ENTREVISTAMOS A LUIS BERMEJO y JAVIER GUTIÉRREZ
AZARÍAS Y PACO EL BAJO en la imprescindible adaptación teatral de Los santos inocentes
Hablamos con la pareja más reconocible de Los santos inocentes y sobre la que recae una mayor popularidad. Luis Bermejo y Javier Gutiérrez interpretan a Azarías y Paco El Bajo, ese par de personajes míticos en nuestra literatura y cine que forman parte de nuestra memoria colectiva. Creados por Delibes en la novela homónima, ambos han conseguido ofrecernos una nueva mirada sobre tales referentes, con voz propia y recientes recuerdos, mereciendo tanto las ovaciones como los premios que van llegando.
La Cronosfera: Llegáis a Madrid con media gira hecha. ¿Cómo ha evolucionado el montaje?
JAVIER GUTIÉRREZ: El teatro es un arte vivo y evoluciona noche a noche. Pero no desde el estreno, sino función a función, y cada una es diferente; cada matiz, cada color que le puedas dar al personaje con cualquier frase o cualquier parlamento, lo hace diferente. Y en ese sentido, creo que ha cambiado muchísimo. Ha ganado en ritmo, en poso, en vigor. Ha ganado en muchas cosas, y sobre todo, que los actores vamos entendiendo más a los personajes, mejor el espectáculo y por ende, haciéndoselo llegar más claro y más limpio al espectador. La novela de Delibes -que leí por primera vez en el instituto-, para mí fue dificilísima, porque es una novela críptica que, a veces, es complicada de seguir por cómo está escrita. Entonces, esta versión, y creo que es uno de los pilares fundamentales de este espectáculo, te lo plantea como un cuentecito y es más legible para quien la conozca, y por supuesto, para quien no se haya acercado a la película, ni a la novela. Y luego tiene planteamiento, nudo y desenlace, haciendo que todo sea más sencillo y llegue con mayor claridad al público.
L. C.: En la presentación has comentado que cuando te llegó el proyecto por María Díaz, agente de prensa y coproductora, a la par, de este montaje, osado y placentero, fue como un caramelo envenenado. Claro que a nadie le amargan un dulce, aunque te enfrentabas a un personaje con mucha envergadura. ¿Cómo te acercaste a Paco El Bajo? ¿Te prohibiste algún referente?
J. GUTIÉRREZ: Yo lo quiero todo (risas). Quiero la película, quiero la novela, e incluso, me pongo a bucear, a rastrear entrevistas de Alfredo Landa, de la época. Es cierto que igual que sea hace un Hamlet, un Calígula o una Lady Macbeth, se pueden hacer muchos Paco, el Bajo, y muchas Régulas y Señoritos Iván…Cada uno lo hace de una forma, más peculiar, más personal. En cierto sentido, la película es una una losa para todos nosotros y para mi, en particular, por el trabajo de Landa, porque es uno de los grandes trabajos, de uno de los grandísimos actores de nuestro país, de todos tiempos. Pero una vez que te sacudes el miedo y lo llevas a tu terreno, lo haces más personal. Y uno de los mayores halagos que estamos recibiendo es decirnos que, a los cinco minutos, se olvidan de la película.
L. C.: ¿Qué está pasando? En todo hay una vuelta, un retorno a lo rural; quizás por un efecto post pandemia, por el cambio climático? En el cine con Alcarrás y As bestas, que además son de nivelón, pero también en el teatro.
J. GUTIÉRREZ: Pues no sé, quizás sea porque las grandes urbes nos asfixian y estamos demasiado cansados. Pero bienvenidos sean esos trabajos tan contundentes y tan bien dirigidos, volviendo al campo. Y es cierto que en el teatro, también, hay una especial atención a lo rural, buscando una ventana abierta al exterior, a la naturaleza.
L. C.: ¿En qué estás ahora, además de Los santos inocentes? Creo que has terminado una película con Nathalie Poza…
J. GUTIÉRREZ: Honeymoon de Enrique Otero, que se ha estrenado en Málaga. Una película sobre una pareja, sobre un matrimonio a la deriva que intenta sobrevivir a la muerte reciente de su único hijo. Es una road movie, un drama, una comedia… Son muchas cosas a la vez. Y también en cine, otra película con Luis Zahera. Y en teatro, estoy ensayando El traje de Cavestany.
