INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO
Indiana Jones y el dial del destino
llega por fin a los cines
tras su estreno mundial en Cannes
donde se la tachó de desatino.
¡Qué osadía! ¡Es incomprensible!
No se entiende que después de verla
se despache con tanta ligereza,
afirmando con simpleza
que es una película terrible.
Porque no es verdad:
ni es mala, ni es floja,
es una absoluta genialidad.
Está llena de ingenio, es emotiva
y cada secuencia rebosa nostalgia;
esta quinta de ‘Indiana’ es la imagen viva
del héroe de nuestra infancia.
Indiana Jones y el dial del destino
ya no la dirige Steven Spielberg,
ahora James Mangold toma las riendas
de una entrega que nació discutible
porque la cuarta… fue tremenda.
Después de una trilogía asombrosa
llegaba El reino de la calavera de cristal,
y a los fans nos pareció deshonrosa,
Indy no merecía ese final.
15 años después, El dial del destino
va a darle un giro a aquel esperpento:
el doctor Henry Jones toma un nuevo camino
y se jubila, como profesor, bien contento.
Pero todavía no toca descansar,
su ahijada, Helena (Phoebe Waller-Bridge),
viene a trastocar
un futuro tranquilo y relajado
viendo la tele en el sofá tumbado.
La intención de Helena es dar
con la parte perdida del Dial,
que su padre (Toby Jones) le pidió guardar,
después de luchar juntos en la II Guerra Mundial.
El Dr. Voller (Mads Mikkelsen),
peligroso nazi con el que se enfrentaron,
les sigue los pasos con frialdad
porque tiene la misma finalidad.
Harrison Ford se mete de nuevo en el personaje,
dibujándolo aún más pejiguero,
pero resulta ser el perfecto homenaje
al aventurero del látigo y el sombrero.
Y a sus 80 años está fabuloso,
con un aura entre épica y familiar,
porque Indy siempre fue un coloso,
pero ahora exhibe una grandeza crepuscular.
Junto a Phoebe Waller-Bridge,
creadora de la serie Fleabag,
forman un tándem ideal,
su química traspasa la pantalla,
son un dúo sensacional.
Y como todo héroe necesita un villano,
la elección de Mads Mikkelsen es perfecta,
porque la maldad que proyecta
convierte al Dr. Voller en un auténtico gusano.
De Indiana Jones y el dial del destino
el CGI se ha cuestionado,
con El irlandés muchos se pusieron de lado,
pero aquí el trabajo es mucho más fino.
Entras enseguida en la historia
tras un prólogo apabullante,
el guión es una auténtica noria
llena de momentos vibrantes.
Acción, emoción y aventura,
todo vuelve a ser lo que era,
Indiana Jones regresa a la altura
de su época ochentera.
Y, claro, recurre a la nostalgia,
pero no está mal que lo haga,
hay que llenar de magia
la última pieza de la saga.
John Williams y su banda sonora,
retazos de las anteriores…
tenemos más de dos horas
de diversión gracias a estos señores.
Con Steven Spielberg nació el mito:
En busca del arca perdida era una obra maestra,
otra, El templo maldito,
y con La última cruzada
las aventuras y la comedia
se unían en un auténtico hito.
Con El reino de la calavera de cristal
el héroe perdió su forma,
pero El dial del destino
lo devuelve a su antigua horma
y nos regala este auténtico atine
para redondear su legado
a la historia de cine.
Silvia García Jerez