Thor: Ragnarok: Destrucción A Todo Color
El universo Marvel sigue expandiéndose, mutando, interconectándose… Miedo me da el día que se les ocurra sacar el pack completo en blu-ray.
El último episodio en llegar es la tercera del hijo de Odín, cuyo título, nos parece hasta plausible, le hubiese sido bien difícil pronunciar al Jack Lemon de Días De Vino Y Rosas. Hay rosas, azules, verdes, amarillos, brillos, destellos en el planteamiento estético de la muy discotequera Thor: Ragnarok; también mucho humor, quizá en dura pugna con el que disfrutamos en la, también grupal, saga Guardianes De La Galaxia. ¿A ver si va a resultar que Taika Waititi, el director de ésta y del divertido falso documental vampírico Lo Que Hacemos En Las Sombras, es un tipo bien gracioso?
En la graciosa y nueva aventura del hermano de Loki (familiar este aquí muy amigo del disfrazar y del cambio de bando) nos detenemos en un submundo en el arcén de los túneles entre planetas, habitado por lo, digamos, ‘mejorcito de la galaxia’. Un Hulk en perpetuo cabrero verdoso reina en un coliseo de arena interplanetaria al que habrá de enfrentarse el marido de la Pataky, y que nos recordará a Gladiator o vete tú a saber qué episodio de Star Wars.
En otro confín, Asgard está siendo seriamente amenazado por Hela, una Cate Blanchett que ha pasado de madrastra de cuento a hermana comiquera, vengativa y mal intencionada, rivalizando en cuernos con la Maléfica Jolie o el diablo de Legend. El lío padre vamos, y a nuestro héroe no le va a dar ni el martillo, ni la vida… Igual es tiempo obligatorio de cambiar de ídem. Igual también de peinado, planeta, visión, amistades, etc.
Los secundarios, con cameos de rigor, están en su lugar, que viene a ser el no habitual, ya que de hecho esta entrega perfectamente podría haber sido tramitada por el Besson de El Quinto Elemento o Valerian Y La Ciudad De Los Mil Planetas, y si me apuran hasta el de Arthur Y Los Minimoys, en un claro intento de alejarse de oscuridades pasadas.
Resumiendo: Thor: Ragnarok recuerda a muchas cosas y tiene esencia propia, resultando del todo atractiva por lo dislocado del conjunto. Pero aún siendo la más divertida hasta la fecha, la verdad es que de ahí al delirio va un trecho. Me da que nos va a pasar como con los ‘Expedientes Warren’, que nos parecieron, de entrada, copias de lo ya visto y resultaron ser génesis. Cuestiones de tiempo o Cuestión de tiempos.
Luis Cruz