SULLY: redescubrimiento de lo conocido

Chesley «Sully» Sullenberger, piloto de las líneas aéreas estadounidenses, obró el milagro de amerizar en el río Hudson el vuelo 1549 de US Airways el 15 de enero de 2009 que, además, acababa de despegar. Unos pájaros fueron los responsables no solo de que el avión no pudiera llegar a su destino sino de hacer imposible cualquier aterrizaje forzoso en aeropuertos cercanos.
Sully, diminutivo por el que se conoce al héroe, salvó tanto a los pasajeros como a la tripulación, de entre quienes destaca también su copiloto, Jeff Skiles, que fue de gran ayuda en la gesta. A Sully y a su equipo le fueron otorgadas las Llaves de la Ciudad, de Nueva York, claro está, por parte de su entonces alcalde, Michael Bloomberg.
Esta es la historia real de la heroicidad conocida como «El milagro del río Hudson» y Clint Eastwood

El auténtico Sully junto al alcalde Michael Bloomberg
El auténtico Sully junto al alcalde Michael Bloomberg

quiso llevarla a la pantalla grande en una película que lleva por título el apelativo del piloto y que narra cuanto Sully vivió en medio de la investigación que se le abre tras el incidente de cara a verificar si su decisión de amerizar en tan peculiar lugar fue la correcta o si por el contrario pudo haber vuelto al aeropuerto de La Guardia y realizar las operaciones de aterrizaje con menor riesgo del que corrió.
Y es aquí donde Clint Eastwood demuestra ser el maestro que en los últimos años habíamos perdido, en trabajos que no le hacían justicia a su talento como Invictus, Más allá de la vida, J. Edgar, Jersey Boys o la sobrevalorada El francotirador, recuperando su milimétrico y perfecto toque de director clásico, con el que borda un relato que ya conocemos pero que en sus manos parece completamente nuevo.

Sully avisó a los pasajeros del peligro que acechaba
Sully avisó a los pasajeros del peligro que acechaba

No es fácil que un acontecimiento legendario resulte apasionante, pero que no sea sencillo no significa que resulte imposible de conseguir. Previamente Titanic desbordó las taquillas e igualó al Ben-Hur de William Wyler en 11 estatuillas doradas de la Academia, cuando todos sabíamos qué le esperaba al barco antes incluso de entrar en la sala. También United 93, de Paul Greengrass, relataba con estremecedora brillantez, y a tiempo real, el secuestro de dicho vuelo el 11 de septiembre de 2001. Sully, ahora, puede sumarse a la lista de grandes películas que se apoyan en hechos reales y que se alejan del telefilme en que suelen convertirse, debido a esa circunstancia, muchas producciones.
Más importante que el qué siempre es el cómo y desde el comienzo, la presentación del personaje, vemos los primeros trazos de lo que será esta joya. Imagen, sonido y fundidos a créditos iniciales indican que Eastwood vuelve por la senda que lo ha hecho grande. Y una vez que ya tenemos a Tom Hanks presente en el metraje, con toda su contundencia, convertido en el Sully que nos emocionará durante una hora y media, solo nos queda extasiarnos ante el espectáculo que el director nos tiene preparados.
La angustia de los momentos vividos, la profesionalidad imponiéndose a la desesperación, el trauma posterior de lo que pudo ser y no fue, todo lo cuenta Eastwood con la humanidad y la elegancia de la que solo los grandes hacen gala en cada plano. Sin necesidad de mover nerviosamente la cámara, sin un montaje frenético que sustituya el ritmo interno por el externo y sin una banda sonora épica e insistente que subraye lo que las imágenes ya enfatizan, Clint firma un trabajo de los que marcan en positivo una carrera.
La hora y media que dura la cinta, dato ya ofrecido, pero no lo suficientemente señalado por lo insólito de tan escueto metraje en tiempos en que por menos de dos horas apenas se cuenta nada en una gran producción norteamericana, resultan admirables por la capacidad de Eastwood de analizar la hazaña sin desviarse de lo que ésta requiere, prestando atención a todos los puntos de vista y dejando claro que el hecho que relata fue el milagro que luego le dio nombre.

Sully (Tom Hanks) y su copiloto, Jeff Skiles (Aaron Ekhart) en plena investigación del hecho
Sully (Tom Hanks) y su copiloto, Jeff Skiles (Aaron Ekhart) en plena investigación del hecho

Clint Eastwood, actor primero, director después, ha sabido siempre rodearse de los más grandes intérpretes y obtener lo mejor de ellos. Meryl Streep, Gene Hackman, Angelina Jolie, Kevin Costner, Tim Robbins, Sean Penn, Tommy Lee Jones o Donald Sutherland han agrandado las pantallas bajo su mando y en esta ocasión es Tom Hanks el que les toma el relevo para continuar la tradición.
Hanks, titán entre titanes, vuelve a sobrecogernos en la representación del americano corriente que, comportándose como tal y sin los aspavientos que muchos de sus compañeros creen necesarios para ganar reconocimiento y premios, eleva a Sully por encima de las nubes que en el vuelo que nos ocupa no pudo alcanzar.
De principio a fin la película que director y actor nos brindan es un prodigio, un trabajo realizado con sabiduría y esmero respetando la inteligencia del espectador, sin darle un minuto de más que aburra ni uno de menos que haga incomprensible un conjunto que redondea con la misma grandeza con que Brian de Palma bordaba Los intocables de Elliot Ness, otra obra maestra.

Silvia García Jerez

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