«La visita» o el regreso de M. Night Shyamalan al género de terror
Érase una vez un director que asombró al mundo contando la historia de un niño que veía muertos, no en ocasiones, como aseguraba su doblaje para el formato casero, ya que en la gran pantalla Haley Joel Osment aún aseguraba que veía gente muerta, tal y como afirma en su versión original. No, la famosa frase es más tardía y bastante inexacta: no los veía en ocasiones, el pobre se pasaba toda la película advirtiendo su presencia, por eso estaba tan angustiado y gracias a eso aterrorizó a toda la generación de espectadores que convirtió «El sexto sentido» en un clásico instantáneo del cine de terror.
Night Shyamalan empezó entonces a convertirse en una celebridad, con títulos míticos como «El protegido«, «Señales» o «El bosque», muestras innegables de un talento que se iba consagrando.
Pero entonces la marca de la casa, ese giro final que tan satisfecha dejaba a su audiencia, desapareció cuando llegó «La joven del agua», un cuento precioso, bellísimo, que no tenía trampa ni cartón, narración lineal sin más transfondo que el de la historia que él mismo se inventó para contarles a sus hijos a la hora de dormir. De ello hizo una película y las críticas no tardaron en llover. Los fans que consiguió con sus primeras cintas comenzaban a cuestionarle, mientras que otros nuevos, no tan entusiasta con
su cine iniciático, como quien esto escribe, empezábamos a admirarlo.
Con «La joven del agua» fue inevitable que se hundiera un poco, declive que se acusaría más adelante, en la estupenda «El incidente», que pocos tomaron como lo que era: una película que recogía el espíritu de «En los límites de la realidad».
Pero a Shyamalan aún le quedaban admiradores por perder, y los iría dejando junto a sus dos siguientes estrenos, «Airbender, el último guerrero», que interesó únicamente a sus incondicionales, y «After Earth», película fallida, muy mejorable, no horrorosa pero sí prescindible.
Shyamalan debía trabajar mucho en su siguiente proyecto para recuperar años de decepción. Y lo ha hecho. Ahora llega con «La visita», un nuevo ejercicio del género que mejor ha exprimido.
La película cuenta que tras una vieja trifulca familiar la madre de los adolescentes Becca y Tyler perdió el contacto con sus padres durante años, pero estos entran de nuevo en comunicación con ella y le piden que envíe a sus hijos para que éstos puedan conocer a sus abuelos durante una semana. Allá que van, entonces.
Comportamientos extraños, tensión, todo muy poco normal… Los chicos se inquietan y con ellos el espectador. Shyamalan consigue aquí algo que hasta el momento no había logrado: aunar a quienes aman la primera parte de su carrera con los que admiran la segunda, de tal manera que ninguno de los dos grupos pueda ponerle pegas a la película.
Se trata de una cinta entretenida, sin un grado elevado de nivel terrorífico para que todos los espectadores, gusten o no del género, se sientan atrapados por la peripecia de estos dos hermanos.
El humor se mezcla con los elementos del género, lo que da lugar a una conjunción curiosa de risas y gritos en la sala. No es el mejor Shyamalan, pero sí uno de los más eficaces. No ha querido arriesgarse, no podía, y su sencillez ha jugado a su favor porque posiblemente estemos ante un nuevo clásico del director de «El sexto sentido».
Silvia García Jerez