M3GAN: La tecnología no siempre es tu amiga
M3GAN, la muñeca con la que toda niña querrá pasarse el día entero, es el acrónimo de Model 3 Generation Android, un robot con apariencia humana, tras serle colocada la correspondiente silicona que se la otorga, y que servirá para hacerle compañía a las niñas que se la puedan permitir. Porque M3GAN es perfecta pero es muy cara.
Aún así es todavía un prototipo al que hay que mejorar y su creadora, Gemma (Allison Williams) quiere asegurarse de que todo funciona bien en ella antes de presentarla al mundo. Para conseguirlo, hace lo propio con su sobrina, Cady (Violet McGraw), quien acaba de perder a sus padres y M3GAN, que entre otras funciones tiene la de saber escuchar, puede ayudarla en estos momentos tan difíciles.
Cady, en principio tan reacia a abrirse con nadie, va cogiéndole cariño a M3GAN, quien realmente parece ser la mejor compañía. Pero poco a poco las cosas van cambiando y lo que nada más llegar a sus vidas era una muñeca entrelazada con su usuario, como un móvil que sincroniza sus datos con su dueño, va a empezar a dar un vuelco hacia algo más oscuro de consecuencias imprevisibles.

Gemma (Allison Williams), a la derecha,
y su sobrina, Cady (Violet McGraw) hablan tranquilamente
M3GAN es la nueva producción de la compañía Blumhouse, responsable de éxitos previos como El hombre invisible o Black Phone, y de James Wan, el maestro del cine de terror contemporáneo y creador de Insidious o la saga Saw, quien también produce la cinta, además de ser uno de sus guionistas. Con esas cartas de presentación sería raro que el producto resultante no fuera bueno. Y lo es.
M3GAN no inventa nada dentro del género. Eso es verdad. Es pura fórmula. Todo lo que esperas que pase, ocurre, y en el mismo orden en que supones que lo hará. Da los pasos convencionales de cara a su resolución. Pero es distinta en cosas muy llamativas, que están a la vista pero que había que ponerlas ahí.
Por un lado, que M3GAN sea una muñeca. Una muñeca y no un muñeco. El muñeco diabólico ya existe y es un chico. Terminator, el robot asesino, también existe y es un chico. Ahora M3GAN se une a Annabelle en el género pero mientras ésta última ejerce su influencia para que el horror tenga lugar, como hacía The boy, otro muñeco, en su caso decimonónico, M3GAN es activa, y ella misma, como hacía Chucky, se ocupa de que el trabajo quede terminado. Ahora las muñecas también lo hacen todo personalmente. El ‘Me too’ llega la mundo del robot. O del juguete, como queramos verlo.
Y por otro lado, su visión de la tecnología. La tecnología se supone que ha venido para ayudar al hombre en su vida. Los teléfonos hacen videollamadas, se conectan a Internet, las tabletas lo mismo. Es un gran avance para la humanidad. Pero como todo lo bueno, también puede tener su lado malo, y si no sabemos utilizar bien la tecnología, ésta se nos puede volver en contra. Y si los padres pensaban que no había nada más inocente que darle a un niño el móvil o el iPad para que se entretenga, déjale que se encariñe con el aparato y trata de quitárselo, que la perreta que le va a entrar va a ser digna de grabarla en vídeo y subirla a las redes sociales.
Todo se ha descontrolado y la ficción norteamericana quiere hacerse eco de ello. Tal vez para prevenir lo que ya está aquí, tal vez ya como documental de en qué se está convirtiendo nuestra sociedad. Ya no es tanta ciencia ficción como era hace un par de décadas. El futuro ya está aquí y tenemos que ser responsables con él. Todos, programadores y usuarios.
Ese es el mensaje, pero para llegar a él tenemos que ver la película. Y M3GAN es, a pesar de que como decimos no innova nada en el esquema del género de terror, un divertimento de lo más solvente. Desde el principio estamos pegados a la pantalla, antes de conocer a M3GAN y después. Después más que nada porque aunque sea una muñeca monísima nos pone en tensión, estamos pendientes de ver qué hace, qué dice, cómo mira y a quién. Y es que su diseño, además de icónico, es perfecto, y cualquier movimiento de su cara, expresión de sus ojos, giro de su cuello, nos va a poner en guardia. A ver qué hace. A saber cómo reacciona. Sí, podría decirse que da bastante miedo.
M3GAN funciona muy bien. Su base es sencilla pero está muy bien hecha. El nivel de efectos visuales es asombroso. Dos actrices han dado vida a la muñeca. Por un lado, Amie Donald, que se ha metido en su traje y ha bailado y corrido y lo que sea que M3GAN haga durante el metraje. Ella es su cuerpo. Por otro, Jenna Davis le pone su voz. M3GAN habla y canta gracias a ella. Y sí, da miedo.
Pero en esta película, como en mucho buen cine de terror, se cuela el humor. No podemos evitar reírnos en momentos puntuales en los que lo que ocurre no casa con la lógica del instante. Y claro, la carcajada salta. Es entonces cuando sabemos que lo que estamos viendo está funcionando.
M3GAN ha llegado para quedarse. No sabemos si tendrá continuación, si será una saga, una franquicia o si esta entrega será la única que tengamos de ella. Pero a nivel de iconografía ya está aquí para ser única, para marcar tendencia, para que su vestido, su lazo y su pelo rubio sean sus señas de identidad, como las coletas lo son de La huérfana o el vestido azul de las gemelas de El Resplandor. Y se agradece que un nuevo personaje entre a formar parte de la gran familia del cine de terror, siempre tan dispuesta a admitir inquilinos de calidad. Y a M3GAN la calidad le sobra.
Silvia García Jerez