PHANTASIALAND: El parque de tus sueños
Por mucho que hayas leído sobre él, hasta que no estés en Phantasialand, parque temático situado en Brühl, Alemania, no te harás una idea real de cómo es. Porque por mucha información que tengas, tienes que ajustarla a lo que allí te encuentras para conocer su verdadera dimensión. Y es impresionante. Es el parque de tus sueños.
Phantasialand es lo que se conocía en los años 80 como un parque de atracciones, pero ahora, actualizado a los nuevos tiempos de youtubers, streamers y creadores de contenido en redes sociales hay que denominarlo parque temático. Si queremos. Pero en el caso de Phantasialand está justificado, ya que es el parque más tematizado de Europa. Un lugar en el que primero se ha diseñado la atracción -caso de Black Mamba en Deep in África, o más cercano en el tiempo, porque la zona de Rookburgh se inauguró en 2020, la majestuosa F.L.Y.– y después la decoración que la rodea. Para que resulte ser completamente inmersiva. Y vaya si lo logran. Tanto es así que F.L.Y. merece, con toda admiración y respeto, un artículo aparte, centrado sólo en ella.
Antes de adentrarnos en sus recovecos, señalar algo importante antes de que quien se plantee ir vaya: Phantasialand no es un parque de dos días, como muchas guías afirman y muchos creadores de contenido aseguran, sino de tres, como Disneyland París. Sería de dos días si los puedes aprovechar en su horario completo, que es escaso -de 10:00 a 18:00 casi todo el año, de 11:00 a 20:00 en Wintertraum, su evento de invierno-, si no hay una afluencia masiva que te obligue a esperar 50 minutos de cola en algunas atracciones, si te conoces bien el parque y no tienes que estar 20 minutos buscando el acceso a atracciones cuyas vías estás viendo pasar por encima de tu cabeza sin saber cómo acceder a ellas o si no quieres hacer fotos de todo cuanto te rodea, algo impensable la primera vez que vas porque es todo tan impresionante que fotos tienes que hacer.
Phantasialand es más pequeño que Disneyland París pero está todo tan apelotonado, tiene su espacio tan aprovechado, y un horario tan limitado que es imposible, con una afluencia normal y colas de más de 40 minutos para las atracciones importantes, que son unas cuantas, poder disfrutar de él con tranquilidad y subirte a todo en los dos días que dicen que necesitas para conocerlo. No, quédate uno más, lo vas a agradecer.
Advertencia hecha, vamos a conocer el parque, que es precioso.
Inaugurado en 1967, Phantasialand consta de cinco áreas temáticas y tiene tres hoteles a los que se accede, antes de realizar el check-in correspondiente, desde el exterior, desde la carretera que te lleva al parque: el Ling Bao en la zona de China, el Matamba, en la zona africana, y el Charles Lindbergh, en la de Berlín, dentro de Rookburgh. Éste último, considerado el mejor hotel tematizado dentro de un parque de atracciones. Lujo, diseño espectacular y confortabilidad al máximo nivel en un emplazamiento que lleva el nombre del piloto que en 1927 fue el primero en cruzar el océano Atlántico, de oeste a este, sin escala alguna y en solitario, en 33 horas y 30 minutos. Desde luego, es una hazaña para diseñar una atracción, y un hotel que se entrelace con ella, en su honor. Las otras dos zonas temáticas de las cinco en las que está dividido el parque son la de México y Fantasy, la infantil y más familiar.
A excepción de Fantasy, que es una zona muy normalita, incluso pobretona si la comparamos con la tematización del resto del parque, Phantasialand es una locura visual. Es tan bonito, está tan bien recreado cada mundo en el que te sumerge, que pasear por sus áreas es una auténtica gozada. No hay un parque igual en Europa, y eso que PortAventura tiene una tematización muy apropiada y la zona del oeste o la infantil, que allí sí está muy cuidada, son fabulosas. Pero en Phantasialand la decoración se ha llevado a otro nivel. Hay que estar allí para respirar su absoluta genialidad.
Al salir del hotel Charles Lindbergh, del que os hablamos en el artículo de su atracción, y adentrarnos en la zona de Berlín, que ya estaba construida y operativa desde mucho antes, realmente es como si estuviéramos en dicha ciudad. Su calle principal, su gran boulevard, nos remite a ella. Sus carruseles también, y, cómo no, la gran plaza, Kaiserplatz, bebe de la de Bonn, situada a pocos kilómetros del parque.
En esa área podemos montarnos en su tiovivo tradicional, con sus caballitos subiendo y bajando, en sus sillas voladoras con fuentes de agua que suben y bajan a la altura de tus pies, podemos adentrarnos en Maus au Chocolat, atracción de interior en la que una vez montados en sus coches, ataviados con una manga pastelera virtual, pasamos por distintas pantallas en las que debemos dar caza a ratones que se han colado en la fábrica de dulces, y podemos también entrar en el Hotel Tartuff, otra atracción que es una Fun House como el Barco del Mississipi que había en el parque de atracciones, pero a modo de hotel en el que todo está al revés y has de pasar por habitaciones con divertidas actividades para ir avanzando de unas a otras hasta la salida.
