GRAN TURISMO: Del videojuego al circuito profesional
Gran Turismo cuenta una historia real y no por ello, como podamos pensar, se trata de un telefilme. Ni mucho menos. Es una gran producción de Sony que nos presenta, para quienes no lo conozcan, a Jann Mardenborough (Archie Madekwe), un adolescente con mucho amor hacia el mundo del motor y mucho talento para ser piloto profesional en circuitos de carreras. Pero su trayectoria hasta llegar a competir en ellos no es la habitual, la de un deportista que va entrenando desde pequeño en los coches que lo llevarán a las pistas de los distintos países en que se desarrollen.
Gran Turismo era un videojuego que lanzó en 1997 la consola PlayStation. Lo diseñó el japonés Kazunori Yamauchi y supuso una auténtica revolución para los jugadores porque era, básicamente, un simulador de carreras. Así de bien hecho estaba y así de realista era. Cientos de jugadores pasaban horas a los manos del Gran Turismo y Jann era un chico británico que no se escapaba de la norma… en ese sentido., el de tirarse horas con el juego, porque en lo que sí que el joven no era normal fue en la destreza que demostraba una vez empezaba a jugar. Jann se enteró de que GT Academy estaba planteando un programa de desarrollo de pilotos Nissan enfocado a los mejores a los mandos del Gran Turismo. Y quiso participar. Y fue ganando las carreras hasta convertirse en una leyenda que, según informan los datos de los créditos finales de la película que cuenta su historia, ha llegado a ser incluso el doble de acción de las escenas rodadas en los circuitos.
De este modo, Gran Turismo nos lleva de la mano desde el comienzo de su carrera, cuando su pasión por el videojuego era tal que sólo quería dedicarse a eso, hasta los grandes momentos en que los responsables de su escudería, capitaneados por Jack Salter (David Harbour) apuestan por él a pesar de los tropiezos y los accidentes que lógicamente tienen lugar en los circuitos. Y apuestan por él porque Jann es único y Jack se lo hace saber cada vez que tiene la oportunidad. De una manera u otra, implícita o explícitamente.
Gran Turismo es una producción mastodóntica que refleja con precisión el mundo de la alta competición, tanto a nivel de exigencia del piloto como el que se da en los circuitos, con las complejidades propias de cada terreno y del tiempo que hace cuando empiezan las carreras. En cada sitio hay un reto nuevo, cada carrera es distinta y como tal hay que enfrentarla. Nunca hay que confiarse y siempre hay que estar atento a lo que tus jefes te proponen a través de los auriculares, ya que son quienes están viendo las pantallas y el global de la pista con el resto de coches que compiten con el tuyo.
Todo eso lo muestra Gran turismo, el nuevo trabajo de Neil Blomkamp, director sudafricano que sorprendió al mundo con Distrito 9 pero cuyas siguientes películas lo fueron bajando de categoría: la correcta Elysium, con Matt Damon como protagonista, o la espantosa Chappie, que tenía a Hugh Jackman al frente del reparto. Años más tarde y tras muchos cortometrajes en su haber, estrenó la curiosísima Demonic sin demasiado ruido y ahora consigue, con Gran Turismo, volver a ofrecernos un cine de acción a la altura de lo que esperábamos de él.
Con este nuevo film nos lleva a la alta competición de Súper GT y lo hace con el despliegue visual que caracteriza a este tipo de cine. Mucha adrenalina, personajes atrayentes y una postproducción que nos introduce en los circuitos ya desde el comienzo de la historia, desde el cuarto en el que Jann practica con su videojuego simulador. Y como espectadores podemos entregarnos por completo a la historia de este chico, un piloto asombroso que nos va a enseñar las dificultades que se encontró de camino al éxito sin dejar, en ningún momento, de mostrarnos la ruta apasionante que supuso para él.
Vamos a vibrar con su fuerza, con su amor por el motor y su dedicación absoluta a hacer Historia. No es que sea el chico más abierto del mundo, más dicharachero, pero vamos a encariñarnos con él porque su pasión es real y apoyamos su hazaña. Queremos que llegue a lo más alto y seguimos su camino con el interés que generan las historias de superación.
Neil Blomkamp ha conseguido una película de lo más entretenida que conectará con todo tipo de espectadores porque aunque no te guste el mundo del motor, aunque no sepas nada de él, resulta muy accesible. Su alma de blockbuster está tan presente que funciona como tal y nos ofrece dos horas y cuarto de puro espectáculo. Y eso siempre se agradece.
Silvia García Jerez