POLVO SERÁN: La danza de la muerte
Polvo serán es lo más parecido a un experimento. Un experimento fascinante en el que tienes que entrar de lleno desde el principio o no lo conseguirás en todo el metraje. Pero lo más probable es que lo logres porque toda ella, la película, te envuelve con su embrujo y no te queda más remedio que rendirte a su propuesta.
Polvo serán es la nueva película de Carlos Marques-Marcet, director y guionista de 10.000 Km, film con el que se dio a conocer -era su ópera prima- y que a quienes vimos nos deslumbró por completo. Una genialidad que llenaba el cine de desasosiego por esa pareja que ponía a prueba su amor con la distancia del título. La película, por cierto, que nos descubrió a muchos de los que no vivíamos en Barcelona a ese monstruo de la interpretación que es David Verdaguer, conocidísimo entonces en su Cataluña natal pero no demasiado fuera de ella.
Marques-Marcet también nos regaló en 2019 Los días que vendrán, de nuevo con Verdaguer al frente del reparto y con su entonces pareja, María Rodríguez Soto, en un drama con tintes de comedia que nos mostraba, casi a tiempo real, el embarazo real de María. Una delicia que pasó desapercibida en la temporada de premios mereciéndolos absolutamente todos.
Y ahora Marques-Marcet estrena Polvo serán, una historia que surge como contrapunto a Los días que vendrán. Nacimiento vs. Muerte. Una historia basada en hechos reales porque en Suiza hay una asociación de suicidio asistido a la que Claudia (Ángela Molina), decide irse cuando le descubren un tumor cerebral incurable. Pero no se marchará sola, su marido, Flavio (Alfredo Castro) se irá con ella, porque no puede soportar la idea de no tenerla a su lado. Así que elige afrontar el mismo destino.
Y todo esto lo cuenta Carlos Marques-Marcet envolviendo la tragedia en un musical. Un musical que sucede, en su mayor parte, en la cabeza de los personajes, para escapar de sus realidades. Es algo que hay que aclarar. La Veronal, una compañía de artistas procedentes del mundo de la danza, del cine o la literatura, fue fundada en 2005 por Marcos Morau y es la encargada de la música y las coreografías de Polvo serán. Si ya la mera idea de ponerse a bailar en un cementerio es un tanto tétrica, ver el resultado es curioso. Y fascinante. Porque no son coreografías desatadas, no hay números musicales donde una chica vuele porque su pareja de baile la ha cogido por la cintura. Aquí es todo más delicado, más sutil. Y más extraño. Porque los movimientos son comedidos y parecen robotizados. Pero quedan bien porque forman parte de la personalidad única que la película tiene. Son, simplemente, un rasgo más de ésta.
Polvo serán es, en su definición, y en su totalidad, una película muy especial. También así la define su protagonista, Ángela Molina, una leyenda que toma las riendas de una historia que hace suya con la naturalidad de quien lleva años en la profesión, de quien se sabe todos los trucos y maneja a la perfección las armas de su oficio. No estamos acostumbrados a ver a mujeres mayores liderando repartos en la gran pantalla. Nuestros prejuicios y el tipo de películas que se producen siempre las sitúa en un segundo plano, como madres del protagonista, como la abuela entrañable o cascarrabias que sólo en cinco minutos de metraje le deja claras las cosas a quien corresponda. Pero no suele tener más tiempo en la historia. Aquí sí, y lo vamos a agradecer. La veteranía debería ser un aliciente, no un estorbo, y que alguien con la sabiduría de Ángela Molina protagonice una película también debería ser motivo de alegría. Polvo serán es grande, entre otras cosas, gracias a ella. Y a lo divertida que está a pesar de la muerte que ronda a su personaje.
Polvo serán es grande, sí, y una delicia. Es una película tan original que nos hipnotiza, nos asombra su derroche de imaginación y su valentía a la hora de exponer un tema tan crudo de esa forma tan lírica. Su único fallo es, tal vez, entenderse demasiado. La parte de la llegada a Suiza se vuelve plúmbea, pesada. La contemplación de sus imponentes paisajes nos sobra, nos saca de un relato íntimo que no debió haberlo dejado de ser. Pero son pocos minutos, en seguida vuelve al rumbo que tan acertadamente tenía y nos deleita de nuevo con su rareza intrínseca, brillante marca de la casa, o sea, de un título que merece nuestro aplauso.
Si realmente los espectadores quieren ver algo insólito en las pantallas, Polvo serán es la película ideal en la que encontrar eso que se busca y que el cine no suele ofrecer. No es pura fórmula como tantas otras, es algo nuevo y por lo tanto, algo a lo que cada uno deberá decidir si le da su aprobación. Pero no antes de verla, después. Porque muchas veces vamos con una idea preconcebida de lo que vamos a encontrar y es por eso que elegimos una película por encima de las demás, porque sabemos que lo que nos ofrecerá nos va a gustar. Aquí no tenemos esa seguridad, pero no es menos cierto que al acabar la tendrás.
Silvia García Jerez