Lo cierto es que la zona de Berlín es ideal. Al fondo de la Kaiserplatz nos encontraremos con unas escaleras y unas tumbonas para que los visitantes se sienten, coman, descansen o admiren las vistas, que son de las más bonitas del parque. Merece la pena sentarse en ellas un rato y contemplar lo que ocurre a tu alrededor. Un momento de relajación en medio del estrés al que ya hemos comentado que Phantasialand te somete.
Y en breve, continuemos la visita, que queda mucho por descubrir. Pero en dos días no te va a dar tiempo a todo. Sin ir más lejos, en Fantasy, la cola para Crazy Bats es tan larga que puede que no tengas más tiempo para otras de la misma área. Y Crazy Bats no puedes dejar de probarla porque se trata de una montaña rusa familiar en la que el elemento clave es el añadido posterior a su construcción y puesta en marcha de unas gafas de Realidad Virtual que sincronizan una historia de tres murciélagos con el recorrido de sus vagones por las vías. Es una atracción única que no encontrarás en otros parques, y no te puedes ir de Phantasialand sin conocer a estos murcielaguitos virtuales que son la joya de Fantasy.
Y es curiosa, pero el vídeo que vemos no está muy bien sincronizado con las gafas. Los personajes se salen del campo visual y por más que gires la cabeza en los momentos en los que no los ves, no vas a encontrarlos en el plano. Es, simplemente, un fallo de programación. Pero la atracción es simpática. Hacer una hora de cola es excesivo, sí, y va a quitarle tiempo a otras, caso de Winja´s Fear and Force, dos montañas rusas muy parecidas a Tarántula, del parque de atracciones, que tienen tiempos de espera cercanos también a la hora, pero es lo que ocurre cuando a la atracción le precede un prestigio y muchas familias quieren montar en ella. Al ser tan única es recomendable probarla y, si tienes que elegir, escoge la que no se parezca a ninguna otra en la que te hayas montado antes.
Y como tienes poco tiempo, recomendamos también prescindir de las dos atracciones de la zona de China, que son muy vintage que no están a la altura del resto de Phantasialand, por lo que más vale adentrarse en Deep in África y montar en la sensacional Black Mamba, cuya zona de colas está tan tematizada que deja muy atrás a la de Shadows of Arham, de Parque Warner, que tan chula es en varios de sus tramos. Black Mamba es la mismísima selva, sonidos ambientales incluidos, con las vías de la atracción pasando por encima de ti mientras te adentras en la cola. No has llegado a los trenes y ya estás viendo el recorrido que estás a punto de realizar. Es asombroso, algo nunca visto en un parque temático.
Y cuando te montas no desmerece nada. Es una pasada subirte a sus trenes y disfrutar de los loopins y del trabajo de tematización alrededor de las vías. La zona no se llama Deep in África por nada. Es que incluso tienes que fijarte en la decoración africana de las paredes de la salida del tren hacia la ventana que supone su inicio y en lo que ocurre en la oscuridad que nos envuelve al finalizar. Todo está pensado para sumergirte en el continente que le da nombre al área, hasta el vestuario de los trabajadores que aseguran los arneses y le dan al botón de arranque.
Pasemos a México y su icónico Colorado Adventure, atracción apadrinada en su día por Michael Jackson, era su favorita, y no nos extraña. Se abrió en 1996 y el propio Michael Jackson hizo la apertura oficial el 11 de mayo de ese mismo año. Podéis encontrar el vídeo en Internet de la cantidad de gente que acudió a ver al ídolo de la música pop subido a la montaña rusa, que por cierto, mantuvo su nombre en ella ‘Colorado Adventure – The Michael Jackson Thrill Ride’ hasta 2013.
Y es una gozada. Familiar, sí, pero con alma de montaña rusa adulta, con tres alturas con sus correspondientes caídas, sus zonas oscuras, sus 50 km/h y sus buenos 1.280 metros de recorrido que se convierten en 2 minutos y 55 segundos, una de las más largas del parque. Es divertidísima y tiene una personalidad única que hace que, de pasar más tiempo en el parque, pudieras repetirla.
En medio de ella, porque sus vías se cruzan con otra atracción, tienes Tikal, una torre de caída libre infantil pero muy simpática. Tiene tres ciclos y si te toca el de subida y bajada, aunque ésta sea a trompicones, que le aporta más salsa y diversión, no vas a tener la mejor representación de que lo que nos puede ofrecer. Hay otro que da giros en la parte de arriba que supera al anterior, dándote una vista del área en la que estamos de lo más agradecida. Para los niños es una atracción estupenda.
