PROYECTO RAMPAGE: El arte de la destrucción
Proyecto Rampage es el título español de Rampage, la adaptación a la gran pantalla del juego de Arcade nacido en la década de los 80 en el que monstruos gigantes subían por los edificios y los destrozaban. Los jugadores elegían uno de los enormes animales, el simio, la lagartija o el lobo, para, con los mandos, ir manejándolos y que fueran rompiendo lo que pillaran.
En 2018 Warner Bros. lleva el videojuego al cine y lo hace con la espectacularidad que hoy se le aplica a las películas de serie B de antaño. Es decir, sabemos que son serie B porque el esquema es el de una cinta comercial que no aspira a ser más que un éxito de taquilla, pero en el pasado eran títulos de bajo presupuesto con estrellas que no cobraran demasiado y con una publicidad casi inexistente. Cómo cambian los tiempos.
Hoy las series B de la ciencia ficción y la acción desenfrenada se realiza con presupuestos astronómicos (120 millones de dólares ha costado Proyecto Rampage), con estrellas del género, caso de Dwayne Johnson, uno de los rostros mejor pagados de Hollywood, y con una publicidad que antes no te enteras de lo que pasa en tu casa que no estar al tanto del último estreno de cine de catástrofes.

De este modo, Dwayne Johnson se mete en la piel de un primatólogo al que parece importarle más los animales que los humanos. De hecho, es el mejor amigo de George, un gorila albino al que lleva cuidando desde su traumática infancia y con el que se comunica a través de lengua de signos.
George será el primero de los tres animales que resultarán infectados por un suero mutagénico que, por avatares de la vida, llega a la Tierra tras su accidentado viaje desde una nave espacial cuya tripulación debía hacerse cargo de él. Y por él, George verá su ADN modificado, pasando de ser el simpático simio que conocemos al comienzo al salvaje e incontrolable en el que se transforma.
Un lobo y un cocodrilo verán, asimismo, cambiada su genética, y contra los tres tendrá que luchar Davis (Dwayne Johnson) junto con una ingeniera genética, Kate (Naomi Harris). Temerosos de que los mutantes lleguen a destrozar la ciudad de Chicago, advierten a los militares del peligro que corren sus habitantes, y como suele suceder, al encontrar oídos sordos a las instrucciones de los que saben de esto, Davis y Kate se pondrán en marcha para hacer ellos lo que las autoridades no contemplan.

Proyecto Rampage es cine de palomitas en estado puro, con todas las garantías que el género puede ofrecer. Tal vez sea pertinente echarle en cara que la acción contundente tarde en llegar, que la exposición del universo del videojuego tenga un prólogo excesivamente largo para, como todos sabemos, acabar viendo animales lanzando coches y subiendo por los edificios. Pero lo cierto es que como película que es, también necesita un contexto, una razón de ser. Si solo se muestra la acción, menuda película más vacía.
No es Shakespeare, eso también lo tenemos claro, pero a los personajes hay que darles una base dramática sobre la que actuar. Hay que incluir buenos y malos, cada uno con su historia y sus principios, cada uno con su meta en la vida. Luego ya jugaremos con sus posiblidades en la historia y los enfrentaremos a las más terribles situaciones.
Siendo Proyecto Rampage una cinta enormemente entretenida, que da lo que ofrece sin engañar a nadie, se echa en falta más humor. Ese que tenía La jungla de cristal, ese estilo macarra de mala leche para quienes se lo merecen, de eso hay en dosis excesivamente contenidas. Y para ser sinceros, en este aspecto quien se lleva los honores de generar las risas más auténticas es el mismísimo George, dueño de los mejores momentos del film y de una de las escenas clave de la película.
Dirigida por Brad Peyton, responsable de San Andrés, también con Dwayne Johnson, ya demostró entonces su capacidad para el cine de catástrofes en el marco del entretenimiento. Uno ve Proyecto Rampage, y al acabar, que es cuando aparecen los créditos del film, al leer su nombre es cuando se entiende perfectamente el nivel de diversión que Proyecto Rampage ha llegado a transmitir.
Sí, tendrá sus problemas de guión, sus situaciones imposibles, su este y su aquel, pero que una película de Hollywood ofrezca semejante espectáculo en menos de dos horas es para estar muy agradecido y para seguir confiando en este tandem que tantas alegrías nos está dando.
Silvia García Jerez