70 BINLADENS: Baile de máscaras

Cuando crees que has visto 70 Binladens, la película te lleva por derroteros que te demuestran lo contrario. No, no todos los thrillers son iguales. Ni siquiera los que tienen un aire setentero que traen Tarde de perros fácilmente a la memoria o los que tienen pinceladas de un icono del cine policíaco y de suspense como Sospechosos habituales en su propuesta.
Todo está ya contado, todo se ha dicho en el cine, de mil maneras, unas mejores y otras peores, y es raro que alguien nos deslumbre a la hora filmar una historia de amor o un Atraco perfecto, que como ya nos enseñó Stanley Kubick es una excepción que confirma la regla. Aunque luego llegara Spike Lee y reinventara el género con Plan oculto, tal vez su película más redonda.
Y Koldo Serra, director de la estupenda Bosque de sombras y de la magnífica Gernika, rueda 70 Binladens y nos aparta todas nuestras ideas preconcebidas sobre que no se puede impactar con un punto de partida tan manido y un desarrollo que ya vemos venir. Quien vaya con esa premisa al cine se va a llevar una alegría.
Porque 70 Binladens, grandioso título que no admite traducción porque es un apodo que se explica en un rótulo inicial, necesario sobre todo para el mercado internacional, es una festín de elementos que, perteneciendo al género los combinan de manera que parezca que Koldo los está estrenando.
Y dentro de lo que cabe lo está haciendo, porque poner a dos mujeres a capitanear una película que normalmente solo los hombres protagonizarían es un punto a su favor. Y nadie que vea 70 Binladens va a encontrar raro que una clienta de un banco y una atracadora se lleven el mayor metraje de la película.
Porque no tienes que ser una mujer y llamar la atención por ello sino que convencer estando perfecta en un papel que en realidad no tiene sexo predeterminado. Son mujeres y luchan por su causa, cada una la suya. Eso ya las hace fascinantes. Un hombre no lo haría mejor, aunque también haya uno metido en el atraco, pero en un rol claramente diferente y más secundario.

Los atracadores de 70 BINLADENS. Hugo Silva y Nathalie Poza
Hugo Silva y Nathalie Poza, los atracadores de 70 BINLADENS

Emma Suárez interpreta a una madre que tiene que disponer de 35.000 euros para volver a ver a su hija y necesita para ya una transferencia bancaria que se los facilite. Nathalie Poza a una atracadora que quiere, junto al compañero con el que realiza el asalto, el personaje de Hugo Silva, huir de sus vidas y cambiarlas de raíz. Pero todo se va torciendo desde que entran a la entidad que pretenden robar.
No tenía que ser un atraco con rehenes, le grita Lola a Jonan. No era lo que habían previsto, pero ahí están. Los rehenes. Raquel entre ellos, una tranquila mujer que por dentro ebulle para organizar un plan que le permita hacer lo que ha venido a hacer. Y no lo tendrá fácil porque Lola está muy loca y cualquier cosa se puede esperar de ella.
No es solo los giros de guion con los que cuenta 70 Binladens, que esos se suponen al tratarse de un thriller en el que la tensión va subiendo. Es que también la película tiene que contarlos bien, y a ello ayuda un elemento con el que el cine policiaco apenas hace más hincapié del estrictamente necesario: la policía.
En este caso, la Ertzaintza, que estamos en Bilbao. Carlos (Daniel Pérez Prada) y Eva (Bárbara Goenaga), que tienen una participación activa más importante que lo que habitualmente este cuerpo representa en el cine. No se limitan a aparecer y tirotear o a aparecer y esperar sin mayor mediación, sino que se convierten en investigadores de lo que está sucediendo dentro, y eso es oro.
Para terminar de alejar la película de la rutina, sus tres protagonistas están caracterizados de manera espectacular pero sin que este detalle se interponga en sus logros. Porque nada en sus aspectos físicos es una trampa en la trama, simplemente son sus definiciones, y son tan rotundas que no olvidarlas es una consecuencia.
Hugo Silva, a quien hemos visto en películas de gran exigencia interpretativa como Agallas, Las brujas de Zugarramurdi o Musarañas, en cine, y dando vida a su mítico Pacino de El Ministerio del Tiempo, en televisión, levanta ese complicado listón que él mismo se ha puesto y se supera con este Jonan que habla poco pero nos deja sin ella al resto.
Nathalie Poza, por su parte, nos recuerda que el Goya ganado por No sé decir adiós podría repetirse cada vez que estrena un trabajo, y con este con más razón. Y recordemos que en España sí se premian los thrillers.
Su Lola apabulla con una presencia imponente. Duele mirarla, inquieta tenerla al lado, asusta cuando habla y da órdenes. Sus movimientos no tranquilizan y su arma menos aún. Traspasa la pantalla, nos atemoriza y no podemos hacer nada. Aceptarlo. Se lo merece.
Emma Suárez es la tercera del triángulo. Tal vez la más importante porque es con quien comienza todo, pero en ella se personifica la tercera caracterización de este baile de máscaras llamado a ser legendario.
Emma controla todos los resortes de su Raquel y la hace dúctil y flexible, adaptada a las circunstancias y a sí misma para poder asombrarnos con todos los pliegues de un personaje sin límites pero sumamente contenido, algo a lo que tantos actores son alérgicos. No solo es que esté bien dibujado, es que Emma le aporta los matices para vaya creciendo con la película.

Los ertzaintzas Carlos (Daniel Pérez Prada) y Eva (Bárbara Goenaga) de 70 Binladens
Carlos (Daniel Pérez Prada) y Eva (Bárbara Goenaga), los ertzaintzas

Si alguna pega se le puede ponder a 70 Binladens es una pequeña falta de ritmo en algunos enfrentamientos. Cuando surge la pelea no hay silencios que valgan, no en el cine. Los diálogos deberían ser más picados, las interrupciones un hecho, las pausas, inexistentes.
Pero esto es querer limpiar en una superficie impoluta la caída de una pluma tras el aire que entra al abrir una ventana. El pero es tan pequeño en un conjunto tan redondo que una vez citado se diluye en la belleza del mar que contemplamos.
La narrativa de 70 Binladens es prodigiosa. Desde ese plano secuencia inicial que da la bienvenida a los atracadores todo fascina. La acción pasa de dentro del banco a la situación de la calle con la asiduidad de quien no pierde de vista escenarios que se complementan, por lo que tenemos siempre presente qué ocurre en cada uno, incluso cuando un acto que sin ser social lo podemos interpretar como tal desemboca en una de las escenas más divertidas.
Y digo una de las más porque el humor la salpica sin contemplaciones. Es una película, es ficción, pero también podría ser real, podría ser el atraco al que la mala suerte nos enfrente algún día, y por eso también vemos la película con respeto. Por lo reconocible que resulta. Al menos en el cine. Sobre todo por el cine americano que tanto amamos y tanto nos sirve de referencia. Nosotros también podemos igualar sus marcas y hacerlo con orgullo.
La experiencia de ser espectador en 70 Binladens es apasionante. Pensar que una circunstancia llevará a un hecho y que otro tome su lugar es un acierto, y los giros que la película ofrece funcionan, por lo que la admiración va en aumento. En realidad, nada de lo que has visto te prepara para lo que va a pasar aquí, por eso 70 Binladens es tan bienvenida.

Silvia García Jerez

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