UN GRAN VIAJE ATREVIDO Y MARAVILLOSO
No te lo creas. La última película con Colin Farrell y Margot Robbie se titula Un gran viaje atrevido y maravilloso, pero no te lo creas. El viaje es grande, sí, enorme, pero nada de atrevido y mucho menos maravilloso.
Partamos de la base de que por el cartel, dos estrellas de Hollywood sobre fondo azul con un paraguas azul él, amarillo ella (¿Pretendido guiño a Los paraguas de Cherburgo?), pareciera una comedia romántica. Pues no. De comedia no tiene nada. Sigamos con que el punto de partida es realmente extraño y no se entiende nada de lo que cuenta. Dos extraños se conocen… en una boda… y luego alquilan cada uno un coche y por avatares del destino tienen que ir juntos en el de él para ir siguiendo a un GPS pesadísimo y un tanto seco y borde que les va haciendo paradas en el pasado de sus vidas, a los que acceden a través de las puertas colocadas estratégicamente para ir corrigiendo lo que entonces hicieron mal. Algo así, cine fantástico en medio de una pareja que se va a ir conociendo en un viaje. En lugar de contarse sus vidas como todo el mundo, de cita en cita, se las cuentan en un coche, de camino a no saben bien dónde, ya irán viendo qué destino les tiene preparado ese extraño GPS. Pero el guión es verdaderamente confuso. Sobre todo al comienzo, hasta que los dos personajes se ponen en la ruta de sus pasados.
Un gran viaje atrevido y maravilloso es una película enormemente decepcionante. No hay nada en ella que nos alegre viéndola, ni siquiera la secuencia musical en el instituto de David (Colin Farrell) (¿Pretendido guiño a La La Land?). Es triste, lúgubre, sin gracia, sin ritmo, una pesadez constante protagonizada por unos personajes taciturnos, amargados por esos pasados que no han logrado superar con los que el espectador no puede sentir empatía. Y no puede, no por lo que les pase, que sus casos son muy comunes en la sociedad, sino porque no se hacen querer, son, tratando de ser simpáticos, todo lo contrario. Y, como nos agotan sus tristezas cotidianas y su extraña manera de contárnoslas, desconectamos de sus relatos y sólo queremos que terminen. Cuanto antes.
Es una pena que una película con ese potencial, con dos actores protagonistas a cual más guapo, con esa mezcla inicialmente atractiva de géneros con los que parecía que nos lo íbamos a pasar estupendamente, resulte tan fallida. Ninguno de los elementos casa bien con el conjunto. El número musical no puede estar peor rodado, las escenas familiares no pueden ser menos afectivas, la emotividad no puede estar menos disponible en el metraje y la química entre Colin Farrell y Margot Robbie no puede ser más mínima. Directamente no existe.
Todo se hace pesado en Un gran viaje atrevido y maravilloso. Todo es agotador. Ponemos de nuestra parte porque queremos que nos guste pero no lo conseguimos. Es una película que nos está expulsando continuamente de su propio relato. No logramos entrar en ella. Ni en la cinta ni por las puertas que atraviesan sus protagonistas.
Con un guión de Seth Reiss, autor de la excelente El menú, con Ralph Fiennes a la cabeza de aquel reparto, y con dirección del responsable de la aplaudidísima serie Pachinko, Kogonada, lo cierto es que Un gran viaje atrevido y maravilloso supone un traspiés en su carreras porque este último trabajo de ambos acaba teniendo todo aquello que no querríamos encontrarnos en una película: una mala dirección, un ritmo insufrible, una mezcla de géneros que casan mal entre ellos… Y qué larga se hace. Cuando no congenias con una película todo en ella te sobra. Qué lástima. Querríamos haber dicho de ella que era tan maravillosa como su título indica, pero no nos es posible.
Silvia García Jerez