DEMONIC: Herencia terrorífica
Demonic cuenta una historia de herencia familiar. Pero no de fincas sino de demonios que te persiguen de por vida, y no solo a ti, también a tus amigos para conseguir atraerte hacia su terreno y poseerte.
Al menos así funciona el que centra la acción de la nueva película de Neil Blomkamp, un cineasta cuya ópera prima revolucionó el cine de ciencia ficción allá por 2009: Distrito 9.
Gracias a ella, Blomkamp saltó a la fama y logró la que hasta ahora es su única nominación al Oscar, por su guión adaptado, compartido con Terri Tatchell. Aquella película supuso su entrada en Hollywood por todo lo alto para poder seguir realizando sus incursiones en el género de la mano de grandes estrellas, como Matt Damon y Jodie Foster en la más que correcta Elysium o Hugh Jackman y Sigourney Weaver en ese despropósito que era Chappie.
Multitud de cortos y alguna mini serie que otra después, vuelve al cine con la que probablemente sea su mejor película.
Demonic acompaña a Carly (Carly Pope) en su viaje mental hacia la verdad que guarda Angela (Nathalie Boltt), su madre, a la que le tiene un férreo rencor que Angela entiende porque no pudo hacer otra cosa. Es lo que pasa cuando estás poseída, que ni eres tú ni puedes controlar tus actos.
Ahora, en coma y en una institución llamada Therapol, Carly es requerida por los médicos que la mantienen conectada a un simulador para que entre en su mente y encuentre las razones que llevaron a su madre a realizar el acto que cometió. Pero las respuestas que encuentra irán más allá del mero hecho efectuado en el pasado y tendrá que enfrentarse a un presente que amenaza su futuro.
Demonic es potente desde su inicio. Ahí ya nos muestra el origen del conflicto madre e hija y nos sitúa en la atmósfera perversa en la que vamos a estar moviéndonos el resto de la película.
Sin prisa y sin pausa, nos vamos a adentrar en la mente de Angela con un simulador fantástico, creado con el nivel de efectos visuales que esperamos de una película semejante. Y de su director.
Todo es perfecto en Demonic. Todo encaja en ella. El metraje: hora y media escasa. El ritmo: no se detiene un segundo. La información que nos ofrece: puntual y precisa, cuando la necesitamos y del modo en que es necesaria. La acción: introducida en su momento justo para darnos lo que la historia pide. Y la crítica a la religión: porque no hay demonio sin su otro lado de la moneda.
En este caso cuenta con actores poco o nada conocidos. Eso no favorece al marketing pero no perjudica al resultado porque están todos fantásticos. Una vez que has entrado en la trama y, como digo, es fácil hacerlo, el resto viene solo. Porque la película es una gozada.
Neill Blomkamp consigue con Demonic su pieza maestra. Es una serie B de lo más elegante. De factura intachable y narración poderosísima, pocas películas más satisfactorias vamos a encontrar actualmente en el género.
Silvia García Jerez