Para Toda La Muerte: Coloreada Comedia De Cine En Blanco Y Negro
Para Toda La Muerte llegará a los cines el último día de este mes de enero, y a juzgar por ella, junto con el resto de estrenos, tenemos claro que las distribuidoras cinematográficas no se han reservado, precisamente, lo mejor para el final.
Con un guion de Ana Graciani, que deja al polifacético Alfonso Sánchez solo con dos de su perfiles habituales, actor y director, Para Toda La Muerte se nos antoja que podría haber funcionado mejor sobre las tablas de un teatro, cuya audiencia potencial también disfrutaría sin complejos de cualquier comedia sin pretensiones, en función de sábado tarde, con joyerío, trajerío, laquerío y claras ganas de evasión por evasión, algo que, siendo coherentes, tampoco tendría por qué ser malo: para gustos dispares, opciones de la parrilla televisiva.
Para Toda La Muerte, aún con su toque, quizá tremendista, de crítica social, cuenta con el resolutivo trabajo actoral del elenco, con sus altos y sus bajos: las féminas en el cine español ya sabemos que suelen ganar por goleada, además de una clara, y loca, intención vodevilesca, como ya hemos comentado, no acaba de cuajar en ningún momento, dejándonos con la sensación de que una vuelta más al conjunto no hubiese estado de más, en esa búsqueda infructuosa a todas luces de ese cine, aquí lejano en comparativa, que en otras décadas cinematográficas españolas del pasado siglo, y en estupendo blanco y negro, sí que supo matarnos de risa, o de simpatiquísima y acidísima crítica.
En Para Toda La Muerte no hay Atraco A Las Tres (si acaso a las tres y media), ni se busca El Pisito ni El Cochecito, aunque sí que podría darse un relativo sí a dos noes del cine patrio: No Desearás Al Vecino Del Quinto y ¡No Firmes Más Letras, Cielo! Dicho lo cual, hagan ustedes mismos sus cuentas, puesto que aunque los haya que digan que El Mundo Es Nuestro, otros tantos pensarán que El Mundo Es Suyo.
Luis Cruz