COSMÉTICA DEL ENEMIGO: El juego de la ficción

Cosmética del enemigo es el título de la nueva película de Kike Maíllo, que adapta la novela homónima de la belga Amelie Nothomb, una escritora que siempre publica libros cortos pero tan apasionantes que se ha labrado un prestigio acorde con su talento: inmenso.

Nothomb nunca deja indiferente. Sus historias son potentes, desde el principio te atrapa con argumentos que no puedes soltar, con diálogos avasalladores, situaciones únicas y personajes extremos.

Así también es Cosmética del enemigo, de la que Kike Maíllo hace una adaptación formidable.

La historia que nos cuenta arranca con una conferencia, la del arquitecto Jeremiasz Angust (Tomasz Kot), un hombre con un enorme éxito en su profesión, en la que no solo diseña espacios sino que publica libros y los va explicando por distintos países. Ahora está en París, y de camino al aeropuerto, yendo ya en el taxi, en el que va con  el tiempo justo para coger su vuelo, lo intercepta una joven que también necesita llegar a su terminal. Por supuesto, ambos pierden el avión.

En la espera de coger el siguiente, Texel Textor (Athena Strates), la chica que ha compartido viaje en el taxi con él, lo encuentra leyendo en su tablet. Y se pone a hablarle, para disgusto del arquitecto. Pero la chica no para y literalmente lo va convenciendo de que tiene que escucharla. No parará hasta que le cuente las tres historias con las que tiene pensado amenizarle el rato. Y él va asistiendo, entre irritado y fascinado, a los escenarios que ella le propone, inquietantes, sórdidos, incluso desagradables, algo que ella ya le había advertido.

Y ahí van, porque Texel no solo es tan detestable como sus narraciones, también es cabezota, y si se propone algo, no se detiene hasta que lo consigue. Y le se las va a contar las tres.

Cosmética del enemigo. Dos personajes frente  frente condenados a compartir un rato de aeropuerto
Dos personajes frente frente condenados a compartir un rato de aeropuerto

Kike Maíllo es un cineasta exquisito. Lo conocimos gracias a Eva, una de las pocas películas españolas en las que los robots son los protagonistas, con la que además ganó el Goya al mejor director novel, y se consagró con Toro, la controvertida pero estupenda, admitámoslo, cinta con Luis Tosar y Mario Casas como cabezas de cartel.

Su carrera ha basculado entre cortometrajes (La octava dimensión, con Najwa Nimri), series de televisión (El Continental, que se vio en TVE) y largometrajes como este que ahora estrena la plataforma filmin sin pasar previamente por los cines. Un título más que no lo hace, aunque sí pudo verse en pantalla grande en el pasado festival de Sitges.

Aquí Kike Maíllo se supera a sí mismo. Probablemente sea este su trabajo más redondo, más complejo y mejor acabado. No solo consigue una adaptación perfecta de la novela de Amelie Nothomb sino que la película logra tener una personalidad cinematográfica única, gracias a un universo que entrelaza el mundo real con metáforas visuales tan ricas que son capaces de explicar con imágenes lo que no dicen las palabras.

Esa maqueta del aeropuerto, en la que el nombre del arquitecto está incluido entre quienes lo construyeron, que va informando de manera tan efectiva como sutil de todo lo que acontece en él con su creador, es de una fuerza asombrosa.

Y también lo es nuestra progresiva capacidad de sumergirnos en la historia. Inicialmente Texel nos repele. No queremos que esté allí porque el punto de vista narrativo es el de Jeremiasz, a quien desde el principio anda incomodando. Pero claro, sin ella no hay historia. Habrá que aguantarla, al igual que lo hace él.

Kike Maíllo nos va fascinando con el turbio relato de lo que Texel nos expone. Nada hay agradable en lo que cuenta, nada tampoco que debamos desdeñar para componer las piezas del puzzle que en realidad ella nos está dando. Aquí no hay datos casuales, todo tiene una razón, un por qué.

Y así nos vamos acercando a la historia que da sentido final a todo, en la que la española Marta Nieto será parte fundamental. Ahora, Cosmética del enemigo ya nos tiene en sus redes. No podemos soltarnos, necesitamos saber hacia dónde vamos, y vamos a un lugar mucho más oscuro del que pensábamos.

Cosmética del enemigo. La española Marta Nieto, maravillosa en la película.
La española Marta Nieto, maravillosa en la película

Cosmética del enemigo es una joya. Una de esas películas que permanecerán en la memoria porque se trata de un thriller bien construido que no da tregua y cuyos mimbres van asombrando al mismo tiempo que tejen una estructura sólida, de esas que encajan y van ofreciéndote lo que necesitas en el momento en que lo requieres.

Como espectador es una delicia asistir a este juego endiablado, lleno de cartas envenenadas en las que cada una tiene una función, que se revelará a su debido tiempo, dejando esa sensación de plenitud que tienen las grandes obras.

Tomas Kot, protagonista de Cold War, vuelve aquí a bordar otro personaje complejo al que vamos conociendo a medida que se desespera con la presencia de su improvisada compañera de aeropuerto, una joven, Athena Strates que, aunque ya la viéramos en La gran mentira, es ahora cuando la descubrimos de verdad.

Al igual que le sucedió a Vanessa Kirby en Fragmentos de una mujer, es en Cosmética del enemigo donde Athena nos deslumbra y se presenta ante el público como una promesa a la que los productores deberán prestar atención. Porque tiene todo lo que una estrella necesita para serlo: personalidad, talento y una presencia que con el papel adecuado destaca para nunca más volver a formar parte de la multitud.

A Athena se le une la española Marta Nieto, una de las grandes damas de las que puede presumir el cine. Está espléndida. Es espléndida.

Cosmética del enemigo es otra de esas películas que no ha podido pasar por las salas de cine y hubiera merecido hacerlo. Asistir a este despliegue de emociones labradas a base de diálogos tirantes y situaciones al límite en una gran pantalla sería un disfrute mucho mayor, pero en un mundo en el que los estrenos se retrasan continuamente, tener ya a nuestro alcance esta película es un acierto de filmin. Y de Kiké Maíllo, que la firma con maestría.

Silvia García Jerez

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