OVERLORD: El enemigo está dentro
En Overlord el enemigo está dentro. Pero dentro de uno mismo, que es el peor de todos. Bueno, no adelantemos acontecimientos y vayamos, como primera medida, a contar qué es Overlord.
Se trata de un film que mezcla drama, acción y ciencia ficción en vísperas del Desembarco de Normandía, de la operación que dio en llamarse Overlord, aunque no se trate del mismo día y el título lleve a confusión.
En él, un grupo de paracaidistas americanos descienden en tierras francesas y dan con el pueblo en el que tienen que cumplir una misión antes de que en el Día D las embarcaciones hagan su aparición en la costa.
Una vez en el pueblo, se instalan y deben hacer reconocimiento de la zona para localizar la iglesia objetivo de la misión. Pero los nazis no los van a dejar tranquilos y no solo amenazan con que tal reconocimiento no pueda llevarse a cabo sino que son los protagonistas del descubrimiento que el disciplinado Boyce (Jovan Adepo) realiza en el sitio donde tiene que tener lugar la acción.
Boyce es testigo de los experimentos que llevan a cabo los nazis, con espeluznantes resultados, por lo que ahora el fin de la operación tiene que ser forzosamente otro.
Overlord está producida por J. J. Abrams, un hombre todoterreno capaz de triunfar en la dirección de la pequeña pantalla (es el creador, además, de Alias o Perdidos), de la gran pantalla (Super 8, Misión Imposible 3 o el Episodio VII: El despertar de la Fuerza), o escribiendo los guiones de Armageddon o Fringe, por citar dos títulos que también conjuguen cine y televisión.
Ha sido él mismo quien ha desmentido los rumores de que Overlord finalmente formase parte de la franquicia Cloverfield, que sí incluía Cloverfield Paradox, que también produjo y que Paramount vendió a Netflix en lugar de estrenar en salas, concluyendo con ella la trilogía que empezó con Clovefield en 2008, que aquí se tituló Monstruoso, para continuar con la estupenda 10 Cloverfiled Lane, que pudimos ver hace tan solo dos años, con un John Goodman al que no nominaron al Oscar porque la Academia desprecia el género fantástico.
Así las cosas, Overlord camina sola, de manera individual, sin una saga a la que unirse y por lo tanto protegida únicamente con las buenas críticas cosechadas en festivales como el de Sitges, donde todo fueron alabanzas hacia ella.
Pero Overlord no se merece tanto aplauso. No es la estupenda película que aparentaba ser. Lo mejor que puede decirse de ella es que es entretenida, pero decir de una película de acción que es entretenida es lo mismo que afirmar de un drama que tiene buena fotografía. No es suficiente.
En realidad, si escarbamos, nos damos cuenta de que Overlord no funciona como debe. Se hace larga, porque toda la parte inicial sirve como un prólogo desmesurado. Hasta que llegan al pueblo es media vida. Al llegar, también lo hacen los nazis, y la supuesta tensión que se experimenta con ellos, como ya la vivimos antes en Malditos bastardos, no nos aporta nada nuevo. Es como un remake de la cinta de Tarantino, con actores de serie B, que es la clase de producción en la que la cinta se enclava.
Más tarde, llegamos a los descubrimientos de los experimentos de los nazis. La especie de zombies que sale de ellos tampoco nos impresionan, porque cuando la película parece que se decide a mostrarlos, en realidad no acaba de hacerlo y nos quedamos como estábamos.
Uno no puede sino recordar el cine de John Carpenter o el de John Landis y añorar lo que ellos hubieran hecho con la película. No solo nos habrían regalado unos efectos maravillosos sino que además la hubieran llenado de humor y habríamos salido ganando todos.
Pero el semi desconocido Julius Avery, director de Overlord, la convierte en un ejercicio decepcionante en el que lo mejor que puede pasarnos es reencontrarnos con Jovan Adepo, el joven Marcus de la serie Jack Ryan o el pobre Cory al que su padre en Fences, el mismísimo Denzel Washington, le decía sin rubor que no había ninguna ley que le obligara a que él le gustase como hijo.
Jovan, de asombroso parecido con Daniel Kaluuya, protagonista de Déjame salir, vuelve a ser aquí la gran baza de una cinta que pretende jugar con fuerza en la gran liga de la ciencia ficción pero que no logra sino el mero hecho de plantear la mezcla de la Historia con el cine de género, como ya hicieran la magnífica Zombis nazis y su muy superior secuela, Zombis nazis 2: Rojos vs muertos con evidente mejor suerte, artísticamente hablando.
Es de esperar que a Overlord le vaya bien en taquilla, tiene todos los ingredientes para funcionar, aunque no los mezcle con la sabiduría que una película con su premisa se merece. Aun así, se recordará como un acierto en la carrera de J. J. Abrams, un nombre siempre ligado a algunos de los éxitos más espectaculares del Hollywood de los últimos años.
Silvia García Jerez