BERTHA DÍAZ: Hay que poner lo que uno sabe al servicio de la vida.
Nacida en Ecuador, vive a salto de mata entre Cuenca y Guayaquil. Investigadora en artes escénicas. Trabajó de pedagoga en la Universidad de Cuenca. Co-diseñó y dirigió la carrera de Creación Teatral y el departamento de Teorías Críticas y Prácticas Experimentales de la Universidad de las Artes de Ecuador. Fundadora del colectivo teatral Rodezalhampa que co-dirige junto a Andrés Santos Urresta.
La Cronosfera: ¿Cómo te pilló el estado de alarma?
Bertha Díaz: Me encontraba trabajando en la Universidad de Cuenca. Terminábamos el semestre. Daba las clases del Laboratorio de creación escénica y critica de las artes escénicas. Y otra materia que se llamaba Investigación sobre los procesos de creación en artes escénicas.
Estaba, junto con un amigo, intentando crear un colectivo, incubar la idea.
Ya estábamos en procesos de entrenamiento, desarrollábamos las lineas de trabajo. Nuestro semestre académico empezó en marzo, y a la semana comenzó el confinamiento. El semestre se volvió virtual.
Las materias que estaban más cercanas a lo teórico las convertí en laboratorio, siempre fueron muy prácticas, porque estábamos determinados al espacio de la pantalla. Fue preguntarme, cómo reinventar las practicas pedagógicas, sabiendo que las diferencias sociales se hicieron muy evidentes por la falta de accesos.. Se eliminan las clases presenciales, se cierran las carreteras. Ecuador tuvo un proceso muy severo; fue el segundo país más afectado en sud América por el COVID. El primero fue Brasil y nosotros fuimos el segundo. La restricción horaria fue muy dura, el toque de queda era de las 2 de la tarde a las 5 de la mañana.
Todo se cayó. En mi ciudad natal Guayaquil, se colapsó tanto el sistema de salud que empezaron aparecer cadáveres en las calles. Cuando empieza la pandemia, con mi colega, nos dijimos:- ¿Qué pasó con todo? ¿Qué hacemos? ¿Cómo le damos la vuelta a esto? ¿Paramos hasta que la vida se retome? ¿Seguimos con esto?
Decidimos seguir. Empezamos a pensar en otro medio, que fue el audiovisual, generamos Andrés y yo una especie de micro ensayos virtuales que estaban atravesados por el aliento de unas lecturas que teníamos en ese momento, mientras esto ocurría. Estos micro ensayos eran muy caseros, grabados con celular, iluminándonos con linternas. Paralelamente nos preguntábamos ¿Cómo volver a estar juntos? ¿Cómo volver al espacio público que ha sido sustraído? ¿Cómo rodar desde el lenguaje escénico esta teatralidad dominante de la bioseguridad? (Bioseguridad es el termino que se utiliza en Ecuador para anunciar las normativas y precauciones higiénicas) ¿Cómo montarnos sobre ella para darle la vuelta?
Curiosamente a nosotros, la pandemia nos potenció un deseo de sostener y usar el horror, en favor de defender la propia vida
Veíamos marcas en el suelo, veíamos que se nos recomendaba la distancia de seguridad, haciendo fila en los bancos, o en las paradas de autobuses o en las tiendas de barrio, cuando observamos eso, pensamos que aquí hay una estrategia macropolítica que intenta reestructurar el espacio público para podernos cuidar y nos dijimos:- Eso, lo vamos a usurpar, lo vamos a llevar a nuestro territorio y creamos un dispositivo para espacio público que se llama coreografías efímeras a un metro de distancia que tienen un marcaje en el suelo, que les permite a los bailarines guardar su distancia, con mascarilla, guantes, no se ensaya antes, es un dispositivo en tiempo real que se activa a travez de una serie de consignas. Estas consignas se las pasamos a los operadores de unos carteles para que no necesitemos hablar por la cuestión del virus a través de la saliva. Nos montamos sobre esa idea de la bioseguridad para usurparla y continuar haciendo algo. Es algo que no habíamos pensado que así se iba a inaugurar el trabajo de nuestro colectivo. Hicimos activaciones aquí en Cuenca, en mayo, junio y julio. Hace diez días lo activamos en un festival de Guayaquil, donde los espectáculos fueron a nivel virtual excepto el nuestro, porque cumple con las medidas de la bio seguridad. Cada una de estas activaciones, bien es un eje especifico que es, cómo volver a estar juntos. El primero era sobre cómo pasar el gesto de la intimidad, el segundo cómo construir una comunidad con tres vectores. el tercero cómo jugar con el afuera ruidoso versus lo que acontece al interior y el cuarto, cómo ir en contra del tiempo establecido. Obviamente son subjetividades, pero intentábamos activar desde este lenguaje para pensar en cómo ser una comunidad experimental efímera que se pueda sostener en este tiempo de distanciamiento. ¿Cómo burlar el distanciamiento preservando los cuidados a nuestro favor en plazas publicas, al aire libre?. Nos pasan cosas muy curiosas, porque aveces llega la policía y como ven que todos respetamos las medidas de bioseguridad se van. Curiosamente a nosotros la pandemia nos potencio un deseo de sostener y usar el horror en favor de defender la propia vida y desde ahí, interrogarnos qué puede la practica escénica, no en función solamente de su propio ámbito de acción, si no, qué puede para la vida. De qué manera puede abrir una grieta para ver la vida de otro modo.
