JUDAS Y EL MESÍAS NEGRO: Revolución truncada
Judas y el Mesías negro es uno de los títulos más llamativos y explícitos de cuantos se van a poder encontrar en las plataformas. Sí, no se estrena en cines este film con 6 nominaciones al Oscar, dos de ellas a sus principales intérpretes en la categoría de actores secundarios, algo insólito porque Lakeith Stanfield fue propuesto como protagonista y la Academia lo ha juntado con Daniel Kaluuya y ambos serán rivales en la categoría.
Tal vez para emular a sus personajes en Judas y el Mesías negro, en la que el segundo será objeto de la vigilancia del primero debido a su infiltración en el Partido Pantera Negra, por orden de J. Edgar Hoover, director del FBI, quien declaró que el Partido era la mayor amenaza interna para la seguridad del país.
De este modo, Bill O´Neal, un delincuente de medio pelo, bajo la tutela de Roy Mitchell (Jesse Plemmons) es reclutado por éste para que se introduzca en el Partido que lidera en Chicago Fred Hampton y se hace con la complicidad de sus miembros. Pero en realidad, Bill es informante de Roy y a él deberá darle todos los detalles que le pida de lo que se mueve en la organización nacionalista, socialista y revolucionaria negra.
Los Pantera Negra nacieron en 1966 y gracias a activistas como Fred Hampton tuvieron una presencia muy notoria hasta su disolución en el año 1982. El propio Fred tuvo un protagonismo cada vez más grande, llegando a ser un auténtico líder capaz de tener de su lado a las masas, cosa que el FBI no aprobaba.
Judas y el Mesías negro cuenta la historia real de Bill O´Neal, comenzando con el documental que grabó en 1990 para PBS (Public Broadcasting Service), Eyes on the Price, y recordando, ya a través de la recreación dramática ficcionada de la película, su trabajo como informante de Roy Mitchell, su relación con los Pantera Negra y con Fred Hampton, cuyo liderazgo en el Partido se vio truncado en 1969.
Judas y el Mesías negro es el segundo largometraje de Shaka King, tras la inédita en nuestro país Newlyweeds (2013), y varios cortometrajes y capítulos de series que siguieron a ese trabajo.
Y lo cierto es que este segundo film nos descubre a un cineasta de un potencial asombroso. Todo está bien en Judas y el Mesías negro, no solo sus actores, de entre quienes Daniel Kaluuya, el chico al que la familia blanca secuestraba en Déjame salir, ha sido, con toda justicia, más beneficiado, llegando a ganar el Globo de Oro al mejor actor secundario. No solo ellos están sensacionales, como digo, la película en sí también merece ese calificativo.
El guión nos muestra la progresión de los Pantera Negra y el ascenso meteórico de Fred Hampton como un líder para la comunidad, a la vez que nos agobia con la presión que el FBI ejerce sobre su informante, un hombre arrastrado por las circunstancias al que todo lo que va viendo y viviendo lo supera. La fotografía, de Sean Bobbitt, un prodigio que es una lástima que no se vaya a disfrutar en la gran pantalla, o su banda sonora, firmada por Mark Isham y Craig Harris, llena de timbales en su percusión, que tan bien se ajusta anímicamente al relato. Todo cuadra, encaja, todo junto nos regala una película redonda.
Pasado y presente, documental y recreación a modo de ficción, se unen para ofrecernos el testimonio de una era, de un sueño que acabó siendo una pesadilla y que nos recuerda el camino por el que lleva transitando Estados Unidos con su población negra, precisamente aquello que los Pantera Negra quería erradicar y ante lo que aún queda mucho por hacer, como ha demostrado el reciente movimiento Black Lives Matter.
Judas y el Mesías negro es cine de primerísima calidad. Una de esas películas que no por tratarse de un caso real pierden efectividad y se quedan en resultados cercanos a los de un telefilme sin alma, todo lo contrario, aquí encontramos una historia vibrante, que va subiendo en el escalafón de la tensión y el nivel emocional hasta hacerse irrespirable y lograr así convertirse en una de las películas imprescindibles de la temporada.
Hay que advertir que es dura, que el ánimo del espectador puede verse afectado por los acontecimientos que ocurren a lo largo del relato y que los protagonistas nos llevan a una intensidad en su relación y en su entrega a sus oficios que uno acaba irremediablemente afectado cuando Judas y el Mesías negro llega a su desenlace.
Inevitablemente la película nos transporta a los años 60 con una estética cinematográfica muy setentera, característica esta que también le sienta muy bien al film, y junto con su banda sonora, ya citada, vamos a zambullirnos en un momento crucial para los derechos de las personas de color en el país de las oportunidades.
Lakeith Stanfield está espléndido, sobre todo en su tramo final, donde lo vemos más vulnerable que nunca, pero Daniel Kaluuya está simplemente prodigioso.
Actor de una presencia rotunda, ya desde su entrada en la película, sentado, escuchando con el cuello torcido, nos tiene ganados. Pero irá a más.
Porque Kaluuya, que ya había demostrado tener una personalidad única en Déjame salir, aquí consolida su talento y su capacidad para atraer todas las miradas. Sus discursos en Judas y el Mesías negro te atraviesan. Imposible no comprender a su Fred Hampton, impensable no entender su mensaje, tan brutal y visceral como la necesidad de que éste sirva para alcanzar metas que la población negra tiene tradicionalmente vetadas. El atrevimiento era su sello y lo pagó muy caro, pero a Kaluuya le ha dado la oportunidad de seguir creciendo como el gran actor que es.
Y cuando acaba Judas y el Mesías negro nos damos cuenta de la magnitud, de la dimensión que tuvieron los Pantera Negra, de lo que podrían haber llegado a ser, y de lo que la sociedad americana podría haber cambiado gracias a ellos. Pero su ley no se impuso y la película deja claro que jamás hubiera podido hacerlo.
También por eso es tan perfecta, porque cuando el cine negro se funde con la vida, y lo hace de manera equilibrada, midiendo bien los tiempos, los elementos a mezclar y sin perder nunca la base de la historia, el drama, la intriga y el poder suman sus potenciales para darnos una obra monumental.
Judas y el Mesías negro llega a la carrera al Oscar en su mejor momento, con su prestigio al alza y con un resultado a prueba de otros títulos con los que compite a su misma altura. Será recordada como una de las grandes películas de la edición número 93 de los Oscar, en un año, de por sí y a pesar de todo, espléndido para el cine.
Judas y el Mesías negro estará disponible a partir del 26 de marzo en iTunes, Rakuten Tv, Google Play, Amazon Prime Video, Vodafone, Orange, Sony y Microsoft por 12.99 €.
Silvia García Jerez
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