Sitges 2017 con aroma de mujer (Parte II)
Siguiendo con la temática del empoderamiento y protagonismo femenino presente en muchas de las películas del Festival de Cine de Sitges 2017, no podemos dejar de nombrar The villainess (Corea del sur, 2017), del director Jung Byung-gil.
La infinita sed de venganza acompaña a Sook-hee durante toda esta narración que parte desde su más tierna infancia cuando presencia el asesinato de su padre, hasta su edad adulta, cuando cree que el amor de su vida, como ella lo llama, ha sido también ejecutado.
Al inicio podemos contemplar una masacre llevada a cabo por la protagonista, quien asciende, planta a planta, en un edificio con decenas de hombres dispuestos a matarla. Ella acaba con todos, en una secuencia que no envidia en lo más mínimo a las grandes producciones americanas de cine de violencia y acción.
Luego es recluida en un centro donde entrenan a personas que tiene sendas cualidades para la logística y la ejecución de crímenes, es decir, de máquinas inteligentes que se dedican a matar a personajes importantes e incómodos para la institución.
A estas personas les asignan misiones que han de cumplir si quieren ganar un derecho que tendría que ser inherente a todo ser humano, su libertad.
Esta película tiene diversas ramificaciones que van desde secuencias de acción impecables muy al estilo de Kill Bill (Quentin Tarantino, Estados Unidos, 2003/2004), hasta la historia de amor más cercana a cualquier comedia romántica.
El director encaja de forma eficiente todas las historias que quiere contar y esto da como resultado una ficción apta para todos los públicos que busquen una buena dosis de acción vertiginosa y amor cursi en el mismo paquete.
Esta película es un ejemplo claro de la masculinización de los personajes femeninos en pro de la presentación de un personaje protagonista de una película de acción y violencia, aunque, al mismo tiempo, se resaltan las características femeninas en la parte amorosa y tranquila del relato.
Thelma, o cómo crecer con la culpa
La culpa y el pecado son dos lastres que las personas que profesan la religión cristina tienen que cargar a sus espaldas durante toda su vida, y Thelma (Joachim Trier, Noruega, Suecia, Francia, Dinamarca, 2017) es fiel ejemplo de esto.
Thelma se muda del diminuto pueblo donde creció, para estudiar una carrera universitaria en la ciudad. En un inicio se encuentra sola, pero poco a poco empieza a socializar, como es normal, con sus compañeros.
Un día, cuando está en un bar con amigos de la facultad, es cuestionada por la bebida que tiene en las manos, no tiene alcohol, algo que a sus acompañantes les parece extraño, pero es que Thelma no puede beber, es cristiana y su padre le ha dicho que, por respeto a su fe, no debería hacerlo.
A partir de este momento, Joachim Trier (sobrino del Maestro von Trier) nos muestra, una a una, las grandes discrepancias de la obediencia hacia la religión con la vida real de los jóvenes de hoy en día. No estamos hablando de que tengan que volverse alcohólicos o drogadictos, sino que es tan simple como decir que es una edad donde todos aprendemos a manejar la independencia que se nos otorga al estar lejos del hogar familiar y vivir, por primera vez, en soledad.
Para colmo, la protagonista descubre que tiene sentimientos amorosos hacia una mujer, cosa poco más que imperdonable en su caso.
Cabe mencionar que la protagonista de esta historia sufre un trastorno mental llamado “epilepsia psicogénica”, que se manifiesta con severas convulsiones cuando ella está sometida a una gran presión o estrés.
Thelma es una película de remordimientos, culpas y desahogo donde el solo hecho de querer seguir y respetar una educación conservadora se vuelve en contra del personaje haciéndola, literalmente, estallar cuando siente que ya no puede más con la situación.
Esta película es una de las más brillantes y redondas del festival de este año. ¡No os la podéis perder!