EL CUARTO PASAJERO: Adrenalina al volante
El cuarto pasajero, titulada ‘Bla Bla Car‘ durante su rodaje, es el último trabajo de Álex de la Iglesia como director de largometrajes, ya que también lleva años compaginando películas con su serie 30 monedas, de la que en 2023 veremos, al menos, su segunda temporada en HBO. Como su título primigenio indicaba, estamos ante una historia en la que varios personajes van a confluir en un viaje en coche gracias a una de esas aplicaciones de compartir vehículo para que le salga más barato a sus usuarios. Y en este caso el trayecto es de Bilbao a Madrid.
Julián (Alberto San Juan), el conductor y por lo tanto organizador de los pasajeros que van en el interior, es un tipo que no está en su mejor momento y por eso utiliza la aplicación, para obtener dinero de quienes comparten el coche, está enamorado de Lorena (Blanca Suarez), una joven que va los fines de semana a Bilbao a ver a sus padres y a la que le viene muy bien que Julián la lleve. Por eso es una clienta fija y lo conoce desde hace tiempo.
En el presente trayecto se les van a juntar Juan Carlos (Ernesto Alterio), un hombre que no para de hablar, exagerado, incluso un vividor que utiliza su verborrea para sacar tajada de los demás, y Carlos. bueno, no, Carlos no. Carlos es el primo de Sergio (Rubén Cortada), que es quien va a viajar en realidad, pero Carlos ha puesto sus datos y su foto y luego no será él a quien Julián y los demás vayan a encontrarse como compañero.
El cuarto pasajero es alguien que no estaba previsto, y que va a hacer saltar la discordia por los aires porque es un músico muy atractivo que ha demostrado sintonía con Lorena y Julián no va a poder esconder por mucho tiempo lo nervioso que le pone la situación. Así que la llegada de Sergio será la primera de las razones por las que el viaje se les va a ir de las manos.
Álex de la Iglesia, director superdotado de nuestro cine, uno de los artífices de su cambio de imagen como género en sí mismo, denostado tras el destape y las conocidas como españoladas en modo despectivo, responsable del respeto que se ha ido ganando con los años y las buenas películas. El hombre que gracias a las míticas Acción Mutante o El día de la bestia se labró un merecido prestigio como artífice del nuevo cine español, ha sido también acusado de saber comenzar sus películas pero irles perdiendo el pulso a medida que las concluye, logrando historias fabulosas cuyo final no es satisfactorio. Y como ejemplo valga Las brujas de Zugarramurdi, en la que el último tramo, para muchos, fue un despropósito capaz de invalidar todo el sensacional arranque.
La última muestra de su ‘no controlar del todo la película’ está en Veneciafrenia, estreno anterior a este en el que el desenlace, una vez más, no cuadra con la paciencia y cuidado con el que el está concebido el punto de partida.
Pero ahora llega El cuarto pasajero y es fantástico poder decir que aquí eso no le ocurre. Es más, posiblemente el tramo final sea lo mejor de un conjunto que no baja el ritmo, que va desquiciando más según avanza y con el que el espectador va a divertirse desde que comienza el viaje hasta que… hasta el desmadre que le espera.
Y todo está bien aquí a nivel argumental. Sí, los personajes son desesperantes, es como estar viendo Aquí no hay quien viva en un coche, pero con buenas personas no hay película, así que a estas malas… ¡vamos a desatarlas! Y Álex de la Iglesia consigue, así, su mejor trabajo en años.
Comedia, acción, road movie, personajes que entran y salen y vuelven a entrar y a salir, todo tiene un motivo aquí, todo está milimétricamente coreografiado para que nada falle. Y no lo hace. Es fascinante lo que logra en la secuencia más disparatada de todas: que nunca se le vaya el tono, que la comedia esté contenida, sin que se desborde pero a todo trapo, sin parar un segundo, controlando cada frente cuando ya venimos de situaciones muy rocambolescas que han ido aumentando el descontrol de la historia. Es para quitarse el sombrero.
Y hay dos puntos que llaman la atención en El cuarto pasajero. Uno reprochable y el otro admirable. El primero es el hecho de que a Blanca Suárez siempre le acaben dando papeles en los que es el dardo del deseo de los personajes masculinos. Hay más registros para una actriz guapa, no debería ser siempre el mismo a nivel de historia. El punto admirable es para Carlos Areces. Secundario de oro, aquí una vez más, es apabullante comprobar lo fácil que le resulta convertirse en el dueño de la función con apariciones contadas y sin estridencias. Es un maestro y una gozada disfrutar de su presencia.
Por lo demás, el plato que nos ha preparado Álex de la Iglesia es realmente gourmet, con cuatro protagonistas brillantes con los que sufrimos por sus secretos, sus mentiras, sus actos descarados, sus barbaridades que tan bien casan con la comedia rotunda, loca, sin mezclarla con el terror, el thriller, el asesinato y demás componentes oscuros con los que tiñó La comunidad o Las brujas de Zugarramurdi. Aquí venimos a reírnos y a pasarlo mal por las situaciones que se generan de los comportamientos de los personajes, pero es una comedia blanca, sin toques negros.
El cuarto pasajero es un acierto, una película casi redonda que ofrece la diversión que esperamos de un proyecto en el que se juntan expertos en comedia y en la tensión que surge de situaciones límite. Y es muy complicado que los ingredientes estén en su justa medida y que el caldo que se obtenga sea excelente, pero es que hay veces en que las ruedas no paran y el coche llega a su destino a toda velocidad y habiendo llevado a los espectadores al mejor lugar posible.
Silvia García Jerez