FATUM: Los vaivenes del destino

Según el diccionario, los antiguos atribuían al Fatum de la naturaleza humana la existencia de enfermedades mortales incurables. También encontramos otra acepción: es una deriva del verbo latino faor, que significa ‘lo dicho’, haciendo referencia a ‘lo que está escrito’, al destino.

Partiendo de este dato, comprendemos mejor por qué Fatum, la nueva película protagonizada por Luis Tosar, Álex García y Elena Anaya, se titula de este modo, teniendo en cuenta su argumento. En ella, un atraco en una casa de apuestas va a unir la vida de varias personas que nada tenían que ver hasta ese momento.

Y lo cierto es que contar más es estropear la experiencia de ver la película. Poner al espectador en la situación concreta de cada personaje previa al atraco, de cara a exponer aquello a lo que se van a ver abocados después, apaga el ingenio con el que el que elaboran el guión tanto Alberto Marini (El desconocido, Tu hijo) como Juan Galiñanes, también director de la que es su ópera prima.

Elena Anaya es Costa en la película

Porque Fatum es un ejercicio de cine adrenalítico del que uno sale estresado, pero porque se pasa así todo el metraje, desde el comienzo. La acción no para, ni siquiera en el momento del atraco, donde el tiempo parece detenerse pero lo que hace es impregnarse de tensión, con ese Álex García como el francotirador pendiente de los movimientos de Aron Piper, el atracador que va a poner sus vidas patas arriba.

No sólo por el ritmo intenso que contiene Fatum es tan recomendable. Si cabe, lo es más por los dilemas morales que plantea. Como en Tu hijo, aquí también te pregunta ‘qué harías tú’ si a ti te pasara lo mismo, si te vieras en la misma situación. Y es compleja. Porque estamos hablando de cosas muy extremas, de personajes al límite y de un tiempo precioso que se acaba si quieres llevar a cabo el pacto propuesto. Qué harías con la nueva situación que se plantea a raíz de lo sucedido. Es tremendo, y la película lo expone con tanta sencillez que no hay lugar para la duda, solo para tomar la decisión. Y va a ser difícil, pero no hay otro camino. Qué guión más brillante.

Los actores también son importantes, llevando el peso de la película tanto en la parte de la acción como en la del plano moral. Álex García está espléndido en su rol de padre desesperado y francotirador profesional, pero la que de verdad brilla entre el reparto es Elena Anaya como su jefa, una mujer que ha de templar los ánimos del equipo para que la situación del atraco con rehenes no se descontrole. Su sobriedad, su carisma, su lógica sobre el terreno convierten a su Costa en el mejor personaje de la película.

No, no he citado a Luis Tosar porque no está como suele. Tosar es uno de los actores más descomunales del mundo. Tiene una presencia y un talento bastante indiscutibles, pero hay personajes que no son para él, y este es uno de ellos. Ni su caracterización ni su personalidad acaban de convencer. Parece forzado constantemente, es como si no acabáramos de verlo en la piel de Sergio. Ya le pasó en Maixabel que, exceptuando la conversación que tiene con ella cara a cara, no terminas de conectar con ese etarra jovencito que pretende transmitirnos al comienzo del film. Luis borda con contundencia a esos seres reivindicativos ante la injusticia con los que tanto lo identificamos, parece que fueran él mismo sin la presencia de una cámara que lo grabara, pero ante tipos más vulnerables no resulta tan creíble. Aún así la película no pierde su nervio y funciona tan bien que podemos pasarlo por alto.

Sí, Fatum es una de las películas más potentes de la cartelera. Te atrapa y no te suelta. Su in crescendo es constante y se agradece que no baje la guardia en ningún momento, que nos mantenga sumergidos en las situaciones que se plantean y que se cierre de la manera más redonda posible. Parece fácil pero no lo es. Fatum es un logro del que podemos salir aplaudiendo.

Silvia García Jerez

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