THE MONKEY: El mono asesino de Stephen King

The Monkey está siendo una de las sensaciones de terror de la temporada. Cada pase de prensa que se hace de la película, cada persona que la ve, coincide en que es una cinta con la que se puede disfrutar mucho porque además de muertes violentas provocadas por el mono del título en inglés también tiene una gran cantidad de humor negro, lo cual al terror siempre le ha venido muy bien, primero como alivio de la tensión y segundo porque es un contraste interesante, ya que en el terror es complicado hallar risa alguna.

The Monkey es un mono de juguete que cuando se le gira la llave que lleva a su espalda hace sonar, con sus baquetas, el bombo que lleva incorporado y cuando acaba de tocar, alguien muere de una manera horripilante. Este personaje nació de la pluma del escritor Stephen King como relato corto en la revista Gallery, en 1980. Fue reeditado en la colección de cuentos Skeleton Crew en 1985 y en el libro La niebla en los países de habla hispana.

Su argumento nos lleva a conocer a los dos hermanos gemelos que lo encuentran en el ático de la casa de su tío y lo prueban. El mono pertenecía a su padre, un minero que desapareció en extrañas circunstancias, posiblemente provocadas por el juguete, y los niños, al descubrir que está maldito y es un asesino se deshacen de él. O eso es lo que creen…

El argumento de la película nos lleva a un prólogo en el conocemos al padre de los protagonistas (Adam Scott, de la serie Separación) y vemos ya lo letal que es el mono; nos enfrentamos a un planteamiento muy parecido al de la novela de King, con alguna mínima diferencia, y por último a un final bastante distinto al de la novela. Con un desarrollo de lo más interesante, pero narrativamente algo caótico. Lo que es adaptar una historia corta a una película de duración normal que no llega a las dos horas. Se deja la idea de la que parte y se añaden elementos que tengan sentido con respecto a la idea original.

Theo James interpreta a los hermanos gemelos protagonistas

The Monkey es el nuevo trabajo de Osgood Perkins, el mismo que el año pasado dejó a los amantes del género alucinados con Longlegs. Con la diferencia de que ahora firma como Osgood y Longlegs lo hizo como Oz Perkins. Lo que no va a cambiar es que este nuevo título, estamos seguros de ello, consagrará a su director como un nombre fundamental dentro del terror. Con el que quiera poner bajo el crédito correspondiente.

The Monkey es una película mucho más ligera que aquella en la que participó Nicolas Cage. Con un tempo menos pausado que la de entonces. En realidad se trata de una película de terror de confección tradicional, puramente comercial, en la que el prólogo ya nos introduce en la atmósfera sangrienta que va a ser la tónica habitual del metraje. Y el humor que la va a ir acompañando. Tal vez hacía falta algo más de este último ingrediente, pero está bastante bien dosificado.

Lo malo es, por un lado el caos que domina parte del relato y lo irregular que acaba siendo, y por otro, la sobreexplicación de lo ocurrido, que como ya pasaba en Longlegs, es excesiva. Ya nos hemos dado cuenta de todo pero Osgood se empeña, como entonces, en recalcarlo de modo que le resta grandeza a los logros que ya habíamos detectado que el conjunto tenía.

Por lo tanto, The Monkey se queda en un ejercicio de estilo bastante original -en el tramo inicial hace gala de unas elipsis especialmente hábiles con el relato, creando con el montaje también ese humor negro que caracteriza a la película- que no acaba de ser todo lo genial que creíamos que sería por el aura de cinta sensacional con la que se estrena. La idea es magnífica pero es mejor que el resultado, aunque haya habido momentos en los que nos lo hemos pasado muy bien como espectadores.

Es una película que tiene todos los elementos para gustarle a los amantes del terror, pero sus irregularidades le quitan puntos para ser el ejemplo a seguir que debería. Aún así es muy recomendable para pasar un rato entretenido con este nuevo ‘Destino final‘ y las muertes salvajes que nos tiene preparadas este mono con baquetas. Y con una sonrisa tan maléfica como sus intenciones.

Silvia García Jerez

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