NERIUM PARK: Pesadilla en el paraíso
Ha llegado a la nave 10 del Matadero Nerium Park, y hasta el 23 de marzo se va a poder ver todo un espectáculo… en los dos sentidos de la palabra. Lo es como obra de teatro que se representa en el escenario, ambientado muy sencillo como el salón de un piso de ensueño, y lo es también como resultado de la grandeza con la que la obra está concebida.
Parte de un libreto de Josep María Miró y nos cuenta cómo la pareja formada por Carlos (Félix Gómez) y Marta (Susana Abaitua) se mudan a la urbanización del título. Nerium Park es un sueño, un paraíso para cualquiera que pretenda vivir cómodamente. Pero ese sueño se va tornando pesadilla cuando comienzan a pasar cosas raras por allí. Porque que al paraíso, con piscina incluida, no quiera ir a vivir nadie, llama la atención. Es muy extraño, pero Marta se fija en que son los únicos vecinos del lugar. Pasan los meses y siguen siéndolo. Carlos no le da importancia. Ya vendrán. Pero no vienen.
Y mientras esperan, siguen pasando cosas raras, como que alguien los observe desde alguna ventana del bloque de enfrente, o que un vagabundo ronde por los alrededores, más cerca de lo que a Marta le gusta saber. Pero a Carlos no le parece mal que lo haga. Si necesita ayuda, él está dispuesto a prestársela. Y lo hace. Hasta que el propio Carlos la necesita a su vez. Todo en Nerium Park se va volviendo más y más oscuro y la feliz pareja parece desmoronarse junto con una urbanización que no llega a ser lo que un día prometió.
Escrita hace 10 años, cuando llegó la crisis inmobiliaria, además de la crisis económica que se unió a los males que han estado padeciendo los jóvenes y los no tan jóvenes desde entonces, Nerium Park es un espejo de todo eso que ya conocimos pero reflejado en una pareja que parecía perfecta pero a la que las crisis les afectan de manera muy directa. Lo hemos visto en telediarios e informativos, pero ahora vemos la versión en modo ficción de lo que entonces aconteció. Al menos, ese es el punto de vista de su autor y con esa intención la escribió, aunque luego, vista en la representación sobre las tablas, pueda ser más cosas. Por ejemplo, una obra de terror.
El aura que la rodea va siendo más y más terrorífica a medida que avanza el relato. Que estés solo en una urbanización de lujo y te des cuenta de que no tienes vecinos, de que eso parece no cambiar, es terrorífico. Recuerda a Vivarium, la película protagonizada por Jesse Eisenberg e Imogen Potts, aquella en la que llegaban a un conjunto de chalets ideales… y estaban solos… No es la misma historia, pero Vivarium acude a nuestra mente cuando estamos viendo Nerium Park.
Aquí, la crisis económica afecta al personaje de Carlos de manera significativa. Tanto es así que incluso tememos por su salud mental. Y qué bien lo interpreta Félix Gómez. Es uno de sus mejores trabajos. Lo da todo. No es que en otros no lo haga, es que aquí se desgañita tanto que seguro que acaba agotado cada función. Su Carlos está en inferioridad de condiciones con respecto al personaje de Susana Abaitua y tiene que hacerse respetar. Como sea. Y en ese intento, el terror nos sigue invadiendo la sangre. Qué angustia pasamos viendo la función. Es tremendo.
Pero cómo la disfrutamos. Porque es lo que sucede cuando una obra es tan apasionante y está tan bien escrita, dirigida e interpretada. Y en Nerium Park se dan todas esas condiciones. También es verdad que nos deja preguntas en el aire. Cada espectador tendrá que sacar sus propias conclusiones de lo visto en una amena charla que seguramente dejará más de una coincidencia en lo interpretado. Y es que aunque surjan preguntas, éstas tienen fácil respuesta, sólo hay que repasar un poco el texto del que hemos sido testigos y desmenuzarlo como espectadores, un ejercicio más divertido de lo que muchos consideran en estos tiempos en los que todo es de rápido consumo y nula reflexión: siempre estamos pensando en qué es lo siguiente que vamos a ver, sin centrarnos en lo que estamos viendo. Y Nerium Park es tan buena, tan disfrutable y tan deliciosa, aun con el terror que la envuelve, que la charla posterior nos hace pasarlo igual de bien que cuando estábamos en el interior. O igual de mal, según se mire.
Silvia García Jerez