NO TENGAS MIEDO: sí, tenlo

Cuando algo te entusiasma, debes recomendarlo. Aunque le quede algo más de dos semanas en la cartelera madrileña, la de teatro, la que no se piratea, la que hay que ir a ver si la quieres vivir.
No tengas miedo lleva en el Teatro Infanta Isabel desde el 31 de marzo del presente año y el 3 de julio le dirá adiós a los espectadores que se han aterrorizado con la obra. Y no es un decir porque el género lo pida, es un hecho porque es verdad que los asistentes a la función gritan. Se inquietan. Se asustan. Y pasan miedo. Aunque el título de la obra invite a lo contrario.
Desde que se entra al espectáculo todo en el recinto está pensado para hacernos estremecer: e hall, los pasillos del teatro, la espera hasta que la obra comienza… Cuando empieza ya estamos asustados.

La obra se inicia con LA NIÑERA
La obra se inicia con LA NIÑERA

Eduardo Aldán, tras diez años de representaciones de Espinete no existe, ha cambiado de registro y se ha adentrado en otro que le apasiona. No es de extrañar que la idea concebida le funione tan bien. Se nota que ama el terror y que sabe usar sus códigos para ir incrementando la ansiedad de quienes asistimos a la ejecución de lo que plantea.
Tres historias, presentadas con maestría por José Lifante, componen la hora y media en la que permanecemos pegados a la butaca. Deseando despegarnos y salir corriendo, pero, como asegura el propio Lifante metido en su papel de presentador, dicha intención forma parte del experimento. Si es lo que quieres, es que está funcionando.

La tercera pieza es LA SUBASTA
La tercera pieza es LA SUBASTA
LA PENSIÓN es la segunda historia
LA PENSIÓN es la segunda historia

Aldán escribe y dirige esta maravilla que mezcla con soltura la historia del incendio que acabó con la compañía que antaño actuaba allí con los distintos conceptos incluidos en el abanico del miedo, porque aunque solamos referirnos a todos ellos de la misma forma en realidad son bastante diferentes. Para algo tenemos un idioma preciso y precioso con que el que distinguirlos. El terror es distinto al horror y ellos tampoco son iguales al pánico o al espanto, por muy sinónimos que sean. Y si atendemos a la definición exacta de cada uno, ni siquiera deberían serlo.

Partiendo de esas bases, Lifante da paso a las historias que los ilustran. Tres actos que no solo incrementan uno tras otro las sensaciones acumuladas sino que suponen un auténtico desafío escénico resuelto a cual con mayor brillantez.
Eduardo Aldán se nos muestra como una promesa del género en la escena española y demuestra que tras triunfar en la comedia el terror también lo domina. De seguir por esa senda de lucidez se va a convertir en uno de los autores con más prestigio del teatro de nuestro país. Si no lo es ya.

Silvia García Jerez

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