ANIMALES FANTÁSTICOS: LOS CRÍMENES DE GRINDELWALD

Los Animales fantásticos de J. K. Rowling están de vuelta, y los fans de Harry Potter de enhorabuena porque el universo de películas sobre el niño mago, que ahora se centran en Newt Scamander, el magizoologista autor de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, un libro de de animales fantásticos que los alumnos tienen en Hogwarts, vuelve a nuestras pantallas.
Más concretamente, Scamander aparece en la saga inicial en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban mencionado en el mapa del Merodeador que los gemelos Weasley le enseñan a Harry. Su nombre, mostrado de manera fugaz, delata su presencia alrededor del castillo.
Y ahora, desde 2016, Newt cuenta con sus propias películas, de las que Warner Bros., su productora norteamericana, tiene previsto un total de cinco. Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es la segunda.
Grindelwald, el mago tenebroso y temible acerca del que esta película gira, se ha escapado de la cárcel, en la que ha sufrido hasta tres cambios de celda por ser tan conflictivo, además de persuasivo, y pretende unir a sus seguidores para conseguir algo tan oscuro como lo es su propia figura.
Será entonces cuando Newt Scamander intente detenerlo accediendo a la petición de Albus Dumbledore (un fantástico Jude Law, seamos sinceros, Richard Harris estaría muy orgulloso de él), antiguo profesor del mago, quien se niega en rotundo a llevar a cabo él mismo la misión. Por supuesto, tiene sus motivos para no querer hacerlo, y los conoceremos a lo largo del desarrollo de la historia.
Lo malo es que precisamente, el desarrollo de Animales fantásticos: Los crímenes de Gindelwald es lo que falla. Y lo hace estrepitosamente, con un guion de la propia J. K. Rowling que lejos de aclarar circunstancias las presenta de manera confusa. Hay momentos en la película que ni con la Piedra Rosetta seríamos capaces de descifrar lo que nos están contando. A lo mejor si cogemos la Piedra Filosofal ya sí.

Johnny Depp interpreta a Grindelwald
Johnny Depp interpreta a Gindelwald

Humor Harrypotteriano aparte, Animales fantásticos 2, como es de imaginar que será conocida, no es la película que esperábamos los que pensábamos que Animales fantásticos y dónde encontrarlos era una cinta interesante, con un arranque con mucho potencial pero cuya calidad se veía disminuida en el tramo final, exasperante y alargado de manera innecesaria. Una película que en su conjunto era mejorable pero que no dejaba de ser recomendable.
Y ante la llegada de la segunda entrega las expectativas estaban mucho más altas. Altísimas. Pero uno sale del cine con la convicción de que lo mejor que ha visto en ella son los créditos finales, no porque la película acabe, sino porque son realmente brillantes, y que lo mejor que ha escuchado es la banda sonora de James Newton Howard, quien ya compuso la partitura de la anterior, en lugar de habernos maravillado con algunos diálogos de la cinta o con la voz imponente de un Johnny Depp que consigue, por una vez hacernos olvidar a Jack Sparrow.
Pero la voz de Depp no es suficiente para encandilarnos, a pesar de que escucharlo suponga, por el miedo que emana en versión original, un punto a favor de esta producción. Porque ni su personaje está definido con la auténtica dimensión espeluznante que requiere para asustarnos ni su trama cuenta con el peso y la habilidad para que nos estremezca.
De este modo, por más que Depp intente salir del agujero en el que él mismo se lleva metiendo a lo largo de los años, y que solo abandonó para darnos una interpretación terrorífica, esa sí, en Black Mass: Estrictamente criminal, el actor no consigue despegar y sigue estando en esa zona de leyendas a las que todo el mundo les agradece lo que hicieron pero a los que se les pide que no den ningún paso más que en lugar de ayudarlos les hunda su carrera.
Por la misma senda empieza a caminar Eddie Redmayne, un actor más que solvente que ganó un merecido Oscar al mejor actor por mimetizarse con, más que por interpretar a, Stephen Hawking en La teoría del todo, al que los personajes estrambóticos están haciendo mella por la cantidad de elementos extraños que les está aportando y que le están haciendo pasar la incómoda barrera de la sobreactuación, que te dará premios, sí, pero la contención te hace pasar de manera positiva a la historia. Piensa en qué lado prefieres estar.
Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es un film extraordinariamente fallido que ni siquiera los fans de Harry Potter van a agradecer. El guion no es precisamente asombroso, los actores están justitos y los efectos están al nivel de una producción de los años 90 o de las menos apreciadas de años más cercanos, caso de la mismísima Escuadrón suicida, que suponían un retroceso en el avance de este arte que cuando está bien hecho resulta, visualmente, incontestable.
Lo mejor que se puede decir de Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es que recuperamos personajes que, si bien en la primera entrega podrían resultar una carga, caso de Jacob Kowalski (Dan Fogler) o Queenie Goldstein (Alison Sudol) resulten un alivio al lado de lo que la nueva entrega propone. Hasta ese punto es decepcionante.

Silvia García Jerez

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