Nos montamos sobre esa idea de la bioseguridad para usurparla
A mi colectivo nos fundó un modo de hacer, ha sido muy fértil, en una lógica de interrogación. Preguntarnos qué implica la dramaturgia en tiempo real, quiénes pueden operar un dispositivo, cómo construir unos marcos que permitan el desarrollo de una acción que implica la creación coreografica. Nos ha invadido de preguntas.
La Cronosfera: ¿Cómo influyó este confinamiento en tu disciplina personal?
Bertha Díaz: Evidentemente nos ha partido la rutina a todos. Esta situación nos ha descubierto las diferencias sociales que tenemos. Incluso en la Universidad, que es pública. Teníamos estudiantes que ya no los podían mantener sus padres y tuvieron que mudarse y que no podían pagar, entonces nosotros les ayudamos a ir a empacar a ayudarles. Hacer campaña para juntar víveres. Se rompieron limites a nivel de profesores estudiantes porque te preguntas hasta dónde llegan las relaciones.
Cambio todo el tiempo las rutinas. Acompañamos mucho afectiva y sensiblemente a mis compañeros sin tocarnos, viéndonos de lejos. Es un tiempo muy agitado. Tramitando salvoconductos para que la gente pueda volver a sus ciudades. Mi rutina cambia a diario. Cambió el espacio domestico, se volvió el sitio donde damos las clases. Se hizo de la sala el lugar de entrenamiento, o el lugar de grabación. Salieron todas estas capas a los lugares que habitamos. En medio de eso, pelear porque fuera también un espacio privado, personal, a pesar de que esa frontera se esta difuminando.
La Cronosfera: ¿Cómo crees que afecte todo esto a la técnica escénica?
Bertha Díaz: Si los horizontes de la vida cambiaron… entonces, todo cambió. Es decir, los horizontes de nuestras prácticas se les movió el eje, no puedes estar impávido ante eso. Las artes escénicas, también llamadas artes del movimiento, tienen que estar a la escucha de este cambio de eje.
Hay muchos anunciantes de la muerte del teatro que dijeron que el teatro es el arte del convivio. Yo creo que aun así, con pantallas podemos convivir. No sé si son eficaces, son ensayos, ahora es un tiempo para ensayar otras posibilidades, ¿Cuáles son los limites del teatro? ¿Cómo vamos a re imaginar estas arquitecturas? El teatro como espacio es una convención repentina en medio de esta fragilidad del tiempo.
Es un bonito tiempo para re imaginar el teatro. Hacer que el lenguaje teatral siga vivo aunque cambien los medios y dispositivos para realizarlo. ¿Cómo pone el cuerpo un actor en un medio distinto? Obliga al actor a pensarse en términos de ese medio. No es solo técnica, porque esa acción no esta prefigurada, necesita de esa pre acción para que se condicionen. La técnica condiciona el medio, el medio a la técnica, con eso se re opera el lenguaje, con eso se re imagina la escena.
Que aburrido que el arte siga siendo igual si la vida ya no es igual. Poder interrogar desde el lenguaje la vida. Es uno de los caminos del arte. El arte para poder interrogar la vida, necesita interrogarse a si mismo.
LA CRONOSFERA: ¿Qué harás cuando termine esto?
Bertha Díaz: No olvidar como trabajar con el cuerpo en alerta. ¿Qué hacer para sostener el estado de alerta en el cuerpo? Estar con lo sentidos super activados. ¿Cómo desarrollar una pedagogía, unos procesos experimentales, que pueden alzarse desde esta lógica? Me gustaría no olvidar como poder sostener una escena sin que se nos olvide estar alerta.
Es un tiempo que pone en suspensión todo lo que creíamos que habíamos aprendido.
Extraño viajar, tocar a la gente, estamos investigando sobre las dramaturgas de la mano, por ejemplo, trabajábamos mano, tacto, el espacio de la palma…porque nosotros queremos tocar. Quiero para un tiempo no pandemico que utilicemos nuestros sentidos de una manera más cuidadosa, que pueda experimentar otras cosas. Me cuestan las definiciones. Prefiero pensar en género… una de-generación.
No hay otra cosa más que el presente. hay que re imaginar la vida todos los días. Los estados de fragilidad, me han provocado las preguntas de ¿Cómo estoy viviendo?, ¿Cómo me estoy relacionando con los objetos, con el espacio físico, con mi cuerpo, con mi historia, con mi salud, con la comida?, ¿Cómo ver?, ¿Cómo oler, gustar, mirar?, ¿Cómo estoy viendo el mundo?,¿Cuáles son las prioridades?, ¿Cómo sostener la vida en el dolor?, ¿Cómo generar unas insistencias de vibración alta para que la vida no se nos agote?
Urge imaginar otras formas de estar juntos, aunque nuestros cuerpos no se toquen.
Hay que poner lo que uno sabe al servicio de la vida.