LA TORRE OSCURA: entretenimiento marca Stephen King
A punto de finalizar el verano 2017, en lo que a estrenos cinematográficos se refiere, llega La Torre Oscura con críticas más negativas que el adjetivo de su título. Tras unos meses en los que el celuloide se ha vestido de gala para recibir los merecidos éxitos de Wonder woman, La guerra del planeta de los simios o Dunkerque, películas que incluso hacían dudar de que estuviéramos en época estival, parece que llegan los saldos a la gran pantalla, capitaneados por las denostadas Transformers: El último caballero, Emoji: La película, El Rey Arturo o La Torre Oscura.
Pero La Torre Oscura no debería estar en ese grupo. Tampoco en el olimpo destinado a la cinta de Christopher Nolan, sino en ese otro, más amplio aunque no tan considerado, debido a la cantidad de títulos que lo habitan, de cine que entretiene, que por momentos fascina, pero que sobre todo nos hace pasar el buen rato que le pedimos a las películas cuando no queremos decantarnos por una obra maestra debido a las exigencias que estas demandan.
La Torre Oscura cumple a la perfección con la función de arrastrar al espectador a un universo fantástico en el que no hay nada nuevo que descubrir respecto a otros relatos del género pero donde los elementos que lo conforman hacen amena su travesía.
Sus protagonistas son El Pistolero (Idris Elba) y El Hombre de Negro (Matthew McConaughey), el bueno y el malo de toda la vida. Uno persigue al otro para que el segundo no consiga su propósito: destruir la Torre Oscura, centro de convergencia de todos los universos, para que los demonios y el mal y se adueñen de ellos. Y en medio de ambos personajes, Jake (Tom Taylor), un niño con visiones que se unirá a El Pistolero para que El Hombre de Negro no triunfe.
Un duelo que bien podría tratarse de un western pero que en manos de Stephen King se ha convertido en una saga de novelas de fantasía cuya adaptación al cine resume todo lo publicado, para alegría de quienes no han leído la obra pero, probablemente, para desesperación de los lectores y seguidores enfervorecidos del relato escrito, que tendrán que esperar a la serie de televisión para encontrar con detalle el contenido de la saga.
Idrid Elba parece, por el momento, el único confirmado del reparto para la pequeña pantalla. No es mal personaje El Pistolero, pero Idris, hombre de gran envergadura, no le aporta tanto como Matthew McConaughey le impregna a su villano. El Hombre de Negro es un acierto, uno de esos señores oscuros contra los que uno nunca está prevenido. Por eso aterrorizan tanto. Cuando alguien te ataca con un revólver sabes a qué atenerte, pero si es un hechicero con poderes infinitos estás perdido.
Matthew logra con su aparición en La Torre Oscura algo parecido a lo que Javier Bardem conseguía con la suya en No es país para viejos: transformar el temor en terror gracias a la dimensión de unos actos que no se pueden intuir con la sola presencia, contundente de por si pero no definitiva. El acecho del mal inquieta pero su constatación paraliza.
Puertas que dan paso a los distintos mundos, seres con pieles humanas para pasar desapercibidos entre nosotros, parajes tenebrosos donde cualquier monstruo puede hacerte daño… La Torre Oscura está llena de guiños al fantástico. Los hemos visto en El Señor de los Anillos, Desafío total o Stargate: Puerta a las estrellas.
Hay más, pero citarlas es ir reduciendo el mérito de La Torre Oscura, una película que a pesar de la fama que se está labrando viene de un material admirado, que engancha y que cuenta con millones de admiradores. Darle una oportunidad a su paso por el celuloide es una parada obligada para aquellos que sientan devoción por el género. De este modo a lo mejor la descalificación está más lejos de lo que inicialmente se pensaba.
Silvia García Jerez