En México también está Talocán, un Top Spin muy intenso con un espectáculo de agua y fuego preparado para aquellos a los que les toque la zona de sillas delantera. Si te sientas por detrás sólo verás la pared. Si no tienes mucho tiempo en el parque, un Top Spin más no es tu prioridad. Y Chiapas, una de las atracciones de agua. Es legendaria, pero si te pilla un día muy frío por el parque tampoco es que sea la más recomendable, porque moja hasta calar. Y mucho.
Nos queda la zona de Mystery, que es otra de las joyas del parque. Allí nos encontramos con River Quest, otra de agua que es preferible hacerla en días de más calor o con Mystery Castle, una torre interior de caída libre, parecida a The Hollywood Tower Hotel de los parques Disney, sin toda la historia de la niña que desapareció en ella pero con su propia personalidad, con otros efectos a la hora de la caída que nos llevan a otro universo distinto. Y muy chulo. También es una tracción con tres ciclos y si te toca el de subida y bajada no va a ser lo mismo. Pero si te toca otro, lo vas a pasar muy bien. Lo dejo ahí para no desvelar nada de lo que te puedes encontrar en su interior.
Y acabamos Phantasialand con su atracción estrella, dentro de Mystery también pero en el entorno de Klugheim, al menos antes de que llegara F.L.Y. al recinto. O, para algunos incluso más, porque es la favorita de muchos de sus visitantes, por encima de la de la zona de Rookburgh, y por eso también hemos elegido una instantánea de su recorrido para la foto de portada de este artículo. Se trata de Taron, una montaña rusa multilanzamiento (dos) construida por Intamin, la misma empresa que nos ha dado Batman Gotham City Escape, en el Parque Warner.
Con una velocidad máxima de 117 km/h fue durante mucho tiempo la más rápida conocida, y su duración es de 2 minutos debido a su enorme longitud, 1.320 metros. Por compararlas, Batman Gotham City Escape tiene una longitud de 1.010 metros, una duración de 111 segundos, cuenta con 4 inversiones y tres lanzamientos. Es decir, técnicamente, la situada en el parque temático español es superior a los logros que en 2016 alcanzara Taron.
Como Taron es tan legendaria las colas de espera son acordes a su fama. No parece que pueda haber día en el que tardes menos de 45 minutos en montarte. Una cola serpenteante que te lleva al sótano del parque, a una escalera que te baja al nivel del que salen los trenes disparados hacia el largo recorrido que te espera por delante. Y éste es, además de largo, un tanto brusco. Da unos tirones que puedes ir contándolos. No es nada fluida, no es suave, no es confortable, pero, sí, su segundo lanzamiento es fabuloso. Un segundo lanzamiento largo que te lleva a la subida de la roca en la que está enclavada la atracción, en otro trabajo de tematización muy apropiado y atractivo. Ese momento, ya digo, es puro oro. El que ha hecho brillar a Taron y, para muchos, lo sigue haciendo brillar.
Pero no, por aquí os aseguramos que es mejor Batman Gotham City Escape. Está técnicamente más avanzada, su recorrido es más completo en efectos, tanto sonoros como de ambientación, sus lanzamientos son suaves y su experiencia, en general, mucho más satisfactoria. Aunque sea más corta. El tamaño, también en las atracciones, no es lo más importante. A su espalda, detrás de Taron, se encuentra su hermana pequeña, Raik, una atracción mucho más corta y más familiar pero del mismo estilo de Taron, aunque en este caso se trata de un boomerang que comienza hacia atrás para lanzarte luego hacia adelante. Una vez más, y como ocurre con muchas de las atracciones de Phantasialand, al estar situada en su mismo emplazamiento, sus recorridos se cruzan y resulta una gozada visual a un nivel que ningún otro parque alcanza.
Porque Phantasialand es un sueño de parque. Tal vez no sea el mejor en cuanto a las atracciones, aunque tenga algunas que una vez conocidas llegan a ser imprescindibles. Es la tematización la que nos vuelve locos. Es una absoluta barbaridad estar allí, caminando por sus instalaciones, descubriendo sus múltiples rincones y admirando el trabajo de decoración que tanto atracciones como áreas al completo tienen.
Y su banda sonora… Es impecable. Caminar por su recinto y que la música te envuelva sin ser invasiva y agotadora es una experiencia aún más grande. Qué cuidado está todo en Phantasialand, es una gozada. Un parque ante el que hay que rendirse. A su genialidad, a su encanto, a su diseño, a su enorme personalidad. Un parque que, sólo estando allí, entiendes que sea referencia de tantos aficionados a ellos. Que esté tan alto en los ránkings de los más recomendables y que tenga tan enorme prestigio. Y sin ser demasiado conocido, al menos en nuestro país. Si siendo tan desconocido tiene esas afluencias y esas colas en las atracciones más demandadas, cuando sea más famoso no se podrá llegar ni a los hoteles que dan acceso a su interior… Es broma, pero también será porque se lo ha ganado.
Silvia García Jerez