EN LAS ESTRELLAS: Fantástico cine fantástico
En En las estrellas, un padre cuyo trabajo lo ha absorbido de tal manera que ha permitido que su día a día se haya ubicado por el lado de la vida que uno no desearía nunca transitar, el de la casi indigencia y las justificaciones con mentiras y cuentos chinos, le asegura a su hijo que tras años de no haber podido ser capaz de rodar una película entera, ahora sí va a lograrlo. Porque tiene una idea sensacional que va a ser un éxito comercial se mire por donde se mire.
Y es entonces cuando la segunda película de Zoe Berriatúa, también producida por Álex de la Iglesia, como su ópera prima, Los héroes del mal, se desdobla para presentar por un lado la realidad a la que se enfrentan Víctor y su retoño, un chico de apenas 8 años llamado Ingmar, en honor a Bergman, y por otro lado, la parte fantástica que relata el guión que en esta ocasión Víctor sí pretende rodar. Si consigue el dinero…
En las estrellas es la ubicación donde el escritor de la historia, el mismo que nos la narra, decide aislarse para poder concentrarse, y desde allí viajará a todos los espacios que se le vayan planteando para recuperar a su amada, una mujer que, vestida con un camisón blanco es más escurridiza de lo que él quisiera.
Desde el comienzo, Víctor le advierte a su hijo que su nueva película será algo que nadie ha hecho nunca antes… no es exacto, aunque sí preciso. Nadie hace ya algo así, en ese punto Víctor tiene razón, y por eso resulta tan fascinante, pero es que cuanto el director va desgranando lo hace con la predominancia absoluta de la profesión a la que antaño se dedicó, la de crear efectos especiales con el sabor del cine mudo y los trucos que en los comienzos de este arte eran pura vanguardia.
Y el resultado es asombroso. Más de uno pensará que es una locura si digo que Berriatúa le hace una declaración al cine más bonita y más lograda que la que Martin Scorsese le dedicó con La invención de Hugo, pero lo cierto es que el homenaje a Georges Méliès que Scorsese realizó fue mucho más fallido que el que Zoe plasma aquí.
Es una maravilla adentrarse en los elementos que confeccionan la historia, porque son cine en estado puro, que recuerda a Charles Chaplin y sus Tiempos modernos, o al Apocalypse Now de Francis Ford Coppola en la parte real, si podemos decir tal cosa de una cinta en la que ante todo prima la imaginación.
Y ese es precisamente su punto débil. Es tan desbordante en este aspecto que lo fantástico lastra lo real, saturándolo de imaginería que luego se va a ver mucho más acusada en la de ficción. Pero en esta última es lo que debe haber, y por lo tanto la recibimos con la alegría de la perfección que alcanza. Efectos visuales, dirección artística, maquillaje, peluquería, el uso del color y del coloreado, todo es un prodigio a la altura de quienes están detrás de este bonito proyecto.
Lo curioso de esa recarga visual en el lado del realismo es que, sin dejar de tener sentido, porque es el mundo en el que Víctor se ha movido, equilibra la balanza para que no se note tanto la diferencia y lo fantástico llegue al espectador con una justificación más rotunda, cuando no hace falta: siendo la parte real menos estrambótica hubiera funcionado la fantástica igual de bien y la diferencia, al haber sido ésta más notoria, habría resultado ser menos agotadora.
Pero esta pega, que creo necesario ponerle a En las estrellas, no le quita grandeza al conjunto, tal vez porque la parte de ficción es tan apabullante que nos dejamos llevar y resulta ser una delicia. Insisto en que el continuo homenaje al cine mudo está tan logrado que nos transporta a nosotros también a ese mundo que no existe pero por el que queremos vagar como Víctor. O con él.
Además de alabanzas infinitas a la técnica de la película, conviene no olvidarse de los intérpretes, un Luis Callejo espléndido, porque Luis solo sabe estar estupendo, no hay trabajo que realice por debajo del listón al que estamos acostumbrados a verlo.
También está sensacional el pequeño Jorge Andreu, en la que es su primera participación en un largometraje, tras haber sido Miguel en la serie Falso culpable, un niño mucho más listo de lo que su embaucador padre se piensa, y Macarena Gómez, que ya bordó a la Montse de Musarañas, otra producción de Álex de la Iglesia, ahora afina también su talento para componer un personaje complicado no exento de guiños llenos de humor, nunca mejor dicho.
Puede estar orgulloso el equipo de En las estrellas de lo que ha conseguido. Un universo en el que hasta lo más difícil se trata con humanidad y con ternura, hasta a la mayor bajeza se la mira con el propósito de intentar conseguir ser mejor persona. Todo ello en una propuesta de cine fantástico que pocas veces se ha visto en nuestra industria. Una vez más ha tenido que ser Álex de la Iglesia quien aporte al cine español el toque que muchas veces los aficionados al género echan en falta. Y lo cierto es que se agradece. Y se le agradece.
Silvia García Jerez