WONDER WOMAN 1984: Más Woman que Wonder
En el verano de 2017 llegaba a los cines Wonder Woman, adaptación al cine del personaje de DC Cómics que produjo Warner, protagonizó Gal Gadot y dirigió Patty Jenkins. Una mujer.
Fue un hito en el universo de los superhéores, siempre empeñados en que solo un director, hombre, podía hacerse cargo de proyectos mastodónticos como los que estas ficciones requieren.
Patty Jenkins cambió ese concepto tan machista y demostró que a una mujer no le venía grande una producción de ese calibre, y de la mano de Gal Gadot lograron uno de los taquillazos de aquel año, por lo que la secuela iba a ser un hecho, tarde o temprano… si Warner permitía que Patty la dirigiera, condición que Gal Gadot puso como algo innegociable para participar ella también en la segunda parte.
Y el acuerdo llegó y el equipo volvería a reunirse. Sin Elena Anaya, que era la villana de la primera entrega, papel que ahora recoge el chileno Pedro Pascal, de plena actualidad porque le presta su voz al Mandalorian de la serie de Disney+ en su versión original.
Wonder Woman 1984, que así se ha titulado la nueva entrega de las aventuras de Diana, la amazona, se sitúa, como su año indica, en nuestro mundo más contemporáneo, en el que Diana trabaja en el centro de arte al que entra la arqueóloga Bárbara Minerva (Kristen Wiig), una mujer invisible a ojos de sus compañeros pero con ganas de ser tan magnética como Diana.
Al centro llega una colección que Bárbara ha de catalogar y entre sus piezas se encuentra un artefacto tan extraño como fascinante, porque no parece tener el poder que luego comprobamos que desata, y aparenta ser un inocente compendio de piedra preciosa sin más intención que adornar la sala donde se exponga.
Pero desde el principio Diana se da cuenta de que esa pieza es diferente, aunque Bárbara no sea capaz de verlo. Quien también lo intuye es Maxwell Lord (Pedro Pascal), un fracasado magnate del petróleo que, ya al final de la Guerra Fría, ve una oportunidad de prosperar de verdad si se hace con esa pieza. Ahora solo tiene que conseguirla.
Wonder Woman se convirtió en todo un referente del cine de superhéores realizado por mujeres para todo tipo de público, y cosechó un merecido éxito porque sus logros de película de acción solvente y entretenimiento a raudales la asemejaban a una cinta de las mismas características dirigida por un hombre.
Por fin una mujer demostraba en la industria del cine con más prestigio del planeta que era capaz de conseguir una película al mismo nivel del director más aplaudido y además obtener una recaudación superior a la de cualquier película de superhéoes rodada hasta la fecha.
Pero Wonder Woman 1984 retrocede en sus logros y nos ofrece un film muy alejado de la primera entrega. Posiblemente su duración, dos horas y media, diez minutos más que la primera, no le siente bien, pero es que hay que reconocer que si Jenkins la hubiera acortado, incluso una hora, esta nueva Wonder Woman habría ganado muchísimo en calidad.
Los peros empiezan en la alabada secuencia inicial, que no nos aporta nada ni aquí ni respecto a lo que ya nos enseñó la primera. Un tiempo muy valioso que nos hubiera llevado directamente a 1984. Ya conocemos el personaje y sus orígenes, vayamos directamente a lo que hemos venido.
La película que queda, seamos justos, es un valiente juego de cambio de roles, dejémoslo ahí sin desvelar más de lo debido, que nos guía hacia una moraleja muy sabia y más necesaria. Sí, el mensaje de Wonder Woman 1984 es para enmarcar, pero no la manera en la que Patty Jenkins nos aproxima a él. Insisto en el excesivo metraje y añado los problemas de ritmo, tan poco adecuado para el concepto de un Blockbuster, y la manera en la que la historia se va alargando, dejando por el camino el interés que en un momento dado sí consiguiera despertar.
Wonder Woman 1984 cuenta con algunas secuencias de acción destacables, como la de la carretera persiguiendo a Maxwell Lord y a sus hombres, pero la frescura que tenían en la primera entrega aquí no existe. Es como si en la secuela Diana y su alter ego hubieran perdido la magia que entonces tuvieron y que ahora desean retener pero no pueden.
Wonder Woman 1984 parece gritar en cada plano lo mucho que quiere volver a gustarte, pero sus elementos se van deshaciendo a medida que pasan los minutos. Acciones sin sentido, otras que teniéndolo no interesan como deberían, y un conjunto que aunque no lo queramos, por el recuerdo que tenemos de la primera, flaquea y no es capaz de enderezarse.
Es una lástima. Es el único Blockbuster que Hollywood ha decidido estrenar en salas desde que llegó la Covid-19, porque Tenet poseía envoltorio de blockbuster pero su fondo era plenamente de cine independiente y poco accesible. Pero Wonder Woman 1984, que iba a estrenarse en verano y, como prácticamente todos los títulos norteamericanos que tenían fecha programada se fue retrasando, éste verá la luz en cines, aunque es muy dudoso que escuche aplausos cuando acabe.
Porque si las expectativas están altas, su desarrollo se encarga de irlas bajando, y por mucho que Gal Gadot haga lo imposible para mantenerlas al mismo nivel que su predecesora, es tan incapaz como el resto del equipo de conseguirlo. Wonder Woman se vuelve así más Woman que Wonder.
Silvia García Jerez