Bumblebee: A 80 Trepidantes Revoluciones
Bumblebee es a Cortocircuito lo que Acero Puro es a Campeón. Pues eso, carrocería nueva a historia ya contada. Y sea aquí, y por esta vez, esta primera reflexión tomada de la mejor de las maneras posibles. Es decir, el motor y el chasis funcionan a las mil maravillas, lo que sucede es que estamos en el siglo XXI y la cosa cambia, necesitando un buen pulido y abrillantado de carrocería en manos acertadas.
Dicho lo cual, hemos de indicar que en el caso concreto de la última, hasta la fecha, de la saga Transformers, que firma el personal director de la estupenda Kubo Y Las Dos Cuerdas Mágicas, Travis Knight, se ha viajado atrás en el tiempo para hacer algo absolutamente ‘disfrutón’. El pasado no está simplemente para cambiarlo, también para aprender de él. Estando el ruido y la furia de los efectos especiales, por esta vez, siempre al servicio de una historia de aventuras que puede recordar desde a El Vuelo Del Navegante como a E.T. El Extraterrestre. ¡Qué Gozada! Nos interesa lo que les pasa a los personajes y no de qué mil maneras lo van a destruir todo. Que también aquí se destruye, que quede claro.
Bumblebee, concretemos, sería la película de la mencionada saga que se hubiese hecho en la década de los 80´. No con estética de la década, que sí, sino con el ritmo y las formas del cine de esa época en la que, también, tres juveniles exploradores dieron a parar con las estrellas.
Las estrellas, buenas, de Bumblebee son todas ellas divertidas y carismáticas, tanto el propio protagonista que da nombre a la cinta, como la protagonista femenina, Hailee Steinfeld (estupendo signo de los tiempos), o como el amigo/enamorado/comparsa/actor secundario, Jorge Lendeborg Jr. (otro signo inequívoco de los tiempos en varios y necesarios aspectos). En cuanto a los malos la cosa tampoco va mal: son malísimos; bastante violentos en comparación con el descafeinado y edulcorado cine familiar reciente, habiéndolos tanto femeninos como masculinos, y ya sea con carrocería o epidermis. Prodigio de paridad en el que todo encaja, pensando, siempre, y casi exclusivamente, en que el espectador aplauda en la sala al final de la aventura por lo bien que la ha vivido, sea mujer de más de cuarenta o chico de algo más de siete.
Nos gusta especialmente de Bumblebee, del ‘superprota’ para ser exactos, la ternura y la vulnerabilidad con la que se presenta en esta primera visita a la tierra, un poquito antes de conocer a Shia LaBeouf, siendo víctima tanto en su mundo como en el nuestro. Lo que nos llevará a descubrir por qué habla con canciones o anuncios de radio, o por qué acabó siendo un Camaro: el amarillo distintivo no varía con el paso de los años. Como decíamos, el viaje en el tiempo le ha sentado a las mil maravillas, cual Starman con guantera y retrovisores. Hasta el poster pinta 80´. ¿Han vuelto los ochenta? ¿Se fueron alguna vez?
Llegados a este punto (o igual es nostalgia, o ganas de revivir lo pasado) de este spin-off de Transformers podríamos sacar la conclusión de que el cine de aventuras tendría que ser siempre en formato ochenta. Retocando lo que haya que tocar para adaptarnos a lo más nuevo, pero no buscando fórmulas que ya se ha demostrado que no funcionan, que gripan las soñadoras e inocentes ganas de diversión. Aquí la cosa funciona y va como la seda. Nos ha gustado mucho, algo que creemos que ha quedado claro a estas alturas de trayecto evidentemente… Ay… ¡Mira Bumblebee, Spielberg haciendo autostop!
Luis Cruz