Malditas plumas
La coreógrafa y bailarina Sol Picó estará en la Sala Negra de los Teatros del Canal con Malditas plumas, del 28 al 31 de octubre
La obra es un cabaret inspirado en el género de la revista, donde la creadora despliega sus bazas -el humor, el movimiento- para interpretar a una vedette de los años 20 en mala racha.
Picó, Premio Nacional de Danza 2016, comparte la labor de creación con el músico Pere Jou, y cuenta con asesoría de Carme Portaceli y textos de Cristina Morales.
La artista continúa, aquí, la línea de investigación de nuevos lenguajes que inició en La piel del huevo te lo da.
Es verdad que era un género underground y clandestino, pero en los años 20, el music hall vivía un momento de esplendor, y tenía su encanto: entre lentejuelas y plumas, apostaba por lo interdisciplinar, rompía con la moral tradicional y reflejaba las transformaciones sociales. Pero, tras los focos, las profesionales anónimas del teatro de variedades coleccionaban sueños rotos. En la noche de Barcelona, a muchas de ellas se las veía por la Avenida del Paralelo, epicentro de bastantes salas de fiestas.
Y Sol Picó, Premio Nacional de Danza 2016 y una de nuestras coreógrafas más internacionalizadas y heterodoxas, nos devuelve a aquella atmósfera en Malditas Plumas, un cabaret futurista inspirado en el género de la revista que estará, entre el 28 y el 31 de octubre, en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Eso sí: lo hace con humor.
Fantasía experimental
Ironía, movimiento, transformación… Picó juega sus bazas en este montaje en el que cuenta con la asesoría de Carme Portaceli, textos de Cristina Morales, y comprte creación con el músico Pere Jou. La obra, cuyo estreno tuvo que aplazarse la pasada primavera debido al confinamiento, recorre diferentes etapas y momentos de la vida de una vedette en horas bajas, que Picó encarna con plumas y piel de gallina: es un personaje lleno de claroscuros que, en su decadencia, despierta ternura, y comenta con el público sus recuerdos, aquello que ocurría en la noche y se quedaba en la noche, pero confundiendo la realidad con los deseos que nunca se realizaron.
Una confusión con la que obra elimina, así, las barreras entre la realidad y la ficción, y se convierte en una gran fantasía que nos traslada a una época muy concreta a la vez que nos conecta con sentimientos oscuros y universales: el miedo a la muerte, a la pérdida, a desaparecer. Y, además, permite a Picó seguir investigando una forma de creación a la que ya le dio vueltas en La piel del huevo te lo da, partiendo de la espontaneidad para gestar nuevos lenguajes. Un talento con el que la artista ha visitado ya más de 35 países, y le ha granjeado un palmarés con diez premios Max, el Premio Nacional de Danza de Cataluña 2004 o el Premio de las Artes Escénicas Valencianas.