pongo el vinilo que me ha regalado Adela y le doy al play -que por supuesto, sonaba en el plato-, empiezas a pensar en todas las secuencias que has rodado, en todo lo que has compartido con el personaje de María, en todo lo que has sentido y en que no queda otra, que tirar para adelante… No me planteaba realmente qué pensar. Era sentir la música y que las imágenes flotaran sobre mi cabeza, saliendo lo que tuviera que salir. No había pretensión de buscar un sentimiento concreto, simplemente dejar que la cámara hiciera su trabajo. 

Y del trabajo en teatro, terminamos hablando. Recién llegado de Murcia, de hacer Volvió una noche junto a Beatriz Carvajal, Santos sigue combinando el cine, la tele y la actuación sobre las tablas. 

Nos despedimos con un fuerte abrazo, sabiendo que pronto volveremos hablar de Carlos Santos. Mientras, le seguiremos la pista. 

Mariló C. Calvo 

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