BLANCANIEVES: Acción real con muchos aciertos
Blancanieves regresa a la gran pantalla. No es la primera versión en acción real, fuera del clásico de Disney de 1937, que se titulaba Blancanieves y los siete enanitos, que se ve en las salas. Un cuento que tiene su origen no en Disney, o en los hermanos Grimm, como muchos puedan pensar, sino en Alemania, en 1812, inspirado por dos princesas históricas: la baronesa María Sophía von Erthal, nacida en 1725, y la princesa Margaretha von Waldeck, nacida en 1533, ambas alemanas y con historias parecidas a las que luego vive Blancanieves respecto al padre ausente y a la madrastra.
El impresionante espejo en el castillo de la primera da lugar al espejo famoso del cuento, y es que aquel medía 1,60, y procedía de una célebre fábrica situada en Maguncia que entonces era única para la fabricación de espejos, ya que el vidrio usado, español, daba una limpidez impropia de la época, por lo que se decía que era un espejo parlante, ya que tenía la propiedad de decir la verdad al reflejar realmente a la persona que se miraba en él. Y los enanitos no eran sino niños desnutridos que habían envejecido prematuramente debido a su trabajo en las minas propiedad de los von Waldeck, familia de la segunda princesa inspiradora de Blancanieves. Elementos, todos ellos que, mezclando fantasía y temas musicales, marca de la casa del ratón, hicieron del cuento una leyenda universal.
Pero además de la de Disney hubo muchas otras versiones, de entre las que recientemente el público recuerda con especial inquina Blancanieves y el cazador (2012), con Charlize Theron como la malvada madrastra, Mirror mirror, también del 2012, con Julia Roberts en el mismo papel, El cazador y la reina del hielo, con Chris Hemsworth de nuevo como el cazador y Charlize Theron repitiendo como villana, y la fabulosa Blancanieves, versión muda en blanco y negro que rodara en 2012 Pablo Berger con Macarena García como Carmen y Maribel Verdú como su madrastra. Y unos enanitos toreros porque la película estaba ambientada en el mundo taurino. Una genialidad del maestro Berger que arrasó ese año en los premios Goya.
Blancanieves, sin compañía en el título esta vez, llega en 2025 de la mano de la casa que la hizo leyenda porque Disney, desde hace unos cuantos años, se ha propuesto, posiblemente por falta de ideas mejores que le funcionen en taquilla, llevar todas sus películas de animación a películas de acción real. La última en estrenarse fue Mufasa: El rey león, el pasado diciembre, y próximamente, en mayo de 2025, lo hará Lilo & Stich.
Pero ahora la que podemos ver es Blancanieves. Y a pesar de las muchas polémicas, que a lo mejor hacen naufragar a la película en Estados Unidos, será un éxito contundente. No hay más que pensar en la cantidad de niñas que querrán ir a verla y las muchas familias que irán con ellas para acompañarlas, hermanitos tal vez reticentes incluidos. Porque el público lo que quiere es ver la película, sin plantearse si Blancanieves no es lo suficientemente blanca por su ascendencia cubana, aunque Rachel Zegler naciera en Nueva Jersey; sin tener en cuenta las habladurías de lo mal que se llevó en el rodaje con Gal Gadot, la madrastra de esta versión, ya que Zegler es pro Palestina y Gadot pro Israel debido a que ella misma es israelí de nacimiento; sin tener en mente las reticencias de Zegler a que hubiera, como en el cuento tradicional, un príncipe azul salvador de la dama desvalida e hiciera lo posible para que éste se transformara en un personaje más mundano, como así ha sido.
O, última y no menos importante polémica alrededor de la cinta, que los enanitos fueran generados por CGI, lo que provocó el enfado del actor Peter Dinklage, al que podemos intuir en un momento determinado hacia el final del metraje pero al no estar acreditado en él no podemos asegurar que lo sea.
Lo que sí podemos corroborar es que el CGI de los enanitos sí es molesto. Tanto, que puede llegar a sacar de la película. Y es molesto porque es irreal y no cuadra con el resto del live-action. Son incómodos de ver. Basados en el dibujo de la película de animación, eso es evidente, pero nada más bonito hay en ellos. Polémica lógica y con una base contrastada una vez vista la película, más allá de una foto de muestra.
Y también es cierto que, dejando a un lado la política, el hecho de que el casting incluya a Gal Gadot como madrastra, que se supone, según el cuento, que no es más guapa que Blancanieves, es un tremendo error. Ya lo cometió la industria con Charlize Theron, o con Julia Roberts, estrellas que además son más guapas que la mujer con la que supuestamente quedan en un lugar inferior en su competición por la belleza. El reparto de estas películas lleva años siendo discutible. Para todos los títulos que ruedan. La comidilla del público es que el espejito tiene que ponerse gafas. Cuando se habla en esos términos es que algo se ha hecho mal de base, desde el inicio de la preproducción.
Pero a pesar de todo lo dicho, que no es poco, si vamos al cine a verla, no nos va a disgustar. Polémicas aparte, vamos a ver la película que es, la que nos proyectan, la que tenemos delante. La que las niñas quieren ver, con sus inocentes ojos de niñas. Y Disney ha fabricado una película magnífica, visualmente muy potente, con momentos mágicos gracias a una fotografía preciosa y una banda sonora impresionante con temas fantásticos. Un musical de primer orden con números muy bien rodados, caso del de la madrastra en el castillo o el inicial, con el pueblo de coro.
Y un interés amoroso que se sale de la norma pero que cumple con su papel. Sí, Anthony Burnap interpreta a Jonathan, el que en otra época sería el príncipe azul a lomos de su caballo pero que aquí es distinto. Nada que ver. Aún así, Blancanieves lo quiere y él corresponde a sus sentimientos, con lo cual, ese beso de amor necesario para despertarla tendrá lugar y funcionará. El cuento, en lo principal, no cambia.
Así que dejémonos de habladurías y centrémonos en lo que vemos en la pantalla. Y lo que vemos es una gran película, una muy recomendable, con una banda sonora fabulosa y una dirección artística increíble, mostrada con una fotografía preciosa. No necesitamos más. Ojalá los enanitos hubieran sido de verdad, ahí sí que cabe la queja, y con razón. Pero el conjunto de Blancanieves es más que aceptable, es espléndido, y quien vaya a ver la película que es la disfrutará. No es la mejor versión del cuento pero hemos visto muchas mucho peores, así que démosle una oportunidad a esta nueva y celebremos todo lo positivo que contiene, que es bastante. Esta Blancanieves es un film de acción real con mucho que aplaudir.
Silvia García Jerez