L. C.: ¡Qué bueno! ¡La reponéis, otra vez!
J. GUTIÉRREZ: Es ya un clásico (risas). Y a los clásicos, siempre hay que revisitarlos. Y además, estrenaremos en La Abadía.
Lo hará junto a Luis Bermejo, con quien ya la interpretó hace años y a quien hace tiempo, tengo ganas de entrevistar; un gran cómico y el mejor payaso. Y qué bueno su Azarías, recreándole más héroe que bufón, más profundo y coherente dentro de su inocencia, justicia y medio locura.
L. C.: Enhorabuena. Van varios premios por tu Azarías. ¿Crees que ayudan a llenar los teatros?
LUIS BERMEJO: Ojalá. Si ayudan a que el publico se acerque y que las salas se calienten, pues, encantado. Los premios son una palmadita y también es azar, misterio. Pero no sólo lo he ganado yo, el montaje también se ha llevado al mejor espectáculo de teatro. Claro que cuando he salido a recibir algunos premios, siempre digo algunos mantras que a mí me ayudan, como “no todo puede cambiar, pero algo cambia cuando se le hace frente”, o “por mucho que pase, nunca pasa nada”, por ejemplo, cosas que me digo a mí mismo cuando veo que se abre un abismo y me caigo. No sé si te estoy contestando (risas). Creo que los premios ayudan, aunque la verdadera satisfacción, que puede parecer un tópico, es que te toque de manera especial. Y lo que ocurre con este espectáculo, que para mí tiene algo de insólito, algo de aquí, nuestro, telúrico y taumatúrgico, que conecta con la raíz. Algo ancestral y que tiene que ver con tus padres, con los míos, con los abuelos del campo. Y es homenaje, así lo veo yo; es homenaje por uno lado, y es un ejercicio de memoria, y una llamada de atención, también. Cuidado con de dónde venían tus padres y de dónde venían tus abuelos, no lo olvides y pongamos conciencia, llevémoslo a la conciencia. Que seamos conscientes de si se ha producido un cambio, o no. Si todo esto que te decían tus padres; aquello de hay que ser mejor persona, y tienes que estudiar, o haz lo que quieres hacer. En ese sentido, tengo la suerte que mis padres me transmitieron la pasión. En mi caso, por la interpretación, lo que yo quería. No debemos olvidarla. Y no debemos permitir un sistema, unas técnicas de los poderosos que nos digan que lo importante es la salud de las finanzas. Pues no, lo importante es lo otro; lo que nos pase y hablar de lo que nos pasa, y como colectivo también. Todo esto está en Los santos inocentes y el público lo ha recibido, y lo ha celebrado. He visto que la gente se conmueve y que traspasa lo artístico, porque lo que pasa con esta función es que la gente está más en el contenido de lo quete está contando. Es un intercambio, es una pregunta directa, abierta y clara al espectador.
L. C.: Azarías en Los santos inocentes, ¡vaya papelón! ¿Cómo te enfrentas al personaje ¿Volviste a la novela, viste la película? Que también le pregunté a Javier, por lo que le toca.
L. BERMEJO: Leí la novela. Y la película no la vi entera, sólo alguna secuencia. Pero lo que hice fue irme mi pueblo y darme un paseo por el campo Y a lo mejor, estas cosas locas de los actores, me puse a hablar con los pájaros (risas). Como mi familia es extremeña, me ha tocado otra cosa, y cuando hago Los santos inocentes es inexorable que tenga presente a mi familia, que están todo el rato llamándome. Siempre vuelves al origen Y en origen, son los patrones de tus padres que has recibido, en mi caso como actor, y creo que hay mucho de las pausas que hacia mi padre. Recuerdo que cuando decía “vamos ver” se suspendía todo y luego, decía otra cosa (risas). Ya te digo que, entonces, aparecieron en mí todas esas voces, como del oeste, sinceras y tan honestas, todas las voces de mi familia tan conectadas con la tierra. Te cuento todo esto, porque también hago terapia (risas). Y porque hice un espectáculo que se llamaba A las manos, que también era un ejercicio de memoria sobre los años 40 en la España rural. Te estoy hablándole del año 98-99, en la sala Cuarta pared. Y nos encargaron hacer un trabajo de lo que había vivido nuestra familia en aquellos años. Y yo hacía preguntas a mis tíos. Tengo todo documentado. Y cuando hacíamos la función, la gente quedaba muy agradecida. Venían familias enteras, con sus abuelos y sus hijos. Yo no vivía este hecho desde entonces, y con Los santos inocentes estoy viviendo funciones tan emocionantes.
