Hijas del fuego

El pasado 8 de febrero COSMO estrenó la miniserie francesa Hijas del fuego, un drama de época inspirado en una de las cazas de brujas más mortíferas de la historia que, además, fue el origen del caso de Zugarramurdi. En 1609 el juez Pierre de Lancre ordenó quemar en la hoguera a 80 supuestas brujas en el País Vasco francés. Hijas del fuego narra cómo esta persecución fue, en realidad, un proceso de adoctrinamiento, represión y violencia contra las mujeres que se salían de la norma.

La actriz española Ángela Molina (Los abrazos rotosUn asunto privado) encabeza el reparto de Hijas del fuego como Gratianne Elissalde, matriarca de esta familia y curandera del pueblo. Gratianne es una mujer sabia que utiliza sus conocimientos y sus habilidades para tratar enfermedades, curar heridas y realizar abortos. Sus tres hijas han crecido rodeadas de estas prácticas, encontrando cada una su propio lugar en el mundo.

La hermana mayor, Jeannette (Anabel LopezBaron Noir), ha heredado de su madre sus habilidades como curandera, pero se niega a ejercer y prefiere llevar una vida convencional como esposa y madre. La mediana, Catherine (Lizzie BrocheréVersailles), es una mujer independiente que, tras quedarse viuda y sin hijos, dirige con éxito el negocio ballenero de su marido sin ayuda de ningún hombre. La hermana pequeña, la inocente Morguy (Zoé AdjaniCigarro de miel), pasa sus días soñando despierta y sin preocupaciones.

La vida de estas cuatro mujeres corre peligro cuando el juez Pierre de Lancre (Bruno DebrandtEngrenages/Espiral) irrumpe en la región. El rey Enrique IV de Francia le envía para investigar la denuncia del aristócrata Lord d’Urtubie (Guillaume de TonquedecGerminal), quien acusa a Gratianne de brujería. Su objetivo: chantajear a Catherine, obligarla a casarse con él y hacerse así con su pujante negocio.

Aterrorizado y obsesionado con la libertad y el conocimiento de las mujeres, el juez comienza una de las cazas de brujas más terroríficas de Francia. Arrojadas a una pesadilla y destrozadas por la misoginia más fanática, las hermanas Elissalde deben luchar, cada una a su manera, para sobrevivir a la hoguera y buscar venganza.

El final de Hijas del fuego

En el último capítulo de la miniserie, titulado Somos las nietas…, Jeannette se despierta en la mesa de operaciones de Cariel. De forma ingeniosa, consigue ganar el tiempo necesario para escapar del laboratorio gracias al motín de los soldados. A estos se les unen los hombres del pueblo, liderados por Catherine, que han regresado del mar tras meses fuera. La batalla se desata en el castillo. Con De Lancre arrinconado y reacio a huir, el juez decide reclamar una última víctima.

Para escribir Hijas del fuego las jóvenes creadoras Giulia Volli y Maïté Sonnet, nominadas en la categoría de guionista revelación en el prestigioso Festival Series Mania, se basaron en el libro de Pierre de Lancre Tratado de brujería vasca: descripción de la inconstancia de los malos ángeles o demonios (1613). El juez relata todos sus interrogatorios y juicios en esta obra, una fuente extraordinaria de material para contar la verdadera historia de unas mujeres que, lejos de tener pactos con el demonio, fueron perseguidas por ser libres, curar y tener conocimientos.

Magaly Richard-Serrano (The Wagner MethodContra las cuerdas) es la directora de Hijas del fuego, un drama de época rodado en espectaculares enclaves como las cuevas de Zugarramurdi, la catedral de Bayona, las playas de Senix, el fuerte de Socoa en la bahía de San Juan de Luz, el castillo de Cazeneuve o la casa vasca Ortillopitz en Sara. Kwaï, filial de Fremantle (RTL Group), ha producido esta miniserie para France 2. El primer episodio de la ficción cosechó una audiencia de 2,3 millones de espectadores, logrando una cuota de pantalla superior al 10%.

Los procesos de brujería de Labort

Entre los siglos XV y XVII se calcula que unas 60.000 personas fueron ejecutadas en Europa por practicar la brujería, siendo entre el 70 y el 90% de las ejecutadas mujeres. Los tribunales, en su mayoría civiles, las acusaban de practicar rituales con satán, pero lo que en realidad se perseguía era a las mujeres que subvertían el orden establecido. Estas conductas incluían desde practicar la medicina, estando especialmente castigada la contracepción o la realización de abortos, a elaborar recetas, ungüentos o brebajes. También eran consideradas demoníacas ciertas conductas sociales o sexuales como vivir solas, situación habitual de las viudas, o ser lesbianas. Incluso tener marcas de nacimiento en el cuerpo podía ser interpretado como una marca del demonio.

El delito de brujería tomó forma en Francia con la publicación de la obra Demonomanie des Sorciers (1580) de Jean Bodin, siendo perfilado posteriormente por varios jueces civiles entre los que se encuentra el citado Pierre de Lancre. En los Procesos de brujería de Labort de 1609 este alto funcionario francés mandó quemar a 80 brujas en esta región del País Vasco francés, conocida en euskera como Lapurdi.

A los ojos de Pierre de Lancre, juez y demonólogo enviado por el rey Enrique IV de Francia, la independencia de estas mujeres era una insolencia. Los hombres partían al mar durante meses, mientras que las mujeres dirigían los negocios, trabajaban y mantenían a la familia. Comían manzanas –el fruto prohibido de Eva–, llevaban el pelo suelto, hablaban con las abejas y escuchaban a la naturaleza. Sus fiestas acompañan la renovación de las estaciones y le parecían desenfrenadas.

Inspirada en hechos históricos probados, Hijas del fuego se acerca a la caza de brujas a través de las historias de tres hermanas que luchan por su libertad y supervivencia. El espectador, tan impotente como los protagonistas, se sumerge así en una pesadilla en la que la más mínima denuncia malintencionada puede costarte la vida.

Esta miniserie pone de relieve la forma brutal en que se sometió a esta población a la autoridad total del reino, la Iglesia y el patriarcado. También describe los dilemas a los que se enfrentan las víctimas de estos abusos, que deben decidir si es mejor resistir o someterse. Y rinde homenaje a todas aquellas mujeres cuya independencia fue un acto de insolencia, una lucha que todavía resuena hoy en día.

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