MAYA: el viaje a la India de Mia Hansen-Love
Después de la aclamada El porvenir, película que le valió el Oso de plata a la mejor dirección en el Festival de Berlín, Mia Hansen-Love regresa con Maya. Una película con tintes autobiográficos, en la que el actor Roman Kolinka, quien ya suma tres colaboraciones junto con la directora parisina, se mete en la piel de Gabriel, un periodista de guerra que tras meses de cautiverio en Siria, es liberado y devuelto a Francia, país al que emigró cuando era un niño, pero del que nunca ha sentido su hogar.

Y así, de las calles de París pasamos a las de Goa, de una forma muy sutil y cercana, como lo es para Gabriel este viaje de vuelta, que no será más que un breve pero intenso paréntesis en su vida, la cual no era más que la adrenalina que había estado obteniendo de su trabajo. Este enfrentamiento contra la melancolía, le permitirá inundarse en unas raíces casi olvidadas y buscar un sentido a la vida. Todo esto se convertirá en la terapia perfecta para él.
Un viaje al interior de Gabriel, pero sobre todo al interior de la India. Y es que este país para Mia Hansen Love no es sólo un lugar que ha frecuentado bastante, si no también es una de sus fuentes de inspiración, que le ha permitido desarrollar algunos títulos de su filmografía. Podemos decir que Maya es una guía de viaje, una carta de amor a la India y es que el contexto, es casi más importante, o tiene más fuerza que la historia de amor entre Gabriel y Maya, que no es más que el sonoro y clásico amor no correspondido.

Y entonces, ¿por qué se llama Maya si todo gira entorno a la India y en menor medida a Gabriel? Pues la verdad es que no lo sé. Esto no quita que la relación que surge entre Gabriel y la Maya, una adolescente madura con bastante sensibilidad, sea muy natural y coherente, lo cierto es que este es otro de los puntos fuertes de la película, y eso es mérito del guión y de unos inspirados actores. En conclusión: aún con la premisa del trauma por el secuestro, Maya resulta desenfadada, armónica, y sin casi amargura. Película ideal para desconectar un par de horas. No tiene más pretensiones.
Guillermo Asenjo Lara