SIN OXÍGENO: La historia real de un milagro bajo el mar
Sin oxígeno es el título de uno de los estrenos del fin de semana del 29 de agosto, pero no debería pasar desapercibido, como uno más de tantos que llegan a nuestras carteleras. En efecto, la cantidad de películas que tenemos cada semana en los cines es tal que no sólo no da tiempo a verlas si un espectador está interesado en más de dos títulos, es que algunos ni siquiera tienen constancia de que tal película se estrenó y estuvo, por poco tiempo, disponible en las salas para quien deseara verla. Sin oxígeno es una de ellas, y es muy recomendable, así que sería estupendo que contara con el foco que merece.
Sin oxígeno cuenta la historia real de Chris Lemons (Finn Cole), un buzo profesional de saturación que se dedica a algo muy especializado y muy complicado: arreglar las grietas y los problemas que surjan de las tuberías de los gasoductos que se encuentran a 90 metros en las profundidades del Mar del Norte, en sus plataformas petrolíferas, llevando ese gas a los centros de distribución. En 2012, durante un trabajo rutinario, y con cierta experiencia ya acumulada, Chris bajó con su compañero de misión, Dave Yuasa (Yimu Liu) y enseguida tuvieron un problema que los obligó a detenerse y a volver al barco en el viajaban. Además, una enorme tormenta, en principio también normal para las circunstancias por muy peligrosa que fuera, lo complica todo desde el comienzo, desde antes de que el barco llegara a la ubicación en la que debía desplegar a sus buzos.
Nada ayudaba y para colmo a Chris se le rompe el cordón umbilical, ese que facilita que no se pierda la comunicación con el barco, y debe quedarse en la plataforma hasta que pueda ser rescatado. Pero esto hace que el oxígeno se agote. Cuando el cordón se le rompe su compañero le indica que ponga en marcha el aire de reserva, pero éste solamente dura 10 minutos… El equipo, arriba, dispuesto a rescatarlo, consume ese tiempo muy rápido sin que hayan podido reaccionar ni encontrar la forma de acceder a Chris, y claro, los minutos se siguen sumando mientras el buzo no es rescatado.
Hasta 29 minutos estuvo Chris sin oxígeno, pero sobrevivió. Nadie sabe cómo, ni los mayores expertos, no lo entienden. Pero el caso fue tan extraordinario que fue motivo de un documental previo a este film, producido por la BBC y titulado Last Breath (2019), o lo que es lo mismo en nuestro idioma, ‘Último aliento’.

momentos antes de que Chris y Dave se sumerjan para inicial el trabajo
Sin oxígeno recrea aquella situación tan al límite que vivió no sólo el buzo afectado sino también su equipo, su jefe directo, Duncan Allock (Woody Harrelson) y el resto de profesionales que iban a bordo del barco ingobernable en plena tormenta, incluyendo a los grupos que también estaban allí para bajar a sus respectivas zonas de las tuberías. Todos ellos sufrieron lo indecible por la posibilidad de perder a un compañero al que parecía imposible no ya poder rescatar, sino hacerlo de modo que pudiera sobrevivir y llevar una vida normal tras el accidente.
Llama la atención cómo el texano Woody Harrelson, actor de renombre y de prestigio, que saltó a la fama al comienzo de su carrera, en los años 80 gracias a la serie Cheers, y que apareció en títulos míticos como Los blancos no la saben meter, Una proposición indecente o Asesinos natos en la década de los 90, se esté decidiendo por proyectos más pequeños, como éste, o como El triángulo de la tristeza, la joya del danés Ruben Ostlund que recibió la nominación al Oscar a la mejor película, al mejor director y al mejor guión original en 2023 en la que él tenía un papel secundario pero muy brillante en el desarrollo de la parte más sórdida del film. Una carrera, la de Harrelson, que está resultando ser toda una agradable sorpresa en cuanto a las elecciones que el actor está decidiendo rodar. Desde aquí, vaya para él nuestro aplauso más entusiasta.
Álex Parkinson, director de Sin oxígeno, consigue que a pesar de que conozcamos la historia, que es fascinante, nos quedemos pegados al asiento siendo testigos de un hecho excepcional, un milagro bajo el mar, en concreto el Mar del Norte, un mar marginal del Océano Atlántico situado entre las costas de Noruega, Alemania o Dinamarca entre otros países que lo rodean. Parkinson consigue un film a medio camino entre el documental y la ficción que recrea el hecho que relata y lo hace con un acierto asombroso, porque pudiendo haber rodado un telefilme ha conseguido una película fuera de esos márgenes, una que se puede encuadrar en el cine de alto nivel, ese que se ve con estrés pero que en realidad se disfruta con pasión por la enorme calidad que transmite cada minuto de metraje.
Sin oxígeno es, por lo tanto, un éxito dentro del cine. Un logro visual apabullante rodado en Malta con un equipo de 120 profesionales tanto de allí como británicos y alemanes. Y se rodó en Malta por la disponibilidad que ofrecía de dos tanques de agua con los que se lograron las secuencias submarinas. Todo muy real, muy bien hecho, muy cuidado para que el espectador sienta en primera persona lo que ocurrió la pasada década en un trabajo que el gran público probablemente desconozca y descubra gracias a este estreno, por lo que recomendamos ver la película en la pantalla más grande posible. O simplemente verla. Del modo que sea.
Silvia García Jerez
