VIAJE AL PARAÍSO: El flechazo de la discordia
Cómo ha cambiado todo. Cómo sigue cambiando. En los años 90 Viaje al paraíso habría sido una de las películas más esperadas de la temporada. Protagonizada por George Clooney y Julia Roberts, dos de las estrellas más importantes de los últimos 20 años en Hollywood, sólo por ellos, por eso son estrellas, habría codazos en las taquillas. Entonces las redes sociales no existían y sus usuarios no podían expresar públicamente sus ganas de verla, pero ya se notaría en el momento de adquirir las entradas en los cines, si es que podías comprar una el primer fin de semana. Así de distinto era el panorama.
Hoy sólo consiguen ese tipo de alboroto las películas de superhéroes, la saga Star Wars, sea cual sea el capítulo que toque y las series de las plataformas, que si también provienen de sagas, mucho mejor. Pero una comedia romántica con dos viejas glorias de Hollywood peleándose a lo Spencer Tracy y Katharine Hepburn… eso ya no tiene cabida en las redes sociales y por lo tanto su público potencial, antaño entregado a este tipo de enredos, ya no va a las salas. Todo ha cambiado.
Lo que sigue siendo igual es que cuando estamos ante una película con George Clooney y Julia Roberts, admitámoslo, de qué vaya es lo de menos. Vamos a verlos a ellos. Insisto en que por eso son estrellas, uno de los pilares del cine comercial. Como si el guionista no importara…
Así que vamos a acercarnos un poco al argumento. En este caso tenemos un matrimonio que lo fue y ya no lo es, que cuando no se ven hablan mal del otro con quien sea y cuando se ven se hablan mal entre ellos. Sin insultos, sin malos modos, simplemente no se soportan y lo dejan patente. De una manera muy graciosa, hay que admitir.
En su momento de amor álgido tuvieron una hija, Lily (Kaitlyn Dever, la chica rubia de Súper Empollonas), que primero une a sus padres en su graduación y, menos tiempo después del que a ellos les hubiera gustado, en su boda. Lo suyo ha sido un flechazo y la discordia va a llegar como consecuencia natural. Porque es la boda la que va a centrar toda la acción de la película: en que su madre planea que los dos vayan a Bali, donde ahora vive y de donde es el novio, para intentar impedirla como sea. Su hija no puede cometer el mismo error que ellos.
Hacer comedia no es fácil, por mucho que lo parezca. Hacer reír es un arte y el cine norteamericano, que estaba lleno de maestros en los años del Hollywood dorado, ese que se rodaba en blanco y negro con grandes nombres como Cary Grant o James Stewart, ha sufrido una degradación del género en la que el humor grueso y zafio ha ido sustituyendo al sofisticado, elegante, dejando patente lo complicado que era conseguir el anterior. Hay que tener mucho talento para no caer en la grosería para provocar carcajadas. Y Julia Roberts fue uno de los paradigmas de la comedia bien hecha en los años en que se convirtió en estrella gracias a películas como La boda de mi mejor amigo, en la que, por cierto, también intentaba impedir una. Pero esto no es un remake ni una secuela, aclarémoslo.
El comienzo de Viaje al paraíso es puro Olvídate de París, brillantísima comedia de otro de los genios del género, Billy Crystal. Montaje paralelo contando ambos su punto de vista de la historia. Una delicia. Después, su estilo cambia para regresar a los años 40 y encontrarnos con un George Clooney y una Julia Roberts discutiendo en clave de comedia clásica del más alto nivel.
Si hubiera seguido por esa línea, Viaje al paraíso habría sido un bonito prodigio, pero entonces la comedia desaparece como divertimento, como gag, permaneciendo únicamente el tono. Se convierte así en un Mamma Mía! sin canciones. Y por eso va perdiendo puntos. Muchos.
Sí, es una gozada ver a Clooney y a Roberts. Eso lo teníamos claro desde el principio. Pero hubiéramos querido que la película hubiera hecho un esfuerzo mayor por ser otro clásico en lugar de una del montón de la que solo recordamos que estas dos súper estrellas volvieron a unirse en la gran pantalla, tras hacerlo en Ocean´s Eleven o Money Monster. Dos amigos que lo son delante y detrás de la cámara y que nos ofrecen, al acabar la película y mientras aparecen los primeros créditos, unas tomas falsas del rodaje que son una delicia.
Viaje al paraíso no es una gran película. Se ve igual que cualquier otra, una más de cuantas llaman la atención en una plataforma y no dejan huella cuando han terminado. Y es un lástima porque con ese arranque el desarrollo merecía mucho más que estancarse en su ingenio y planear sobre seguro en las aguas de lo convencional.
Silvia García Jerez