L. C.: El texto es brutal. Y esa importancia que se le da a la educación y la presencia de la discapacidad, contada de muchas maneras…
L. BERMEJO: Es que en Delibes está todo. Y está la poesía. Y es todo un pueblo, todo el universo, toda una constelación, familiar, que a todos nos toca y por ello, universal. Está representada la clase baja, la clase media, y también tiene el descaro de los poderosos. Y está escrita en los años ochenta, tratando de los sesenta, pero se anticipa. Ahora tenemos el feminismo como posibilidad de echarnos a la calle y de experimentar un cambio, pero se están repitiendo muchas cosas que ya nos contaba y advertía Delibes.
L. C.: Todavía hay mucho Señorito Iván y algún que otro Paco, el Bajo. ¿Y Azarías? En ese punto entre héroe, niño y loco. Si Paco es la pregunta, Azarías es la respuesta…
L. BERMEJO: Es el más libre de todos. Yo veo muchosAzarías, varados, sin rumbo, pero más libres, porque la libertad no está en la hipoteca ni el alquilar tu otra casa por un precio mayor, ni tampoco en el alcohol y las drogas. La libertad es otra cosa. La libertad es que te sientas apasionado y respetes al otro. La libertad está en los grandes valores, en la solidaridad y en la confraternización, y no en acumular. ¿Qué van pensar los chavales si a los profesores no se les da tiempo para preparar sus clases, ni para apasionarse por su trabajo?
L. C.: La educación, tan importante, está muy presente en Los santos inocentes. Quien educa, puede cambiar el pensamiento. Quien controla la educación, controla el pensamiento, algo que ya ha sido comentado por el director en la rueda prensa. Según se enseñe y como se dicen las cosas puede cambiarlo todo. Estás combinando a Azarías con tu personaje en Los que hablan, en el Teatro del Barrio. Son dos textos, dispares en forma pero con la relevancia de la palabra…
L. BERMEJO: Los que hablan trata del lenguaje y de su importancia, porque es lo que verdaderamente nos domina y de lo que estamos muy pendientes. Es una pareja que se pregunta para qué sirve esto de hablar. Es un interrogante. Y se preguntan por las funciones del lenguaje, que creo que hay que volver sobre ellas porque se nos olvidan, aunque lo estudiamos en el colegio. Epítome, por ejemplo, ¿qué significa?, ¿para qué lo utilizamos? ¡Tenemos además una retórica maravillosa! Y todo esto para contarte que soy un actor de repertorio (risas), que estoy los domingos con Los que hablan, por la mañana, y las tardes con Los santos inocentes. Y estamos ensayando El traje, también con Javier. Un texto necesario que hay que recuperar ahora, porque pone en el escenario y habla sobre la deshumanización que estamos viviendo con toda esta poca empatía. El traje es un gran combate psicológico. Son dos seres que intentan encontrarse y de qué manera, porque se encuentran con un hecho insólito, que es un traje y una señora que aparece golpeada en unos grandes almacenes, el primer día de rebajas. Y luego estoy con El minuto del payaso, que siempre está ahí. Yo, cuando me quiero liberar y cuando quiero sentirme vivido y vivificado, saco al payaso. Que Azarías también lo es…
Azarías y compañía estarán en Matadero, Madrid, hasta el 11 de junio.
Después volverán a girar. Y llegarán a otras plazas y a otros lugares, llenando más teatros, mentes y almas.
Imprescindible.
Mariló C. Calvo