SENTIMENTAL: La cena más provocadora
Sentimental responde a ese tipo de cine que nace primero en el teatro y se traslada sin ningún pudor a la gran pantalla. Y no hay que tenerle miedo a las adaptaciones al cine de obras teatrales, suelen representar igual de de bien lo que en las tablas se vio y lo que se sintió gracias a ella, siempre y cuando se respete el texto original y no se hagan cambios como los que se llevaron a cabo en El Método, la película de Marcelo Piñeyro que surgió de El método Grönholm, de Jordi Galcerán.
También Perfectos desconocidos, uno de los éxitos más apabullantes de la reciente filmografía de Álex de la Iglesia fue estrenada en teatro, con ligeros cambios no estructurales pero sí sustanciales que le daban a la obra un toque ligeramente superior a la ya de por sí espléndida película de De la Iglesia.
Ahora, en plena época de confinamientos, nos llega Sentimental, en la que una pareja que hace años que ni se mira, ni mucho menos se toca, invita a cenar a su casa a sus fogosos vecinos de arriba. La excusa es que conozcan el piso, ya que hace meses que se mudaron y aún no los invitaron, pero en realidad en el ambiente hay algo más: el hecho de comentarles que sus escandalosas noches de sexo molestan a los que sufren, en el piso de abajo, los gemidos, gritos y hasta temblor de paredes de quienes lo gozan. Así no pueden seguir, pero cómo plantear algo tan tabú en la sociedad.

En Sentimental, Cesc Gay, cuya obra él mismo se ha encargado de llevar a la gran pantalla, deja expuesto un tema tan complicado como el sexo libre, sin tapujos ni tabúes. Qué difícil es algo así en un mundo, porque todos seremos iguales en todos los países, lleno de fanfarrones, en el que si no te comes una rosca eres un marginado pero en realidad te está marginando quien tampoco se la come pero no lo admite. Porque no nos gusta admitir las cosas, preferimos huir de la realidad y presumir. De lo que tenemos y de lo que no.
Pero Sentimental, cuyo título aparece en pantalla partido en dos, Senti Mental, para darle todo el simbolismo a esa duplicidad y toda la importancia que la parte de Mental así adquiere, afronta el sexo con la naturalidad que debería tener y aún somos incapaces de darle.
Y también sobre esto incide. Aquí no valen risitas de cortesía: o te metes de lleno o no quieres saber nada y sigues con tu vida tradicional. Que estás en tu derecho, nadie te presiona ni te obliga a nada, pero has de saber que si quieres, puedes, porque hay quien vive lo que tú solamente has pensado y has desechado porque el sexo sigue siendo el tabú que si no nos esforzamos en combatir siempre estará ahí.
Por eso Sentimental, que como película funciona a la perfección aunque se note su germen teatral, es ante todo una comedia eficaz e inteligente, en la que vernos reflejados en alguno de sus roles. Y esa es otra de las virtudes del texto, que nos atrapa porque siempre vamos a estar de acuerdo con alguno de los personajes. Y a lo mejor hasta con varios.
Claro, que la obra está planteada para que sea con alguno de los dos que forman el matrimonio que invita a los vecinos, o Julio (Javier Cámara), totalmente receloso de este mundo que se abre ante él y del que él no se siente parte, o Ana (Griselda Siciliani), más proclive a plantearse las cosas y a no dar un portazo instantáneo a las ideas que escucha. Salva (Alberto San Juan) y Laura (Belén Cuesta) solo generan el conflicto que toda dramaturgia necesita para desarrollarse.

Sentimental supone la nueva colaboración entre Cesc Gay y Javier Cámara como tándem inseparable e invencible. Javier, actor inmenso lleno de registros, capaz de bordar la comedia o el drama, e incluso, como aquí, de mezclar ambos géneros, nos ha dado algunas de sus mejores interpretaciones al lado de Cesc Gay, como la de Una pistola en cada mano o, sin ir más lejos, la de su anterior trabajo como director y guionista, Truman, que le dio a Cámara su segundo Goya, el de mejor actor de reparto.
Javier comparte pantalla con otros tres, de entre quienes es bueno destacar a Griselda Siciliani, su mujer en esta ficción, una intérprete a descubrir que viene de Buenos Aires dispuesta a demostraros que está al nivel de otros compatriotas, caso de Ricardo Darín, a quien Cesc Gay le dio el papel protagonista en Truman. Y por el que Darín ganó también el Goya en dicha categoría.
Griselda está fantástica sirviendo de oposición a Javier Cámara, plantándole cara y dejándonos claro que lo que sus vecinos les cuentan no es ninguna locura ni, por supuesto, ninguna depravación, sino un nuevo punto de vista al que mirar sin complejos.
A ellos los acompañan Alberto San Juan y Belén Cuesta, dos actores espléndidos que aquí sobresalen en tanto en cuanto son los promotores de los temas que la película enfoca. También habrá espectadores que se sientan identificados con ellos, por supuesto, pero la idea es que a partir de sus planteamientos reflexionemos sobre quiénes somos y en quiénes queremos convertirnos. O si queremos seguir siendo los que ayer éramos y simplemente nos proponemos disfrutar de una película sobresaliente.
Porque vamos a disfrutarla muchísimo. El marketing de la cinta afirma que Sentimental es una comedia orgásmica. Y no puede estar mejor definida, porque la comedia también está presente. Muy presente. Sobre todo gracias a la vis que caracteriza a Javier Cámara, a la ironía que le imprime a su Julio, un personaje conservador en lo que a la parte orgásmica del marketing del film se refiere.
Y qué maravilla es disfrutar de Javier. Está sensacional, domina la escena con la sencillez con la que los genios concentran toda la atención por su presencia indiscutible y su talento innegable. Sus miradas, sus movimientos, cuanto Javier hace en la pantalla es imprescindible para que su Julio esté entre los mejores personajes del año y su interpretación entre las más destacadas.
Pero más allá de una película de actores, que lo es, dado su origen teatral, Sentimental es un largometraje prodigioso. Como otras obras que anteriormente han sido portentosas, y siempre se cita 12 hombres sin piedad, de Sidney Lumet, o La huella, de Joseph L. Mankiewicz, como ejemplos de teatro cinematográfico tan bueno que uno ni se acuerda de que está viendo una obra que previamente fue representada sobre las tablas, Sentimental responde a ese logro, a la proeza de que lo importante sea lo que estamos viendo y oyendo, porque una vez que se plantea lo que los vecinos despliegan, uno se convierte en un invitado más y toma partido, aunque no se lo pueda decir a ninguno de los cuatro.
Lo que sí podemos es, cuando la película acabe, decirle a todo el que nos pregunte que Sentimental es una maravillosa experiencia, cinematográfica y de vida, y recomendar ir a verla. Eso sí, con la mente bien abierta, dispuesto a divertirse, a disfrutar de unos actores y un texto prodigioso, y, no lo descartemos, a descubrirse a uno mismo.
Silvia García Jerez