THE VIGIL: La angustia de la sutileza
The vigil es una propuesta inusual dentro del género de terror. Pero que no se asusten los lectores que no se trata de un film espeso en el que lo importante es el concepto que se transmite en vez del mal rato al que todos los espectadores ávidos de emociones fuertes esperan.
No, The Vigil, La vigilia, que es su sencilla traducción al español, expone a su público a una tensión que se va materializando poco a poco, y lo hace desde el punto de vista judío ortodoxo, que no suele ser habitual en el cine norteamericano. La comunidad a la que retrata es la novedad pero las consecuencias de la amenaza de lo maligno sigue siendo la misma, así que el resultado es el de un film ciertamente inquietante en su forma con el aderezo de un fondo desconocido que siempre es bienvenido descubrir.
En The Vigil el protagonista es Yakov (Dave Davis), un judío que vive en Brooklyn y que asiste regularmente a un grupo de apoyo en la comunidad ya citada debido a que su estado anímico tras la muerte de su hermano no es el más óptimo.
Teniendo en cuenta que además está desempleado, cuando una noche recibe el encargo, a modo de trabajo, de vigilar el cuerpo de un hermano de la congregación, que ha fallecido y ha de ser velado pero nadie de la familia puede hacerlo y ante el hecho de que las normas de la religión exigen que la persona fallecida tenga que ser acompañada hasta el momento en que los servicios funerarios se lleven el cuerpo de la casa, acepta el encargo de ser él el que se siente al lado del difunto.
Por mucho que se le advierte sobre algún posible problema a la hora de realizarlo, sobre una noche a lo mejor no tan tranquila como cabría esperar, no sabe el pobre Yakov hasta qué punto ésta va a ser una pesadilla. Lo que comienza con toda la normalidad del mundo se va transformando en una atmósfera enrarecida en la que, como se intuye en las cintas del género, nada bueno va a ocurrir.

The Vigil es, pues, una película muy interesante, por la vertiente nueva que plantea, y especialmente inquietante en cuanto a su terror creciente, a medida que el film se va adentrando en la noche que atrapa cada vez más a su protagonista.
Yakov entra en la casa con sus dudas ante tanta advertencia, sus reticencias, porque el dinero que va a recibir no es precisamente la cantidad soñada a cobrar por un trabajo, y la recomendación de que tenga cuidado, pero con la seguridad de que lo que va a realizar en las próximas horas no tiene más riesgo que el de quedarse dormido y no hacer bien su cometido, porque un cuerpo muerto no puede traer peligro.
Pero según comienza su jornada empiezan a pasar cosas extrañas, y ahí el film acierta, mostrándolas con tiento, generando un sentimiento de inquietud que funciona a la perfección, porque todo en la pantalla es sutil, nada es brusco, no hay sustos sino una atmósfera que te va envolviendo en los fenómenos extraños que primero intuimos y luego vamos corroborando.
Por todo ello, The Vigil es una película muy llamativa, digna de experimentar en una sala oscura. Lo malo es que más adelante los fenómenos extraños se desbocan, acumula efectismo y resta efectividad.
Es una lástima que la película caiga en esa tentación, porque tiene mucho mérito que su arranque tenga esa complicidad con el buen cine de terror, el que no asusta de forma fácil sino que sugestiona y se nos va metiendo en el cuerpo, paralizándonos emocionalmente igual que al protagonista.
Pero que esto no nos detenga de querer experimentar esta vigilia, porque lo cierto es que la cinta merece mucho la pena. Hay más novedades en ella que los elementos manidos que también encontraremos. Adentrarse en un universo desconocido es siempre atractivo si queremos ampliar horizontes en nuestro imaginario terrorífico y la película funciona dentro de su género tal y como los espectadores desean.
The Vigil es, entonces, una película atractiva que consigue lo que pretende, tener al espectador agazapado en su butaca a la espera del siguiente movimiento del ente que le hace la noche imposible a nuestro héroe. Siendo la ópera prima de su director, Keith Thomas, es un film de una consistencia insólita y muy de agradecer en un género que suele tender a abusar de los efectismos cuando el talento de sus responsables no les alcanza para asustarnos con la sutileza.
Silvia García Jerez