MEN: Oscuridad en el paraíso
Men, hombres, en plural, es el título, muy preciso por lo que nos va a ir mostrando, de la última película de Alex Garland, un cineasta que ya deslumbró al mundo con su ópera prima, Ex-Machina, una película fabulosa en la que Alicia Vikander interpretaba a un robot especialmente inteligente y provisto de una asombrosa autonomía. A ella le siguió Anihilation, una curiosa historia de ciencia ficción protagonizada por Natalie Portman que fue masacrada por la crítica y merecía mucho más reconocimiento del que tuvo.
Pero sus obras anteriores son como escritor y guionista, antes de lanzarse a dirigir sin abandonar sus labores de escritura, y en su faceta de novelista se encuentra La playa, cuya adaptación al cine protagonizó Leonardo DiCaprio, y escribió los guiones de 28 días después, que dio lugar a una sensacional película de zombies con Cillian Murphy como superviviente del apocalipsis de muertos vivientes o Sunshine, otra historia de ciencia ficción protagonizada también por Murphy. Todas ellas, los tres títulos, fueron dirigidos por Danny Boyle antes de que ganara sus Oscar por la sobrevalorada Slumdog Millionaire.
Una vez ubicamos a Alex Garland tenemos presente que es un autor capaz de llevar al límite sus universos y de explorar territorios en los que el cine no ha entrado demasiado. Parece que hay muchas películas sobre robots o sobre acontecimientos en el espacio, pero no son tantas. De hecho, escasean. Y el estilo tan personal de Garland para contar sus historias también.
En Men nos lleva a la campiña inglesa y nos presenta a Harper (Jessie Buckley), una mujer que acaba de enviudar porque su marido, James (Paapa Essiedu) se ha suicidado. Con la pena aún intacta intenta enfocar su presente en una paz que piensa que la campiña le puede dar. Pero nada más llegar todo resulta inquietante, empezando por Geoffrey (Rory Kinnear), el dueño de la casa, que le hace un tour muy peculiar por las instalaciones. Y los alrededores no van a ser más acogedores. Harper recorre la zona en un día tranquilo pero lo que experimenta va siendo cada vez más retorcido. Lo que no sabe es que los sucesos extraños se van a ir sucediendo con más asiduidad y su realidad va a comenzar a alterarse hasta que la pesadilla alcance unas cotas de auténtico delirio.
Men es una película de terror como nunca antes habías visto. Revoluciona el género como ya lo hizo Ex-Machina, en esta ocasión hablando de culpa, de malos tratos, de masculinidades tóxicas y esos temas que actualmente están muy presentes en el debate social. Alex Garland ha decidido darles un punto de vista de género fantástico y los ha teñido de cine que mezcla el terror con la ciencia ficción y la atmósfera inquietante de no saber muy bien dónde estás ni hacia dónde vas.
En efecto, Men es una película desconcertante. Hay que dejarse llevar como si de un experimento se tratara, y sumergirnos por completo en ese universo que parece real pero que puede que no lo sea. Tal vez esté solo en la cabeza de la protagonista. La culpa provoca pensamientos muy negativos, y más cuando lo que pretendes es alejarte de ellos.
Y es fascinante cómo cuenta Garland todo ese espanto. A nivel de dirección la película tiene una fuerza arrolladora. Ya sea una u otra la conclusión a la que llegue el espectador, no puede negarse que estamos ante una cinta única en la que lo que ocurre se cuenta no solo con imágenes, inquietantes muchas de ellas, también con sonidos, o con falta de ellos. Gritos que funcionan como banda sonora, banda sonora que funciona como gritos. Un conjunto de recursos que enriquecen la experiencia y nos introducen a la perfección en lo que Harper está viendo y sintiendo.
El adjetivo fascinante resuena en nuestra percepción desde el comienzo del metraje, y va a más. Nunca deja de serlo. No sabemos muy bien qué estamos viendo, ante qué película estamos, pero nos dejamos llevar porque todo es fascinante. Recuerda en cierto sentido a Vivarium, sin tener nada que ver en el sentido más estricto del acercamiento narrativo. Pero sí tienen esa atmósfera extraña que nos va arrastrando hacia el desenlace, en que el esperamos una explicación que solo nuestra personal comprensión puede darle. Es sencilla, solo tenemos que unir los puntos que nos ofrece, pero tenemos que hacerlo nosotros. Cada uno hará su dibujo, su puzzle, tendrá su propia visión de lo que ha ocurrido en la pantalla, pero todos coincidiremos en que hemos visto algo diferente que no deja indiferente. Y que es una barbaridad, una maravilla absoluta.
Silvia García Jerez