ÓSCAR JAENADA: Sólo Terry Gilliam podía violar así al Quijote

Sólo Terry Gilliam podía violar así al Quijote, afirma Óscar Jaenada. Oír a Jaenada, a Sergi López, Joana Ribeiro y Jordi Mollá, intérpretes secundarios de El hombre que mató a Don Quijote, expresar la admiración, la enorme admiración, que sienten por el trabajo de Terry Gilliam no solo hace pasar a quienes charlan con ellos un rato entretenidísimo sino que nos hace darnos cuenta, a los que les preguntamos, de hasta qué punto a Terry no lo quieren solo los fans de sus películas.
Trabajar con Terry Gilliam ha sido una experiencia. Yo siento que soy una persona antes de Terry y después. Porque ha sido una aventura desde el principio. Y me siento muy diferente. Todo lo que ha pasado, lo bueno y lo malo, forma parte de esto. Quien estas palabras pronuncia es Joana Ribeiro, actriz portuguesa que interpreta a Angélica, personaje que, como no podía ser menos en este Quijote, evoluciona por caminos que ni los propios actores imaginaron.
De hecho, Sergi López, el Barbero del film, afirma que es que ya cuando te lees el guión no sabes qué imaginarte. Es como la película, es un cachondeo… para arriba, para abajo, no sabes cuándo se acaba… Es de estas pelis que es larga, excesiva. Eso que se decía de menos es más, pues con Terry más es más. En la peli hay muchísimo por todas partes. Es como es él.
Para Jordi Mollá, el Alexei Miiskin de la película, viniendo de Terry Gilliam no puedes esperar un Quijote al uso. Ya lo ves en el cartel. El perfil del Quijote y un tío con una moto que sale del fuego… ya está. Una película de Terry Gilliam.

Cartel de EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE
Cartel de EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE

¿Y cómo es Terry Gilliam? Es lo que uno se pregunta cuando tiene delante a los actores que han tenido la suerte de trabajar con él. Óscar Jaenada lo describe como el alma de la pelicula: Estábamos todos en Fuerteventura en el mismo hotel y por alguna razón a mí me tocaba entrar siempre a primera hora, y me lo cruzaba a las 06:00. Te metías en el ascensor para bajar y en la planta de abajo de la mía estaba Terry esperando el ascensor y cuando se abría la puerta ya empezaba a gritar. Y yo: Terry, tío… Él era el alma de la película, el encargado de poner la energía aquí arriba. No flaqueaba jamás. Estaba siempre a tope.
Jordi Mollá aporta otra anécdota significativa: Un día estaba mirando el combo. Era de noche, a las 06:00, y voy a ver qué se ve en el combo -el monitor que tienen los directores para ver cómo va quedando el plano- y era el Quijote… y los de efectos de Reyes Abades, los ventiladores, todos estaban en plano. ¡En plano! ¡Están en el plano! Y es que quería a los tíos de Reyes Abades, como iban vestidos, que salgan como diciendo: todo esto es mentira lo que estáis viendo. Aluciné.
Pero el resumen de cómo se trabaja con él lo esbozó Sergi López con un ejemplo cristalino: Está muy cerca de ti y se descojona cuando ensayamos. A mitad de la toma se le oye reír y tú piensas: Terry, no te rías que se oye por el micro, que esta es la buena, cabrón. Wonderful! Que no digas Wonderful en mitad de la Edad Media (Risas). Y es que Mollá insiste en que a Terry Gilliam los actores le caen bien. De repente no soporta a alguien de dirección. Dice: ‘Aquel tiene la culpa de todo. Y aquel es el que lo está salvando todo.’ Él es así y hay que seguirle la visión. Como a un niño, porque es un niño también.

 

Terry Gilliam dirigiendo a Joana Ribeiro y a Adam Driver
Terry Gilliam dirigiendo a Joana Ribeiro y a Adam Driver

Así las cosas, ¿cómo fue el rodaje de El hombre que mató a Don Quijote? El rodaje fue caótico pero es que la propia película lo es, y tenía que tener esa energía. Yo soy una persona que piensa mucho y no tenía tiempo ni para pensar, así que me dejé ir y entré en el personaje, responde Joana Ribeiro.
Escuchar a Jordi Mollá contar cómo fue el rodaje también es una experiencia. Es extremadamente expresivo, se toma sus pausas, consigue que te metas en la locura que fue aquello porque lo detalla de manera exhaustiva: Stellan (Skarsgard) tenía una habitación y se sentaba, vestido con esa cosa que no se la quitaba nunca. Es como si fuera un doctor. En cada habitación era un mundo lo que había. Era una troupe de chiflados. El menos chiflado, que era el que más chiflado tenía que estar, que era Jonathan, era el que tenía el sentido común como Dios manda. Adam Driver salía de estampida, y se ponía a correr, y volvía todo sudado. ¿Pero qué hace este hombre? Y cada uno… Olga Kurylenko al teléfono todo el puto día. Incluso en el rodaje. A las cinco de la mañana poseída por el Instagram… (Risas)
Óscar Jaenada relata cómo incluso en algún mal momento el aura de Gilliam es asombrosa: Recuerdo un día que tuvo un bajón y todo el equipo le aupaba para hacerle reír. El respeto se respiraba en el set de una manera tremenda. Todos éramos muy conscientes de que sí, estábamos haciendo el Quijote de Terry Gilliam. Entonces había mucho respeto en esa catedral. Era todo muy loco y muy serio a la vez. Era algo especial. Jordi me decía: es que vienes todos los días flipao. Y yo le decía: es que estoy flipao, collons. Vengo todos los días flipao. Encantado. Sé que estoy con este tipo y he venido a disfrutar.
Tal locura fue que Sergi recuerda que a Adam Driver, protagonista junto a Jonathan Pryce del film, inicialmente estuvo un poco asombrado con todos ellos: Adam Driver estuvo un tiempo adaptándose. Yo me acuerdo que al principio estando Óscar, Rossy de Palma, suelta en el rodaje (Risas), el equipo de maquillaje y peluquería… Una juega por la mañana y él estaba flipado. Nosotros poniendo música y a lo loco, pero poco a poco el tío se familiarizó.
Y El hombre que mató a Don Quijote se terminó. Y llegó el festival de Cannes y cuando parecía que clausuraría el certamen, nuevo revés. Esta vez judicial. Y claro, las bromas volvieron a surgir. También hubo cachondeo con la incertidumbre de si la película iría a Cannes, afirma Jaenada, pero Cannes tampoco era el destino. El destino era hacerla. Yo recuerdo las últimas llamadas con Terry que le preguntaba: ‘¿Pero la has acabado ya?’ Pero lo de Cannes se vivió como ¡Hostia, que a lo mejor no va! ¡Pues yo tengo ya el billete! (Risas) Tal cual. Pero sin más.

Silvia García Jerez

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