EL PEOR VECINO DEL MUNDO: Antipatía por supervivencia

Con El peor vecino del mundo, Tom Hanks vuelve a estrenar en pantalla grande. Parece que su carrera, en los últimos años, tiene una extraña deriva en la que la mitad de sus trabajos llegan a los cines y la otra mitad solo a las plataformas. En el caso de las primeras tenemos como ejemplos Elvis y Un amigo extraordinario, dos películas altamente decepcionantes -no esperen los lectores que defienda el biopic del Rey del Rock y menos el trabajo de Hanks en él- y en el segundo joyas del calibre de Greyhound: Enemigos bajo el mar (Apple tv), Finch (misma plataforma), Noticias del gran mundo (Netflix) y Pinocho, la gran adaptación de Robert Zemeckis para Disney+ -no esperen los lectores que defienda la de Guillermo del Toro porque me resulta imposible-.

En esta deriva, El peor vecino del mundo habría que colocarla en la primera categoría. Sin saña pero con evidencia. Se trata de un remake, vamos a dar ese dato para comenzar. Es una nueva versión de la original sueca Un hombre llamado Ove, que fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera y al mejor maquillaje en 2017, el año en que le ganaron la iraní El viajante y el maquillaje de Escuadrón suicida… la mala, la de Will Smith.

Tom Hanks interpreta al viudo protagonista de la película

En la película sueca, basada en la novela de Fredrik Backman, se contaba la historia de Ove, un hombre antipático e irascible, gruñón la mayor parte del día con todos sus vecinos, porque ha perdido a su mujer y ya no le interesa seguir viviendo. Quiere reunirse con ella y hace todo lo posible para lograrlo. Sin conseguirlo. Hasta que unos nuevos vecinos llegan para instalarse en la comunidad y la simpatía de ella arrastra a Ove a limar un tanto sus asperezas con el mundo.

El peor vecino del mundo cuenta lo mismo. Sí, pero peor. Hay diferencias sustanciales en la forma en la que la película sueca se acerca a Ove y en la que lo hace a Otto en la norteamericana. Y la clave está en los flashbacks. En la versión sueca éstos ocupan buena parte del metraje. Son básicos. Nos retrotraen a los recuerdos de Ove, de su niñez con su padre, de cuando conoció a Sonja (Ida Engvoll), del ritual con sus manos… todo es precioso en su pasado con ella, a pesar de los malos momentos, y todo es caos sin ella en el presente. Palabras textuales del propio personaje.

En la versión norteamericana los flashback son escasos, el presente de Otto está continuamente presente y la ternura que generaba la historia con su mujer en la cinta sueca se desvanece en esta. Porque no la vemos, porque la suponemos. Aquí que fueron felices es prácticamente un hecho que debemos creer en beneficio de la coherencia con lo que Otto transmite. Y es por eso que el relato de la norteamericana se diluye. Incluso dura más que la sueca para contarlo todo peor.

Mariana Treviño y Tom Hanks dos vecinos cara a cara

Solo hay una cosa que mejora El peor vecino del mundo respecto a su predecesora: la vecina. La nueva inquilina del barrio es una delicia tal que solo por ella vale la pena ver la película. La actriz se llama Mariana Treviño, quien la viera en La casa de las flores, la serie de Netflix, ya la conoce. Para el resto, será un gran descubrimiento. Menuda frescura le aporta a la película. Ella es la sal que obviamente no tiene Otto, un Tom Hanks que demuestra su teoría de que no es creíble interpretando a personajes oscuros porque él mismo no lo es. Otto en su piel queda raro.

Aclaremos que Hanks es el mejor actor del panorama internacional: despojado de artificios, nunca sobreactúa y le imprime a sus personajes una naturalidad que no pareciera interpretada, algo realmente difícil de conseguir que actualmente te excluye de todas las candidaturas a premios que pudieras tener. 7 nominaciones logró El puente de los espías pero ni rastro de su nombre entre ellas. Noticias el gran mundo tuvo 4. Ninguna para él. Y así podríamos seguir con otros trabajos tan llamativos como Capitán Philips o Sully, una de las mejores y más olvidadas películas de Clint Eastwood. Sí, fue nominado por Un amigo extraordinario pero más porque Fred Rodgers era una celebridad en Estados Unidos y fue la compensación de la Academia a su homenaje. Nada más.

En El peor vecino del mundo Hanks, como Otto, ese tipo irascible que no quiere seguir viviendo, se hace antipático por sí mismo y son las mujeres que lo rodean las que le dan el contrapunto tierno, bonito y divertido. Se supone que estamos ante una comedia dramática pero la comedia está presente más bien en el tono, en ver lo cascarrabias que es Otto y en comprobar cómo nadie lo aguanta en el vecindario. Eso, a la larga, es un detrimento para el personaje, porque satura y no le sienta bien a Hanks como intérprete que la cinta se centre tanto en su presente, en su presencia. En su incómoda presencia. En resumen: Hanks es maravilloso pero su personaje no, y eso lastra su trabajo. No es un villano, es alguien molesto con la vida que en realidad nunca ha sido el alma de la fiesta. Sencillamente no es un personaje para su perfil aunque le corresponda por edad.

El peor vecino del mundo no es una mala película. Pero buena tampoco. La cinta sueca era una curiosidad con momentos muy bien narrados y personajes femeninos muy potentes que le daban unos tintes de ternura que se agradecían en medio de un relato más bien áspero y sobrio. Si el origen ya no es más estimulante una versión americana, por mucho que la dirija Marc Forster (Monter´s Ball, Descubriendo Nunca Jamás, Quantum of Solace) no puede ser mucho más amable. Y eso le acaba pesando a un relato que nos gustaría que fuera más brillante de lo que acaba siendo.

Silvia García Jerez

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