UN MUNDO NORMAL: La aventura de lo prohibido

Un mundo normal sería aquel en el que quien muera pudiera elegir libremente que si desea que su cuerpo sea tirado al mar, eso fuera algo que se pudiera hacer sin que la Policía te persiguiera y te multara o te encarcelara y sin que, en definitiva, cometieras un delito al margen de la ley.

Eso es lo que en una conversación informal Carolina, la madre de Ernesto (Magüi Mira) le comenta a su hijo (Ernesto Alterio) que le gustaría que le hicieran a ella. Nada de enterrarla o de incinerarla, no, que la tiren al mar. Claro, un comentario excéntrico en una persona excéntrica no es muy serio, pero ella insiste en que cuando pase el fatídico desenlace, que no se le ocurra hacer otra cosa. Y el tema se torna tenso. Esa, queda claro, es la última voluntad de su madre.

Por lo tanto, cuando a Ernesto le avisan de que su madre ha fallecido se lo piensa dos veces, pero no por mucho tiempo. Si su madre quería eso, eso será lo que haga. Así que le pide a Cloe, su hija, (Gala Amyach), que le haga un favor cuando la comitiva está de camino al cementerio, pero como la nieta de la fallecida ya conoce a su padre, se las apaña para no perderse ni uno de sus movimientos, por lo tanto, será la inesperada cómplice de Ernesto en todo lo que a continuación suceda.

Magüi Mira, a la izquierda, es la madre de Ernesto Alterio en UN MUNDO NORMAL

Un mundo normal es la vuelta al panorama cinematográfico del actor convertido en director Achero Mañas, tras diez años sin estrenar una película, la última de las cuales, Todo lo que tú quieras, supuso un revés para quienes veníamos admirándolo en su nueva faceta una vez demostrada su valía en ella en su descomunal debut con El bola y en la estremecedora Noviembre, su segundo trabajo tras las cámaras.

Así que claro que había ganas de comprobar que Un mundo normal iba a ser tan buena como sus primeras obras. Ya el argumento no solo es llamativo, también es un auténtico reclamo, porque el germen de la cinta es todo lo políticamente incorrecto que requiere una trama de ficción pero añade esa aura de aventura de saber si los protagonistas conseguirán un objetivo digno de auténticos héroes de nuestro tiempo.

Y lo cierto es que de Achero se esperaba más. Sube el nivel de Todo lo que tú quieras, porque aquella era tan irregular que acababa sacándote de la historia, pero no alcanza la grandeza de los títulos que lo han consagrado como ese director al que no dejar de seguir.

Gala Amyach, hija de Achero Mañas en la vida real, junto a Ernesto Alterio
Gala Amyach, hija de Achero Mañas en la vida real, junto a Ernesto Alterio

Un mundo normal comienza con un tono apagado que, a pesar de reflejar de maravilla la atmósfera de la vida en la que Ernesto está inmerso, no deja de ser cinematográficamente chirriante y poco empático con el público. El personaje de Magüi Mira, esa abuela y madre fuera del orden establecido, es el único que nos da un poco de alegría en medio de todo el torbellino desangelado en el que nos situamos.

Así que como la película gira, en realidad, acerca de la odisea de intentar cumplir ese último deseo de su personaje, pronto deja de ser el centro de atención, y nos vamos a fijar ahora en quienes la rodeaban y a su vez los rodean a ellos para cercarlos y que no logren que el viaje llegue a buen término.

Sí acierta Achero, tras un film un tanto apagado en el que brillan menos de lo que sería deseable algunos destellos de alegría porque son más las sacudidas de derrota que van interrumpiendo la marcha, y sí acierta Achero, como digo, en un final que hace derretirse al menos predispuesto, al alma más endurecida, al ser menos propicio a soltar la lágrima.

Ahí sí. En un año en el que los finales están triunfando como los enormes colofones que suponen a sus historias, caso de Los europeos o de La niñas, Un mundo mejor puede sumarse a ese logro. Su final arranca aplausos allí por donde pasa y eleva la película como ya le ocurriera a Pedro Almodóvar con La piel que habito una obra con un último tramo tan superior al inicial que hacía olvidar que aquel funcionaba poco para darnos un desenlace que ha hecho historia y como tal se recuerda.

Mañas le dedica Un mundo mejor a su madre. No es de extrañar, además de que ella le hizo esa misma petición, es el personaje sobre el que gira todo y el que da sentido a la película, y seguro que ella estará orgullosa del trabajo de su hijo, un director del que siempre, se lo ha ganado con El bola, esperaremos sus trabajos ansiosos y le perdonaremos todos sus fallos.

Silvia García Jerez

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