Quien A Hierro Mata: La Tormenta Desde El Precipicio
Quien A Hierro Mata, contando, sí, con un guion algo errático y lleno de cabos sueltos, pero por otra parte del todo plausible, es una estupenda historia de redención, venganza y malvadas realidades. Podríamos decir que el director Paco Plaza se mantiene en los márgenes del terror, una vez más y como es habitual en él, pero esta vez con un calado que habríamos de denominar como de andar por casa, de piel arañada por el dolor, resumiendo: de ese tipo en el que todos podemos caer a poco que la mala suerte nos mire de refilón. Ya que la vida es una lotería y ¡ay de ti si te toca el peor premio gordo! Siguiendo con el refranero: Tanto va el cántaro a la fuente que… pero igual tampoco es necesario apostar para perder. Si ha de llover, lloverá maldita realidad.
Quien A Hierro Mata, con ecos, pensamos que no pretendidos, de la noruega Uno Tras Otro, la británica La Muerte Y La Doncella o la estadounidense Una Historia De Violencia, sabe dosificar muy bien sus intenciones (claro acierto, en este punto, para los guionistas Galiñanes y Guerricaechevarría), permitiendo así al espectador componer su propia hoja de ruta moral al tener que encajar los pros y los contras de la revancha, las cuentas pendientes y de los finales de todos aquellos que saben qué principios los llevaron allí.
Y allí está Luis Tosar con un personaje que se lleva por dentro y con el que a poco que tengas sangre en las venas, ya sabéis, esos ríos de color púrpura por los que transita la ira, la inconsciencia dopada o la culpa, objetiva o no, consigue que empaticemos con él. Aquí no hijo de malamadre pero sí, al igual que en Celda 211, con mujer embarazada y mogollón de asuntos por resolver. Mención ganada a pulso también merecen, en Quien A Hierro Mata, un padre y unos hijos, heredemos de series españolas como Gigantes y Fariña, o la adaptación televisiva estadounidense del clásico mafioso del cine reciente australiano Animal Kingdom, convertidos, a golpe de inquina, en un racimo de bombas de relojería barata, a rebosar de codicia y malas artes. Todo ello, gracias al estupendo trabajo de los actores Xan Cejudo, Ismael Martínez y Enric Auquer.
Quien A Hierro Mata, con todo lo dicho y con lo que nos callamos, nos hace caminar por el borde del abismo de quienes enfrentan su destino, a sabiendas de que este no viene a cara descubierta, ni se describirá con buenas palabras, ni se rubricará con las mejores acciones. La línea que separa el bien del mal hace tiempo que desapareció como la cocaína cuando soplas en el espejo que minutos antes se llenaba con los destellos de neón nocturno o fluorescente hospitalario. La sensación de daño es tan volátil como a la par duradera. Y el que no sepa verlo, ya que cuando se cruza la oscuridad poca luz hay, solo podrá esperar que el paso del huracán deje destrozos asumibles: ¡Incauto esperanzado!
Luis Cruz