Las canciones: cállate y baila
Primero un movimiento, después una reverberación. Otro movimiento, un sonido que late y te contagia el alma. Es Leopoldo Mastelloni. Ahora tú también estás infectado. Abre los sentidos y calla. En Las canciones se escucha, no se canta. Y se hace con todo el cuerpo, es decir, se baila. Deja lo que estás haciendo, olvida tu voz, incluso que te sabes la letra de memoria. Siempre con los auriculares puestos: por la calle, en el trabajo, en tu cafetería habitual… Para llegar a casa y decirle a Alexa que reproduzca el nuevo tema de tu banda no muerta favorita y que no puedes sacarte de la cabeza. Siempre de fondo para esconder los silencios y las heridas. Hasta para destapar la sangre.
La escucha es un acto de entrega. Un viaje al dolor sin dolor, una ventana abierta a los sentimientos, una fiesta. El montaje de Pablo Messiez es justo eso: la reivindicación como oficio, la cotidianeidad placentera hecha cárcel, hecha casa. Y es en esa caja de resonancia, firmada por Alejandro Andújar, donde dos de Las tres hermanas de Chéjov y el resto de personajes encuentran la calma a pesar de que el mar (o Moscú) siempre está ahí como huida. El fallecimiento de su padre y un asunto inconfesable llevan al silencio, a la apertura de los sentidos como forma de duelo y al olvido como forma de muerte. El misterio de la música. El disco existencial de estos personajes perdidos tiene una Cara A catártica y una Cara B infernal donde sus fantasmas se sublevan.
Pone todos los sentidos al servicio del cuerpo como acto poético, como ejercicio curativo capaz de calmar el ruido sofocante. El temor desaparece, la esperanza desaparece y, entonces, la vida cicatriza. Y aquí lo hace con un aroma romántico y hasta cómico, con una celebración premeditada que lleva a la danza y a la liberación. Quince minutos de purificación evidencian la importancia de la música en nuestro ánimo.
Pero la sinceridad en Las canciones está en la expresividad corpórea liderada por un enérgico José Juan Rodríguez, en el gesto de una mística Rebeca Hernando, en la debilidad de Mikele Urroz, en la fantástica dirección de Messiez. Aquí el texto no se regodea en sí mismo, no se encierra en su propia palabra ni se relame: aquí se dirige al público, corre, salta y lo integra. Aquí es el público el que pasa por el teatro, vive la función o se desvive; el que vibra y cambia. Y entonces, empieza la fiesta.
Fecha: 29 Ago – 6 Oct 2019
Horario: Martes a Sábado, 20:30 h.
Domingo, 19:00 h.
Duración: 1 hora y 45 minutos
Espacio: La sala de El Pavón Teatro Kamikaze